A principios de este milenio platiqué con un hombre nacido en 1911. Fue perseguido político en su juventud al participar en el movimiento almazanista. Me señaló a una persona de evidente pobreza y me dijo: “El gobierno no hizo lo que debía, no les enseñó a poner las cercas para que las gallinas se suban, luego pongan y la gente se alimente bien”. Repito, esto me lo dijo allá por 2004.
¿Era pertinente lo que dijo? Es posible, pero en el México rural de los años 50 del siglo pasado, cuando la educación pública era escasa y había que enseñar a la gente cómo producir sus alimentos. Sin embargo, a pesar de sus deficiencias, el sistema educativo mexicano rebasaba por mucho lo que este hombre decía.
Falleció pocos días antes de cumplir cien años, aunque su claridad mental se perdió mucho antes. Uno hablaba con él y seguía proponiendo cosas de medio siglo atrás.
Algo así me parece haber presenciado cuando escuché el discurso de hace unos días, respecto de apoyar el desarrollo de América del Norte y el reclamo de lo que no se ha hecho.
Hay más de 2,000 MW de capacidad de generación, entre eólica y solar, que están parados, sin generar, nuevos, terminados, listos para hacer su función y entregar energía barata, limpia, que beneficie a los mexicanos y nos permite ser un país competitivo en el mundo.
Sin embargo, vemos que este gobierno ha forzado y hasta torcido las leyes menores. Y lo intenta con la Constitución. Su propósito es mantener en operación infraestructura energética que ya debería ir de salida, que ya cumplió su ciclo de vida y que, además, es cara e ineficiente.
“Su propósito es mantener en operación infraestructura energética que ya debería ir de salida”.
Así como el señor con quien platiqué hace veinte años estaba fuera de la realidad y no entendía el mundo actual, así el discurso del mandatario mexicano ante los jefes de Estado de Estados Unidos y Canadá.
¿Es malo pedir ayuda para el desarrollo de Centroamérica y México?
Absolutamente no. Lo negativo es no entender que esa ayuda ahí está, a disposición, pero este mismo gobierno la ha pateado, frenado y hasta ha cambiado la ley para que la “ayuda” no trabaje en México.
La razón de ser del TMEC, del NAFTA, era justamente desarrollar la región.
La razón de ser del marco jurídico vigente en materia energética (porque la reforma a la Ley de la Industria Eléctrica, también conocida como Ley Combustóleo, está congelada por los tribunales) es impulsar un sector dinámico, competitivo, que sea la punta de lanza que permita al país desarrollarse mejor, ofrecer energía a la población a los costos más bajos posibles, que la industria cuente con herramientas para tener costos más bajos, se instale más de la propia industria, genere más empleo y eso termine desarrollando al país.
Es incongruente que se pida apoyo para el desarrollo del país al tiempo que se tienen frenadas centrales eléctricas que ofrecen costos de hasta una cuarta parte de lo actual.
Como lo dijo la Secretaria de Energía de Estados Unidos, Jennifer Granholm, horas antes de la Cumbre de Líderes de América del Norte: “México podría ser un importante exportador de energía limpia a sus vecinos, dado su potencial de recursos de energía renovable de clase mundial, haciendo de América del Norte una central de energía limpia”.
Tan solo estados como Tamaulipas han aprovechado menos del diez por ciento de su potencial eólico. La costa de Yucatán tiene un potencial eólico en mar que rebasa, por órdenes de magnitud, la demanda de la península, que ahora es deficitaria y tiene colgado con alfileres su suministro.
Pero las inversiones de este tipo, que transformarían al país y nos podrían acercar a ser potencia, no se darán mientras el Estado mexicano no les ofrezca certeza, mientras la CRE mantenga miles de megawatts en solicitudes de permisos sin atender, buscando solo pretextos para frenarlos, todo para que se pueda seguir quemando el combustóleo en las termoeléctricas propiedad del Estado.
La ayuda ahí estaba y supera por mucho lo que el presidente pedía. Pero él, perdido en su mundo, pedía lo similar al señor que contaba al inicio: enseñar a la gente a criar sus gallinas. Aquel señor no hacía más daño que contar su versión en el mercado. Este está intentando imponer su visión a todos los mexicanos.
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