(Escuche aquí esta colaboración en el podcast de Víctor Ramírez)
El plan eléctrico presentado hace algunas semanas ofrece algunas pistas sobre cómo pretende el actual gobierno solucionar los rezagos enormes que dejó la administración anterior; sin embargo, no es del todo claro y quedan algunas dudas que es bueno mencionar.
En las diapositivas que se presentaron en la conferencia de prensa de la presidenta Claudia Sheinbaum hay una serie de enunciados que sugieren que este gobierno permitirá participación privada con modelos que se parecen mucho a otros atacados por el gobierno anterior, con el que la presente administración dice estar alineado. Más allá de referirme al cambio de perspectiva, que sería algo bueno y válido, hay dudas respecto a estos modelos.
Una diapositiva dice que “se permitirá la entrega de energía y capacidad a la CFE por parte de productores a largo plazo”. Esto se parece a los PIE (productores independientes de energía) de la Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica (LSPEE) o a las subastas de energía eléctrica de la Ley de la Industria Eléctrica (LIE). Qué bueno que se retomen esquemas exitosos del pasado, pero surgen algunas preguntas: Esa energía entregada, ¿se considerará parte del 54 por ciento de CFE o parte del 46 por ciento privado? Porque ahora, con los PIE y las subastas, CFE no los reconoce como propios a pesar de ser quien los controla.
Una parte muy interesante de la presentación es la que se refiere al autoabastecimiento de la LSPEE. Primero, la presentación dice que “Las empresas con la figura de Autobasto que no pagan el uso de la red si la utilizan, se encuentran amparadas, o vendan su energía a través de un mercado ilegal, tendrán que transitar a las formas legales de participación”. Más allá de que todos los usuarios de la red eléctrica pagan por ella y que el mismo modelo es totalmente legal, más adelante, en otro de los cuadros de la presentación, se lee que los privados podrán participar mediante un modelo “para el consumo propio de las empresas, pero que requieren conectarse a la red, pagando una tarifa transparente por el uso de la infraestructura de transmisión”. Eso sugiere algo parecido al autoabastecimiento. Y aquí las preguntas. ¿Habrá una tarifa para ellos distinta a la tarifa de transmisión del Mercado Eléctrico Mayorista (MEM)?, ¿o será la misma? De ser distinta, ¿no estás generando ahora sí un mercado paralelo? ¿Cómo diferenciar a las empresas que generan su propia energía de aquellas que contraten a un generador experto para venderles energía dentro de una sociedad? Porque eso es lo que no les gustó en el sexenio pasado. ¿Cuál es el sentido? De ser la misma tarifa, ¿para qué la creas en vez de mantener solo el MEM? Si tiene una tarifa más baja, eso terminará matando al MEM.
“¿Cómo diferenciar a las empresas que generan su propia energía de aquellas que contraten a un generador experto para venderles energía dentro de una sociedad?”
Finalmente, una de las formas novedosas de participación privada es la asociación de proyectos con CFE, donde ésta cuente con el 54% del capital de los proyectos y el resto sea de privados. Y aquí es donde surgen varias preguntas:
1.- Si el Estado tiene dinero para aportar ese capital, ¿por qué no lo hace directamente, sin socios?
2.- ¿Cómo se van a elegir los proyectos donde participa CFE?
3.- Los proyectos, ¿nacen de la IP o nacen de proyectos de CFE que requieren socio?
4.- La energía que salga de esas centrales, ¿se considerará privada, del Estado o también del esquema del 54-46 por ciento?
5.- La central, ¿tendrá trato de privada o de CFE? Porque el trato de la autoridad sería distinto, por ley y por la Constitución. Entonces, ¿el privado gozará de un privilegio de CFE?, ¿o CFE recibirá el trato de un privado?
6.- Los trabajadores de estas plantas, ¿tendrán contrato de CFE o de privados? Porque las implicaciones serían distintas. Si son de CFE, podría tener en exceso y encarecer la energía, o ser un factor para evitar coinversión.
En fin, que bienvenida la reconsideración de las buenas experiencias y más lo que parece un alejamiento de los dogmas del sexenio anterior, pero habrá que retomar las buenas experiencias y aprendizajes. El problema es que el último modelo, de las alianzas, aunque puede tener ventajas para CFE, como la transferencia tecnológica, implica muchos detalles que el absurdo 54-46 le confiere y que las complica.
Y ahí hay que tener cuidado, porque el demonio suele estar, recordemos, en los detalles.
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