Como ya debemos tener claro a estas alturas, México es tomador de precios del petróleo, hidrocarburos y petrolíferos. Ni su producción o demanda tiene impacto en los mercados internacionales ni en los precios de referencia. Eso sí, el gobierno decide la política de subsidios a los energéticos, pero ello siempre conlleva distorsiones y costos ya sea a las finanzas públicas, a las finanzas de las empresas productivas del estado, a la viabilidad económica de los participantes del mercado, o al consumo eficiente por parte de los usuarios finales, entre otros. Estos costos y distorsiones, en mayor o menor medida, en el corto o mediano plazo, siempre estarán presentes cuando se decide subsidiar de manera generalizada el consumo de algún energético. Una de las mayores distorsiones de los subsidios generalizados radica en que se otorgan más beneficios a los usuarios que consumen cantidades mayores del energético subsidiado. Es decir, resulta ser una política altamente regresiva, lo cual la hace una política injusta, ya que se asignan más recursos a quienes no lo necesitan. Por ejemplo, con los 400,000 millones de pesos que Hacienda estima costará el subsidio a las gasolinas y diesel durante 2022, se podría apoyar a millones de ...