Quiero empezar esta entrega manifestando contundentemente que las energías renovables convencionales tradicionales como la hidroelectricidad (agua) y las más recientes no convencionales, como la energía solar (sol) y eólica (viento) son “energías intermitentes”. Cuando no hay agua, sol o viento no hay energía eléctrica y se necesita respaldo de energía firme para que los cortes, o blackouts, no se den. Aquí radica parte de la problemática para que hubieran ocurrido los recientes masivos apagones tanto en Chile como en España y parte de Europa.
No escribo estas líneas para los expertos en energía, sino para un público más amplio, que en ambas ocasiones me escribieron y preguntaron por qué se dieron estos dos fenómenos. También escribo para los furibundos radicales ambientalistas que quisieran frenar de la noche a la mañana la producción y uso de combustibles fósiles y de gas natural en particular. Para ellos, algunos datos más adelante.
Tanto Chile en Latinoamérica como España en Europa, en la pasada década se encargaron de incentivar con fuerza la instalación y despacho de energías renovables no convencionales, como solar y eólica. Ambos recursos energéticos son bastante abundantes en los dos países.
Resultaba muy lógico incentivar su instalación y preferencial despacho para hacer uso de recursos energéticos propios y renovables. ¿Para qué importar si podemos producir energía en nuestro territorio? Esto les permitía, además, ir de la mano con fuerza hacia la afamada transición energética. La muy prestigiosa Agencia Internacional de Energía (AIE), por ejemplo, se dio el lujo de recomendar que se deje de producir hidrocarburos, incluyendo el gas natural. Ceguera energética absoluta.
La matriz energética mundial durante el 2024 demandó combustibles fósiles (natural gas, petróleo y carbón) por el 80% de la demanda total, con todas las renovables llegando a un 15% y la energía nuclear con cerca al 5%. La demanda de energía mundial crece año a año y lo que observamos es que las energías renovables han ido tomando parte de este crecimiento de demanda.
Por esta razón, China y otros países en la pasada década han continuado instalando centrales a carbón para abaratar precios de energía eléctrica y contar con energía firme de base (24/7), que no tienen las renovables.
La matriz eléctrica mundial, el 2024, demandó energía fósil con el 58,6%, las renovables un 32,07% y la nuclear un 9,13%. El gas natural ha venido reemplazando al carbón en varias regiones del planeta y debe seguirlo haciendo porque es energía firme (24/7) con muchas más bajas emisiones, menos contaminante y además altamente competitivo. El suministro, cada vez más amplio vía GNL, da la seguridad de abastecimiento eléctrico que necesitan los países.
Entrando en tema sobre los masivos apagones en Chile y España (y parte de Europa), podemos notar que en ambos casos las explicaciones oficiales siempre fueron difusas y escuetas, creo que no tocan el fondo del problema y son las previsiones que se deben tener en las redes (grids) y los sistemas de seguridad para sustentar elevada oferta de renovables. De la misma manera, alguien debe mantener los respaldos de energía firme (nuclear, gas natural, carbón) para cuando las energías intermitentes dejan de abastecer.
“Alguien debe mantener los respaldos de energía firme (nuclear, gas natural, carbón) para cuando las energías intermitentes dejan de abastecer”.
Estimado lector, todo lo anterior necesita de grandes inversiones adicionales para respaldar y dar seguridad de abastecimiento eléctrico a los ciudadanos. Más inversión en redes más robustas e inteligentes y mayor respaldo de energía firme pasa factura. El que tiene que pagar finalmente precios de energía más elevados es el usuario final.
Seguiré insistiendo en que el gas natural, de una u otra manera, cumple el papel de respaldo para que las energías renovables sigan penetrando en la matriz energética mundial. Lo de Chile y Europa es un primer llamado de atención.
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