Autosuficiencia energética en México: el impulso al bioetanol como elemento de política energética
Mauro Hoyer Romero* / para Energía a Debate
Los problemas recientemente observados de abastecimiento de gasolinas, aun cuando en forma temporal, evidencian serias limitaciones en cuanto a la manufactura y logística de distribución de gasolinas en el país. Son bien conocidos los altos niveles de importación de gasolinas en México durante los últimos años, los cuales superan un 60% de la gasolina consumida en el país, y la actual política oficial para alcanzar una mayor autosuficiencia energética, a través de planes impulsados por Pemex para incrementar la producción de petróleo al igual que para mejorar y expandir su sistema de refinación.
Dicha política oficial concentra sus esfuerzos en el aumento de producción y manufactura de combustibles fósiles, sin considerar el importante aporte que pueden realizar los biocombustibles en materia de autosuficiencia energética, mejoras ambientales -al reducirse las cantidades de CO2 emitidas por su uso-, e impulso al desarrollo agroindustrial, entre otros aspectos. En consecuencia, en la actual coyuntura de una alta dependencia de las importaciones de combustibles resulta relevante analizar la importancia de la promoción a la industria de los biocombustibles, y del bioetanol en particular, como complemento a las actuales políticas de Autosuficiencia y Seguridad Energética.
Desarrollo de la industria del bioetanol
Desde principios de la década de 2000, argumentos ambientales y de seguridad energética han estimulado el desarrollo de los mercados mundiales de biocombustibles. En los países en desarrollo, elementos sociales y económicos se han agregado a dichos argumentos. Por lo tanto, diferentes tipos de políticas se han diseñado e implementado internacionalmente para fomentar su producción y uso. Brasil ha sido pionero, con una industria de bioetanol que comenzó en la década de 1970.
El bioetanol es un alcohol que debido a sus diversos beneficios en su manufactura y uso, se utiliza cada vez más a nivel mundial como combustible automotriz, en forma directa o como componente de gasolinas. Su producción mundial se ha incrementado continuamente en las últimas dos décadas y se espera, según la OCDE/FAO, un crecimiento desde cerca de 120 miles de millones de litros anuales, ML/A, en 2016 a alrededor de 137 ML/A en 2026, es decir un incremento de 14% hasta el 2026. Los principales productores son los Estados Unidos, Brasil, la Unión Europea y China, que en forma agregada producen más del 90% de la producción mundial.
En México, el impulso a la industria del bioetanol ha sido bastante modesto, en comparación con otros países de la región, concentrándose mayormente en la parte de la demanda con regulaciones que permiten su incorporación hasta un 10% en las gasolinas, pero sin una política bien definida en cuanto a la producción nacional. Actualmente, la producción nacional de bioetanol es bastante limitada, se estima que aun no alcanza 1 ML/A, es decir menos del 1% de la producción mundial.
El bioetanol (principalmente producido a partir del maíz y de la caña de azúcar, aún cuando existen otros cultivos a partir de los cuales se puede producir, tales como el sorgo dulce y la remolacha, entre otros) posee un alto octanaje, 109 RON, y puede ser utilizado en mezclas de gasolinas en diferentes composiciones, típicamente 10%, 15%, 20% o más, hasta un 100% como en el caso de Brasil, dependiendo de las regulaciones existentes en los diferentes países que se consume y de los motores de combustión utilizados.
En el caso de México, la regulación vigente actualizada en el año 2017, permite hasta un 10% de mezcla de etanol en las gasolinas, excluyendo su uso en las zonas metropolitanas de la Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara. En 2016 y 2017, durante las discusiones para establecer la regulación vigente, se expresaron algunas opiniones en contra del bioetanol con argumentos de afectación ambiental. Sin embargo, estudios realizados por el Instituto Mexicano del Petróleo, IMP, y publicados en el 2018, descartan que el bioetanol sea mas contaminante al mezclarlo en las gasolinas nacionales, que las mezclas de gasolinas comercializadas actualmente utilizando MTBE. En consecuencia, se espera que su limitación de uso en las principales ciudades del país pueda ser derogada próximamente.
Seguridad y autosuficiencia energética
En México actualmente existe un problema estructural de producción de gasolinas, relacionado con la configuración del sistema de refinación nacional. Las 6 refinerías del país operan en niveles por debajo de su capacidad nominal, debido fundamentalmente a que sus plantas no permiten el procesamiento eficiente de crudos nacionales, principalmente crudos pesados, para obtener las proporciones de productos que el mercado demanda. Estos son gasolinas, diésel y GLP, los cuales representan un 85% de las ventas. Esto implica que las refinerías deben operar a niveles muy por debajo de su capacidad ya que de otra manera se producirán altas cantidades de combustóleo, que tiene cada vez menor demanda a nivel nacional e internacional.
Tratando de solventar esta situación, el gobierno federal a través de Pemex está impulsando un programa que incluye la adecuación de la configuración de las refinerías existentes y la construcción de una nueva refinería en Tabasco, con inversiones estimadas superiores a 250 mil millones de pesos. Por la complejidad de estos proyectos y aún de completarse dichas inversiones en los tiempos previstos, los efectos de dicho programa no tendrán un impacto real en la situación de la importación de gasolinas en el corto plazo, sus efectos se observarán en unos 5 – 7 años aproximadamente.
Por otra parte, se debe considerar que el transporte vehicular mundial se encuentra en el umbral de una gran transformación asociada a la creciente introducción de los vehículos eléctricos por consideraciones principalmente ambientales, lo cual requerirá de una etapa de transición desde los combustibles fósiles. Esta transición puede ser asistida con la utilización de biocombustibles.
Sin duda alguna, para apuntalar la estrategia en desarrollo por parte de Pemex, en el corto plazo se requieren otros elementos de política tales como el impulso a la producción y utilización de los biocombustibles – bioetanol y biodiesel- , que contribuyan a proveer una solución mas sustentable al problema de la autosuficiencia energética, fortaleciendo al mismo tiempo diversos aspectos de la economía nacional. México posee las condiciones básicas requeridas para el desarrollo de una exitosa industria de biocombustibles, entre estas: tradición agrícola, disponibilidad de tierras cultivables y tecnología de campo, mercado amplio y abierto de productos agrícolas y combustibles, entre otros factores.
Para tener una dimensión adecuada del potencial de contribución de la manufactura y utilización de bioetanol, en las importaciones de gasolina a nivel nacional, debe entenderse que las gasolinas comerciales son el resultado de mezclar componentes que provienen de refinerías petroleras (por ejemplo naftas), complejos industriales (ejemplo MTBE, el cual también se puede producir en las refinerías) o agroindustriales (ejemplo bioetanol), cada uno de los cuales tiene diversas propiedades fisicoquímicas.
Estos componentes al mezclarse en proporciones adecuadas, dan como resultado gasolinas comerciales con especificaciones técnicas definidas. Entre las especificaciones técnicas mas conocidas están el octanaje, contenido de oxígeno, contenido de azufre y presión de vapor, las dos primeras especificaciones pueden ser potenciadas con la proporción adecuada de bioetanol en las gasolinas, al igual que con la utilización de MTBE. En el caso del MTBE, cada vez con menor uso a nivel mundial por su contaminación a los acuíferos –en los Estados Unidos se prohibió su utilización desde el año 2000–, México importó aproximadamente 25 mil barriles diarios en el año 2017, con la consiguiente erogación de divisas e impacto en su balanza comercial.
Hoy en día, en México se utiliza el bioetanol en dos formas, no siempre bien conocidas por los consumidores. La primera es como componente de las gasolinas importadas hasta en un 10% y la segunda vendiéndose de manera directa en estaciones de servicios dedicadas a su comercialización y/o en pequeños locales de manera informal, como aditivo para mejorar el octanaje. En el segundo caso, el consumidor mas allá de sus potenciales beneficios como mejorador de octanaje lo utiliza buscando un beneficio económico, debido a que los precios de venta están en el orden de 14 a 16 pesos, es decir entre un 20 a 30% por debajo de los precios de las gasolinas en las estaciones de servicios en los últimos meses, de aproximadamente 20 pesos/litro.
Según estadísticas de la Sener, el consumo nacional de gasolinas en 2018 alcanzó los 764 miles de barriles diarios (mbd) de los cuales se importaron cerca de 620 mbd, es decir un 80 % del consumo. Los niveles de importación se han incrementado significativamente durante 2019, asociado a las estrategias oficiales para contrarrestar el hurto de gasolinas, o huachicoleo, a nivel nacional. Esto implica, que de una demanda actual de gasolinas del orden de 760 – 780 mbd, entre 60 y hasta 76 mbd podrían ser producidos en el país solo para satisfacer la potencial demanda nacional de bioetanol, es decir, entre 3,500 y 4,500 ML/A, lo que significa entre triplicar y cuadruplicar la actual oferta nacional, para cumplir con la regulación actual del 10% de mezcla. En algunos países, las regulaciones sobre mezclas han sido incrementadas a 12%, 15% o más – en el caso de Brasil a 27%- para fortalecer la agroindustria nacional y lograr una mayor autosuficiencia.
En consecuencia, la producción a gran escala de bioetanol en México contribuiría a una mayor disponibilidad de componentes de gasolinas de alto octanaje, ayudando cuantitativa y cualitativamente a optimizar el pool de componentes de las refinerías locales y a reducir los volúmenes de importación de gasolinas, en aproximadamente un 10% a 15%; esto sin mencionar el gran impacto social y la derrama económica que se tendrá en las zonas rurales, que según estimados podría conllevar a la creación de centenas de miles de empleos, con inversiones agroindustriales en el orden de 2 mil millones de dólares.
En conclusión, el Estado mexicano debería considerar con celeridad la elaboración e implantación de una política integral, agresiva en cuanto a producción y utilización nacional, de bioetanol – al igual que la han impulsado por años muy exitosamente otros países de la región, como Brasil donde la industria del azúcar y etanol representan cerca del 2% del PIB y Colombia donde los biocombustibles generan alrededor de 100 mil empleos directos e indirectos- para potenciar los beneficios asociados de seguridad energética, ambientales y de desarrollo económico y social.
- * Ingeniero en Energía y Combustibles, Universidad de Leeds, Inglaterra y Master en Administración de Empresas, Henley Management College, Inglaterra. Presidente de Servicios de Liquidación S.A. de C.V. (mauro.hoyer@vindustriales.com)