Álvaro Ríos Roca* / para Energía a Debate
En marzo de 2018 comentamos sobre lo que terminaría aconteciendo en Venezuela. El régimen ya comenzaba a entregar y otorgar a dedo, al capital privado, algunos activos productivos y algunos incentivos para revertir un modelo fracasado. Podían y pueden hacerlo abiertamente, pero esto denota una derrota para el tema ideológico y el supuesto exitoso modelo del Siglo 21 que tanto pregonan.
El adagio aplica: “la necesidad sí tiene cara de hereje”. La situación de Venezuela se ha tornado insostenible en materia de economía, productividad, de exportaciones, diáspora de venezolanos por el mundo (se estima que son 4.5 millones), el desempleo, la hiperinflación y falta de dólares, desabastecimiento y alto costo de los alimentos y medicamentos, colapso de los servicios públicos como combustible, agua, y electricidad.
Los organismos internacionales ya no consideran a Venezuela una “economía emergente” (similar a la mayoría de sus pares en Sur América, por ejemplo), sino más bien una “economía de frontera” (similar a islas del Caribe, Centroamérica y algunos países de África).
Ante esta situación un grupo del poder dentro del gobierno ha logrado hacer un viraje económico a partir de septiembre del 2019. Ha impulsado la libre importación de bienes y que en la economía puedan circular varias monedas. Venezuela tiene una economía mucho más pequeña, pero ahora son los privados quienes están más empoderados.
Un resumido repaso histórico a la situación del petróleo en Venezuela, su casi única fuente de divisas, es menester para entender. Cuando llegó al poder el presidente Hugo Chávez (1998), Venezuela producía 3.3 millones de barriles por día. Un país petrolero de verdad. En el paro cívico nacional (2003) la producción ya había caído a 2.8 millones. Luego vino la famosa nacionalización en 2007 y la toma del poder por el presidente Nicolás Maduro (2013). Para este 2020 la producción había caído a 0.6 millones y, en enero de 2021, a 0.5 millones.
Queda como recuerdo la bonanza de precios internacionales de petróleo entre 2006 y 2015 que le dieron ingresos dantescos a pesar de la caída de la producción. A lo anterior se suman las sanciones impuestas a Petróleos de Venezuela (Pdvsa) por el presidente Donald Trump, que, bajo el lema de máxima presión, buscaban reducir la producción de Venezuela a cero. Todos estos factores dan explicación a la muy compleja situación que vive el país.
El 80 por ciento de la economía está dolarizada y la moneda venezolana, el bolívar, que primero fue fuerte y después fue soberano, ahora básicamente es inexistente. De esta manera varias empresas, entre ellas de alimentos, cemento y de cable que habían sido nacionalizadas, han sido y están siendo vendidas o transferidas al sector privado.
Todos conocemos el desastroso, ineficiente y corrupto manejo de Pdvsa. Refinerías y plantas que no funcionan, inexistente exploración, campos de petróleo y gas que han sido explotados irracionalmente y mucho más. Muchas empresas que han permanecido semi agazapadas en el país, sin invertir, básicamente sobreviviendo e implorando pago de sus deudas, ahora están consiguiendo concesiones y leves mejoras en las condiciones de trabajo.
Ahora, el resto es seguir siendo competitivas con los nuevos productos importados que entran con arancel cero. El gran reto es el desmontaje del monopolio de la importación de combustibles de Pdvsa. ¿Se está a un paso de una liberalización de precios de electricidad y combustibles? La única moneda de pago que tiene Pdvsa es su crudo. Este crudo hoy en día debe salir al mercado asiático a empresas desconocidas.
Pdvsa tiene unos 100 campos que tiene en oferta, algunos con mucho potencial, pero donde el esquema de financiamiento es complejo. Ningún banco del hemisferio occidental prestaría plata. Pero los aliados del gobierno no están ahí, sino en países árabes, Rusia y Asia. Muchos campos ya han pasado a nuevos dueños y estos cambios, que eran muy raros, ahora son frecuentes.
En fin, lo cierto es que aplica eso de la necesidad tiene cara de hereje. Lo criticable del cambio de modelo es que llega con privatizaciones y entrega de activos y servicios sin transparencia, sin licitaciones y sin competitividad.
- *Ex ministro de Hidrocarburos de Venezuela y actual Socio Director de Gas Energy Latín América (GELA).