América Latina tiene una oportunidad de oro para actuar como un tercero frente a Estados Unidos y China y desarrollar su papel como exportador confiable de energía verde e hidrógeno, pero lo más importante para ello es que cualquier movimiento en esta dirección requiere un apoyo normativo, concluyó un estudio elaborado por la empresa Siemens Energy y la empresa consultora Roland Berger.
“La política en el sector es el principal ámbito en el que es necesario actuar”, coincidió la mayoría de los líderes empresariales regionales y globales consultados para la realización del “Índice de Preparación para la Transición Energética” centrado en la región de América Latina.
El documento considera que, después de las políticas, los consultados identificaron tres áreas que tienen un área de prioridad similar. La primera referida al financiamiento.
“La necesidad de actuar en materia de financiación es especialmente elevada en el caso de las fuentes de energía renovables (FER); en este caso, es necesario ajustar el régimen normativo para crear más oportunidades de inversión”, consideraron los participantes en el sondeo.
La segunda área está en relación con la tecnología. “Es necesario actuar especialmente en las soluciones de almacenamiento de energía y en la captura y el almacenamiento de carbono (CAC)”, expuso el Índice.
Y la tercera, conocida como know-how, “es especialmente fuerte para las soluciones Power-to-X”.
Respecto a los progresos de la región en el mantenimiento de los objetivos climáticos para 2030, el reporte revela que los participantes perciben que la consecución de las prioridades energéticas en América Latina está avanzando en muchas áreas.
En generación de energía, los participantes perciben que la expansión de las fuentes de energía renovable está relativamente madura. Sin embargo, al hablar de la región como un todo, la capacidad instalada de energía solar y eólica sigue siendo relativamente baja, lo que deja margen para un mayor despliegue en el futuro.
Por el contrario, añade, las estrategias de salida para la generación de carbón son de aplicación limitada en América Latina, ya que el carbón representa solo el 6% de la generación de energía de la región, según datos al 2020.
Destaca que existe una serie de puntos ciegos para los participantes. Las áreas que tienen un gran impacto, pero en las que se ha avanzado poco, incluyen la implementación de soluciones de almacenamiento de energía -que aún no se han puesto en marcha o están en fase de planificación- y el desarrollo de nuevos modelos de negocio energético.
El estudio se basa en la opinión de alrededor de 530 líderes empresariales regionales y globales, responsables políticos y representantes gubernamentales de diversos sectores que asistieron a la Latin America Energy Week 2022, que es parte de una serie de conferencias organizadas por Siemens Energy para debatir los desafíos y las oportunidades regionales para la transición energética.
Respecto a su metodología, la encuesta agrupó las respuestas de los expertos en cada una de las 12 prioridades energéticas clave predefinidas, combinando el progreso de cada prioridad (preparación) con una evaluación de su respectiva importancia (madurez del sistema), medida por la importancia promedio de todas las prioridades.
El informe, que describe la preparación percibida en una escala de 0 a 100%, encontró que la región tiene actualmente una puntuación del 22% en el índice de preparación. Esto indica que, aunque América Latina tiene una base sólida para ampliar su influencia en la transición energética mundial, tendrá que crear las condiciones adecuadas para ello, logrando una mayor integración regional y haciendo de las exportaciones de energía limpia una prioridad estratégica.
Los participantes estimaron que las emisiones de la región se redujeron un 17% en promedio entre 2005 y la actualidad, y solo cuatro de cada diez respondieron correctamente que en realidad no se había logrado ninguna reducción de las emisiones.
La razón de esta discrepancia, según el estudio, es el resultado de las discusiones públicas sobre las medidas iniciales de descarbonización ya en marcha, cuando, en realidad, el crecimiento de emisiones contrarresta cualquier reducción potencial lograda por estas medidas en la actualidad.
El Índice considera que esta brecha también se refleja en las expectativas del futuro, donde los participantes esperan que los niveles de emisión se reduzcan un 37% para el 2030 en comparación con el 2005, una cifra por lo tanto muy ambiciosa.
En términos globales, América Latina es un contribuyente menor al cambio climático, representando solo el 5% de las emisiones globales de CO2 en 2020. Sin embargo, las emisiones crecieron alrededor del 20% entre 2005 y 2019, impulsadas por la expansión económica y el aumento de la demanda de energía.
Siemens Energy y Roland Berger señalaron que el “Índice de Preparación para la Transición Energética” forma parte de una colaboración global entre ambas empresas, “con el objetivo de obtener datos valiosos para mejorar las estrategias clave para la transición energética”.
Indicaron que a finales de este año se publicará una versión global del informe, que incluirá información consolidada de todas las regiones.