David Shields
Los partidarios de la 4T sostienen que la política energética del Presidente López Obrador es mejor que las de sexenios anteriores, sobre todo en dos aspectos: menos corrupción y una mejor comprensión de lo que es seguridad energética.
El Director General de Pemex, Octavio Romero, puso un ejemplo, según él, de saqueo en el pasado y éxito en el presente. Dijo que, bajo su mando, Pemex ha invertido 80 mil millones de pesos en nuevos campos petroleros, sobre todo en aguas someras, obteniendo una producción de 186 mil barriles diarios. En cambio, los gobiernos de Calderón y Peña gastaron el triple en aguas profundas y no produjeron ni un solo barril. Y tiene razón. Aunque también Pemex dejó inconclusos trabajos avanzados en aguas profundas, que este gobierno no quiere retomar.
Pero, ¿es cierto que el gobierno de AMLO hace mejor las cosas? Si comparamos manzanas con manzanas, veríamos que Calderón y Peña tuvieron un mejor desempeño que el gobierno actual en el desarrollo de campos nuevos en aguas someras, obteniendo 800 mil barriles diarios adicionales. Esto, no obstante, pasó desapercibido debido a que, simultáneamente, se perdieron dos millones de barriles por día por el colapso del supergigante Cantarell.
Pero ¿por qué comparan con lo fallido? Si entienden mejor y no hay corrupción, ¿por qué son mediocres los resultados de Pemex y CFE? La producción total de crudo no aumenta, la de las refinerías tampoco. La rehabilitación de éstas, también la construcción de Dos Bocas, llevan rezagos.
Lo mismo en CFE. Desde hace rato promete construir seis nuevas centrales de ciclo combinado con inversiones de casi 3 mil millones de dólares, más 18 proyectos de transmisión. Pero en los hechos, todo es grilla, pleitos, hostilidad hacia el capital privado. La empresa que dirige Manuel Bartlett platica proyectos, pero no los concreta.
El plan de los ciclos combinados está atorado. Los contratistas lo ven con desconfianza, por tiempos de construcción poco realistas, por condiciones inaceptables de garantías y penalizaciones, y por el freno jurídico a la reforma eléctrica que quiere AMLO, que también afecta. Así como van, éste será el primer sexenio en el que la CFE no terminará de construir ni una sola nueva central generadora ni un solo gasoducto.
La reforma eléctrica de AMLO, si prospera, lejos de fortalecer a la empresa estatal, aumentará los costos del suministro básico, perjudicando a la CFE –que perderá más clientes industriales– y a las finanzas públicas, obligando a elevar subsidios para no subirle la luz al pueblo. Pegarán tarifas altas a grandes industrias y a negocios pequeños –éstos que no gozan de subsidios, pero sí dan empleo–, y generará más contaminación por la quema de combustóleo.
El gobierno de AMLO desalienta inversiones que se hicieron de buena fe y no paga a proveedores. Ha propiciado un ambiente de negocios judicializado. Contrario a la legalidad y a las mejores prácticas, hay más opacidad y más adjudicaciones directas. Con mejores precios del petróleo, Pemex podría hacer grandes sinergias con socios y aliados privados, pero rechaza esa opción por completo.
Es erróneo pensar que frenar proyectos privados abona a la seguridad energética. También lo es oponerse a la transición a energía limpia, descomponer el mercado eléctrico y poner trabas al intercambio transfronterizo de combustibles. En un mercado global con energéticos abundantes, el abasto sólo está en riesgo en casos de fuerza mayor, como cuando se cortó el gas por las heladas en febrero. Pero eso se resuelve mejor, no comprando ni construyendo activos de refinación, sino promoviendo proyectos muy diversificados dentro del país y mediante garantías de suministro en mercados abiertos.
Con más inversión privada, se realizarían muchísimos más proyectos y mejor orientados a las necesidades del país. Pero la ideología patriotera ciega al gobierno frente a esa oportunidad. Mientras tanto, Pemex y CFE quedan a deber en cuanto a resultados.
Artículo publicado hoy en el periódico Reforma.
David Shields es analista de la industria energética. Su e-mail: david.shields@energiaadebate.com