Va en serio el propósito de fortalecer a Pemex y a CFE. La petrolera estatal recibirá un incremento de 14.1 por ciento en su gasto, la eléctrica un 8 por ciento, en 2019.
El Presidente López Obrador quiere invertir en yacimientos, refinerías y plantas generadoras para producir más energía. ¿Había otra opción? Las inversiones por la Reforma Energética aún no maduran, aún no se traducen en barriles. Ahora, en su lugar, se propone un Plan Nacional de Producción de Hidrocarburos, que fija una meta de producción de 2,480,000 barriles diarios de crudo a fin de sexenio. El plan luce muy optimista en cuanto a metas, pero creíble en cuanto a estrategias.
El gasto de Pemex aumentará el equivalente a 3.5 mil millones de dólares en el presupuesto de 2019, superando los 23 mil millones de dólares. De esta manera, el nuevo gobierno le empieza a asignar recursos –que la administración anterior le negó– para desarrollar sus descubrimientos.
El problema es que éstos no son yacimientos gigantes –al contrario, casi todos son muy pequeños en términos históricos– y ese nivel de presupuesto es aún inferior al que tenía Pemex hace algunos años. Varios analistas han señalado que se requerirían 23 mil millones de dólares de inversión anualmente o más, no para todo Pemex sino tan sólo en exploración y producción, para alcanzar las metas de producción de petróleo fijadas por López Obrador.
Eso, sin hablar de gastos en refinerías. No se ha informado cuánto del presupuesto de Pemex se destinará a la rehabilitación de éstas o a la construcción de la nueva refinería de Dos Bocas. Seguramente esto se informará pronto, y también cómo se financiará esa nueva refinería, cuya licitación está prevista para marzo. Contratar deuda parece ser la única opción.
Lo anterior ocurre en momentos en que las finanzas de Pemex están en la mira de las calificadoras y su grado de inversión y su acceso a nuevos fondos están en riesgo. Los tenedores de bonos de Pemex están nerviosos desde la decisión de cancelar el aeropuerto de Texcoco.
Por lo pronto, el Plan de Producción es un paso sólido en la dirección correcta, pero los mercados quieren ver un Pemex que realice más proyectos conjuntos de exploración y producción con privados. Además, el no haber desmantelado la Reforma Energética tranquiliza a los inversionistas. En cambio, el propósito de gastar en refinerías genera desconfianza, cuando Pemex tiene que pagar cerca de 20 mil millones de dólares de deuda que vence en los próximos tres años.
La duda es si el dinero disponible para inversión alcanzará para elevar la producción y para las refinerías. ¿Los nuevos yacimientos cumplirán las expectativas? ¿Habrá suficiente petróleo para dar viabilidad a la nueva refinería de Dos Bocas, producir más gasolina y bajar el precio del litro al consumidor? ¿La nueva refinería se podrá construir en tan poco tiempo y al costo que prevé el gobierno? ¿Se necesita una tercera refinería, tan lejos de mercados, en el sureste del país? López Obrador ofrece una política petrolera con nuevo rumbo y cada día más clara y detallada, pero, aun así, sus metas son, en buena parte, un acto de fe.
* David Shields es analista de la industria energética. david.shields@energiaadebate.com