En el texto pasado platicamos del origen de los subsidios eléctricos que se dan a partir de que el Estado compra las empresas eléctricas y cubre el faltante de los costos con recursos provenientes del erario.
El esquema era sencillo: el Estado mediante un par de empresas operaba todo el sistema eléctrico. Los ciudadanos podían generar energía para su consumo propio pero sin entregar energía a la red eléctrica. Y así se mantuvo el sistema desde 1960 hasta la década de los 90.
La firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos hizo necesario crecer y mejorar la forma en que se generaba energía para poder ofrecerla a las empresas que llegarían, pero el gobierno no tenía dinero suficiente para todo eso.
Había entonces dos formas de lograrlo: contratar a empresas que construyeran y operaran centrales eléctricas a costo más bajo de lo que lo hacía CFE, y permitir que privados generaran su propia energía, la transportaran a través de la red del gobierno, pagaran por ese uso y la consumieran en otro sitio. Ese uso de las redes de parte de los privados obligó por primera vez en la historia del país a calcular el costo del transporte de energía.
“Ese uso de las redes de parte de los privados obligó por primera vez en la historia del país a calcular el costo del transporte de energía”.
Al ejecutarse, los nuevos modelos lograron que las empresas ofrecieran un costo de energía más bajo que el de CFE. Pero como los privados solo ampliaron capacidad sin necesariamente desplazar centrales, el costo de energía seguía siendo alto, por lo que la empresa del gobierno completaba sus ingresos con subsidios. El mismo esquema de 1960.
Con la firma del Protocolo de Kyoto surgió la necesidad de que México generara más energía desde fuentes limpias, como la eólica o solar, pero la empresa del gobierno no tenía dinero ni experiencia para hacerlo. Además había otra complicación, las zonas donde se podía generar más con fuentes renovables estaban lejos de la red de transmisión, de manera que había que ampliarla.
Entonces se generó un esquema por el que los generadores privados podían aportar dinero para desarrollar estas líneas y, a la hora de pagar su transmisión, solo desembolsaban por el costo de operación y mantenimiento. El resto de los usuarios pagamos una tarifa que cubre operación y mantenimiento, pero también el desarrollo de nueva infraestructura, que los que construyeron esos parques eólicos ya no pagan.
Pero, cuidado, no es que no paguen transmisión, es que de hecho pagaron parte de su tarifa por adelantado.
¿Es esto un subsidio? No, si acaso, al inicio es una aportación de particulares al Estado Mexicano y a su sistema eléctrico. Pero sobre el autoabastecimiento hay más mitos de subsidios que platicaremos la semana siguiente.
(Lea la primera parte de esta entrega aquí)
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