Más allá de leyendas, mitos y promesas falsas sobre los gasolinazos, es muy importante que tengamos claro cómo se construye el precio de las gasolinas y diésel que pagamos los consumidores en México y luego comparar esos precios con los de otros mercados para así poder sacar nuestras propias conclusiones sobre los “dimes y diretes” de nuestro Poder Ejecutivo.
En muchos países, los precios de las gasolinas están sujetos a políticas internas que impiden que el valor de esos precios responda únicamente a cuestiones de mercado (referencias internacionales en los precios de crudo y gasolinas), costos de refinación, costos de logística y márgenes comerciales. Entre las políticas internas aplicables, se encuentran las fiscales, de suavizamiento, subsidios y electoreras.
En México, desde 2018 los precios de la gasolina y diésel siguen una lógica de mercado y el valor de la molécula está ligado a la referencia internacional USGC, Houston, Waterborne, el cual se convierte a pesos utilizando el tipo de cambio FIX que publica Banco de México. A ese valor de la molécula en pesos se le suman los costos de transporte, almacenamiento, precio de importación y margen comercial. A su vez, estos precios se ven impactados por la aplicación del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), el cual se ajusta semanalmente a través del concepto denominado “estímulo fiscal”, que permite suavizar los movimientos de los precios internacionales a través de reducir el monto que se paga de impuestos por concepto de IEPS.
Sin embargo, este concepto también se está utilizando para “controlar” que los precios suban conforme una ruta similar a la de la inflación, lo cual fue anunciado por el Ejecutivo desde principios de esta administración; es decir, los precios de las gasolinas y diésel en México han presentado incrementos que no están asociados a incrementos en la referencia internacional de la molécula. Así, la política fiscal actual permite suavizar los incrementos mediante el componente de “estímulo fiscal”, pero las caídas en los precios internacionales no se transmiten necesariamente con reducciones en los precios finales a los consumidores, puesto que se reduce el “estímulo fiscal” y se cobra más por concepto del IEPS.
“Las caídas en los precios internacionales no se transmiten necesariamente con reducciones en los precios finales a los consumidores”.
Lo anterior ha tenido como resultado que en los últimos años el cobro del IEPS más el IVA represente más del 40% del precio que pagamos por la gasolina y diésel que consumimos. Cabe destacar que, como se observa en la gráfica siguiente, aunque los precios promedio anuales de venta al consumidor de gasolinas no registraron cambios importantes entre 2022 y 2023, el cobro por IEPS fue mayor y, por ello, las y los mexicanos pagamos un precio final mayor.
Tabla 2
Fuente: Elaboración propia con datos del SIE de la Sener y de la SHCP.
Como puede observarse, la tendencia es al alza en los precios y el aumento promedio entre 2018 y 2023 fue de casi 20%, al pasar de un promedio anual de $18.32 a $22.05 pesos por litro.
Por su parte, si comparamos los precios promedio de la gasolina regular del mes de noviembre pasado entre Estados Unidos y México, se observa que acá el precio fue 45% más caro que allá y que el porcentaje de impuestos es de casi una tercera parte en Estados Unidos respecto a lo que se paga en México:
Tabla 3
Fuente: Elaboración propia con datos del SIE de la Sener, SIE de Banxico y la EIA.
En otro comparativo, de acuerdo con Global Petrol Prices [1], México es el cuarto país con los precios de la gasolina más altos en América Latina y el Caribe, ello en gran parte debido a la política recaudatoria antes mencionada. A continuación, los 10 países más caros:
Tabla 4
Fuente: Elaboración propia con datos de Global Petrol Prices publicados por Bloomberg y con tipo de cambio del SIE de Banxico.
En resumen, la política fiscal interna distorsiona los precios de las gasolinas con el cobro de un impuesto especial y un componente denominado “estímulo fiscal”. Estos recursos van directo al presupuesto de Hacienda sin que estén etiquetados para compensar los daños ambientales por las emisiones generadas por la quema de los combustibles, ni para apoyar a las familias de menores ingresos, ni para promover mejoras a los sistemas de transporte público.
Y más allá de la leyenda urbana del “gasolinazo”, lo que hay es una política recaudatoria que mantiene una tendencia alcista en los precios de la gasolina Magna, Premium y del diésel, sin que ello responda a precios de mercado sino a una promesa del Ejecutivo de que los precios subirían conforme a la inflación.
En mi opinión, habrá que hacer una revisión a este esquema fiscal, analizando de manera particular el destino que se deberá dar a los recursos recaudados por el IEPS para que abonen a tener un sector energético más justo y limpio.
Nota:
[1]https://www.bloomberglinea.com/2024/01/05/precio-de-la-gasolina-en-latinoamerica-los-paises-con-el-litro-mas-caro-en-2024/
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