Cuando analizamos el presupuesto que ha sido asignado a Pemex para el año 2024 nos damos cuenta de que hay una reducción importante, la cual pretende compensarse –en lo posible– con la reducción del Derecho de Utilidad Compartida (DUC) de 40 a 30 %; no obstante, el monto que requiere la empresa nacional por este concepto no compensará las necesidades que tiene para poder cumplir con sus compromisos de restitución de reservas e incrementar la producción.
El presupuesto total aprobado del año 2024 para el funcionamiento del sector público es de unos nueve billones de pesos. Este monto significa un aumento del cuatro por ciento en términos reales con respecto al presupuesto del 2023. De ese total se está aprobando para Pemex un total de 505 mil millones de pesos. En comparación con los 678 mil millones asignados en el presupuesto del 2023, representa una reducción de 173 mil millones, es decir, alrededor de un treinta por ciento menos, siendo la primera vez que esta administración reduce la disponibilidad presupuestaria para la empresa productiva nacional.
Este tipo de decisiones llevan a reflexionar sobre la visión energética que tiene el país y la responsabilidad de convertirla en estrategias y programas que realmente permitan la materialización de un verdadero Plan Nacional de Desarrollo (PND). Pareciera que no existe claridad de propósito para establecer la prioridad que requiere el sector energético para ejercer el liderazgo operativo y financiero de la empresa nacional y cumplir los compromisos hechos por México desde la COP 21 de Paris y que se ratificarán en la COP 28 de Dubái a finales de este mes.
“Pareciera que no existe claridad de propósito para establecer la prioridad que requiere el sector energético para ejercer el liderazgo operativo y financiero de la empresa nacional”.
Esta administración se propuso como objetivo prioritario en el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024,
“el rescate del sector energético con base en el impulso brindado desde el Gobierno Federal a Petróleos Mexicanos para desarrollar actividades estratégicas en materia energética y así estimular la competitividad, el crecimiento económico y el empleo, convirtiéndose en la locomotora del desarrollo nacional”.
Dicho Plan no incluyó ningún tipo de reconocimiento a las empresas privadas que se encuentran trabajando en el sector energético en el país, las cuales, desde el año 2015 hacen un importante aporte al PIB en términos de empleos y programas sociales en los lugares donde desarrollan sus operaciones.
La reflexión en este momento, transcurridos cinco años de esta administración, está relacionada con la realidad de la industria a nivel internacional, en la cual Pemex ocupa una posición importante dentro de las diez empresas a nivel mundial con base en el nivel de producción que supera los 1.5 millones de barriles por día. La creciente urgencia generada por el cambio climático y la imperiosa necesidad de ser verdaderos protagonistas de los procesos de transición energética y descarbonización llevan a revisar y transformar el sector y contribuir de manera significativa a la construcción de un futuro sostenible. La industria petrolera está asumiendo la responsabilidad de su impacto y está comprometida con la reducción de emisiones y la descarbonización.
El PDN del 2024-2030 requiere impulsar el desarrollo sostenible para alcanzar y mantener la autosuficiencia, incluyendo el reemplazo del consumo de combustóleo y diésel por gas natural para la generación de electricidad, reconfigurar las refinerías para eliminar la producción de combustóleo, activar la nueva refinería para incrementar la producción nacional de gasolinas y otros petrolíferos y acercarse aún más con el sector privado para fortalecer el sector energético nacional.
La transición energética parte de una visión que permite construir planes, programas y compromisos con base en tecnologías y mejores prácticas. También implica cambios culturales en las instituciones y empresas, promoviendo mentalidad y conductas de resiliencia y adaptación.
La industria petrolera nacional debe estar dispuesta a reinventarse y diversificar sus habilidades y capacidades para abrazar los desafíos y oportunidades que ofrece la transición hacia un futuro más limpio. México forma parte de esa aldea global que requiere estos cambios y los mismos deben reflejarse en el futuro Plan Nacional de Desarrollo. El sector energético lo exige, el bienestar del pueblo mexicano lo demanda.
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