México, como signatario del Acuerdo de París, adquirió diversos compromisos internacionales para mantener el aumento de la temperatura del planeta por debajo de los 2 °C. Hoy, con un aumento de alrededor de 1.2 °C, los mexicanos ya estamos notando los efectos del cambio climático: sequía, calor abrumador y perturbaciones del ciclo del agua. Llegar a los 2 °C implica decirle adiós a la gran mayoría de los países isleños del Caribe y del sudeste asiático, así como a diversas ciudades costeras de México.
Bajo este contexto, vale la pena revisar el desempeño de nuestro país con respecto a dos metas del sector eléctrico. La primera se refiere a la meta de energías limpias establecida en la Ley de Transición Energética, la cual plantea que al menos 35% de la electricidad generada en el país para el año 2024 debe provenir de fuentes limpias. Según datos del CENACE, el pico más alto de contribución de renovables fue en el año 2021, con una contribución del 27.6%, cifra que se redujo a 26.3% en 2022; para 2023, la SENER debió haber publicado este dato a más tardar el 31 de mayo de 2024.
Por otra parte, la meta de energías limpias está íntimamente relacionada con la meta de emisiones, ya que el objetivo último de tener energías limpias es precisamente la reducción de emisiones de los Gases de Efecto Invernadero (GEI) que provocan el cambio climático. México se comprometió a reducir sus GEI en un 22% para 2030. Para esto, la SEMARNAT en conjunto con el INECC se dieron a la tarea de calcular la contribución de cada sector a la meta; de este análisis se estableció que el sector eléctrico debía reducir sus emisiones de 456 kg de CO2 equivalente por MWh generado en 2013 a 314 kg CO2e/MWh para 2030.
Estos valores son llamados el Factor de emisiones y se refiere al total de emisiones de GEI derivados de la generación de electricidad dividido entre el total de electricidad generada (MWh) a nivel nacional durante un año. Aquí se repite la misma historia que con la meta de energías limpias: el mejor avance se logró en 2021, que coincide con el último año de entrada en operación de las centrales ganadoras de las subastas eléctricas (423 kg CO2e/MWh); durante los años 2022 y 2023 este dato aumentó para quedar en 438 kg CO2e/MWh.
En la siguiente imagen se comparan los factores de emisiones de diversos sistemas eléctricos del mundo y su evolución en la última década. Destaca la reducción del 55% de las emisiones de Chile en los últimos 10 años, seguido de un 26% de la Unión Europea y valores similares de algunos países que la conforman. La reducción de emisiones de México en el mismo periodo ha sido del 4%. La imagen también refleja a otros países latinoamericanos que se encuentran ya en el umbral al que todos buscamos llegar. Finalmente, se destaca la gran diferencia que existe en cuanto a emisiones de GEI que emite el gas natural (combustible fósil) y las energías renovables; unas nos sirven para cumplir la meta de reducción de emisiones, el otro no.
.
Las centrales eléctricas ganadoras de las subastas eléctricas que entraron en operación entre 2018 y 2021 significaron la mayor contribución a la reducción de emisiones; su suspensión durante 6 años ha reducido la inversión en energías limpias. Y es que de toda la nueva capacidad de generación de los permisos que PEMEX y CFE solicitaron a la CRE entre 2019 y 2023, solo el 9% de estos corresponde a fuentes limpias y 91% continuarán contribuyendo al cambio climático.
“Las centrales eléctricas ganadoras de las subastas eléctricas que entraron en operación entre 2018 y 2021 significaron la mayor contribución a la reducción de emisiones”.
Los próximos 6 años de camino a 2030 tendremos que acelerar la integración de renovables y, sobre todo, dejar de invertir en centrales de combustibles fósiles. Estas metas no existen solo por existir, nos ayudan a medir la atención de nuestro país a la justicia climática, a la posibilidad de que las y los mexicanos podamos continuar viviendo en un país donde los desastres naturales constantes y las sequías no imposibiliten el desarrollo pleno y digno de su población y su invaluable diversidad natural y cultural.
*/ Valeria Amezcua es ingeniera química por la Universidad Iberoamericana y maestra en Energía y Sustentabilidad por la Universidad de Southampton. Desde hace 9 años se ha especializado en la descarbonización y democratización de la energía, destacando su labor en el desarrollo y evaluación de regulaciones en la Comisión Reguladora de Energía. Actualmente, desarrolla estrategias de descarbonización en VIA Climate Solutions y preside la Red Agrovoltaica Mexicana.
Las opiniones vertidas en la sección «Plumas al Debate» son responsabilidad exclusiva de quienes las emiten y no representan necesariamente la posición de Energía a Debate, su línea editorial ni la del Consejo Editorial, así como tampoco de Perceptia21 Energía. Energía a Debate es un espacio informativo y de opinión plural sobre los temas relativos al sector energético, abarcando sus distintos subsectores, políticas públicas, regulación, transparencia y rendición de cuentas, con la finalidad de contribuir a la construcción de una ciudadanía informada en asuntos energéticos.