Tocaré dos escenas de este sexenio para poner en contexto.
Escena 1: Inversionistas o gente de empresas van a Palacio Nacional y posan para la foto con el presidente, anunciando que se ha llegado a algún tipo de acuerdo con él, o que éste dio su visto bueno a algún proyecto. Así sucedió con supuestos acuerdos de hidroeléctricas al inicio del sexenio. Vale agregar que no se conoce algún avance al respecto. Pero así ha sido con otras empresas y proyectos. Si ha leído usted la Ley de la Industria Eléctrica, no aparece en ninguna parte que sea requisito ir a reunirse con el presidente, ni obtener su acuerdo para que algún proyecto se realice. Basta con cumplir con lo que dice la propia ley.
Escena 2: ¿Recuerda Usted las consultas que iniciaron Estados Unidos y Canadá en contra de México por asuntos energéticos?
Pues bueno. La segunda queja era que el Estado Mexicano, mediante diversas autoridades, estaba bloqueando la inversión de empresas originarias de estos países.
¿Qué ha sucedido desde entonces? Reuniones de empresas con el presidente y con la secretaria de Economía. Ninguna de las dos reuniones está contenida dentro de la normatividad para que los proyectos se desarrollen.
Pero a partir de estos encuentros una serie de proyectos del sector energético se han ido desbloqueando y diversas empresas norteamericanas y canadienses han podido continuar con sus proyectos y ponerlos en operación. Esto significa que para Estados Unidos y Canadá, la consulta y negociación derivadas en el contexto del T-MEC han sido relativamente exitosas.
Pero cuidado. México no tiene inversión solo norteamericana para sus proyectos, sino que hay una cantidad importante de capital europea en el sector, tanto eléctrico como de los hidrocarburos, que parece no correr con la misma suerte que la inversión norteamericana.
A pesar de los acuerdos con empresas en el marco del T-MEC, se mantienen sin entrar en operación unos 1,700 MW de capacidad de generación tanto eólica como solar.
Entonces, por un lado, se han liberado algunos proyectos pero hay una capacidad muy grande de permisos frenados, simulando el respeto a la ley; pero por otro lado, no hay Estado de Derecho. Parece ser que el principio es: el Estado soy yo, y no es suficiente con cumplir con la ley, sino llegar a acuerdos con el gobierno, acuerdos que no están considerados en la ley.
“Parece ser que el principio es: el Estado soy yo, y no es suficiente con cumplir con la ley, sino llegar a acuerdos con el gobierno”.
¿Hay forma de que se cumpla la ley? Parece que forzando desde gobiernos extranjeros.
No sería extraño que pronto las embajadas de los países europeos, o incluso la embajada de la Unión Europea de México, inicien algunas quejas como las del T-MEC, reclamando la falta de cumplimiento de la ley en México en materia de inversión.
¿Por qué no lo han hecho hasta ahora? Tal vez el exceso de prudencia de los estados europeos sobre la política energética mexicana; sin embargo, en cualquier momento pueden iniciar esos procesos en búsqueda de tener los mismos beneficios que las inversiones de Estados Unidos y Canadá. Recordemos que la Unión Europea es nuestra segunda región con intercambio comercial, solo después de la región T-MEC.
Pero el gran problema es que en México parece que hay que tener una excepción para que se cumpla la ley. Al menos en este sexenio, el Estado de Derecho es una graciosa dádiva del gobierno y no la normalidad.
Esto aleja la inversión o permite atraer solo ese tipo de inversión que no necesitamos: el capitalismo de cuates, o lo que al presidente sí le guste. Y así ganan unos cuantos, lo que diga su dedito.
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