La Ley de la Industria Eléctrica se concibió en el marco de la reforma a la Constitución en materia energética, pero también en un contexto internacional de lucha contra el cambio climático, lo que da pie a la transición energética.
Para empujar la transición energética los legisladores insertaron en la Ley el mecanismo de Certificados de Energía Limpia (CEL), el cual obligaba a todos los suministradores a que un porcentaje de la energía que venden a sus clientes provenga de fuentes limpias. Los suministradores debían comprar tantos certificados como fuera necesario de los generadores.
Los CEL buscaban que, en lugar de sanciones por consumir energía contaminante, hubiera un incentivo mediante ingresos adicionales para invertir en proyectos de energía limpia. La intención era que hubiera más capacidad nueva, no solo crear un método de contabilización de energía limpia. Parece que este es lo que la actual administración federal no ha entendido.
Entonces, al hacer las reglas de estos certificados se decidió que solo la capacidad nueva de generación limpia tuviera acceso a estos certificados. Por otro lado, algunas fuentes de cogeneración se consideraron energía limpia, siempre que cumplieran con criterios de eficiencia mínima. Los ciclos combinados quedaron fuera de la definición de energía limpia en la Ley de Transición Energética.
Sin tener claridad de la razón, este gobierno la ha emprendido en contra de los CEL como uno de los enemigos de la política energética. Y la ha emprendido con todo tipo de agresiones:
“Este gobierno la ha emprendido en contra de los CEL como uno de los enemigos de la política energética”.
Una reforma a la Ley de la Industria Eléctrica los deformaba de manera que todo generador de energía por fuentes limpias, sin importar si era nuevo o de hace un siglo, tuviera el mismo beneficio. Entonces no era necesario tener nueva capacidad limpia en el país, sino que los objetivos de más energía se podían maquillar con la energía limpia de hace cien años. La modificación de los criterios, hecha el primer año de gobierno, buscaba lo mismo: crear los CEL pirata, sobre los que corrió ya mucha tinta hace años.
Ahora, la Comisión Reguladora de Energía busca simular que hay energía limpia al cambiar la definición, no al permitir integrar mayor capacidad de generación al sistema. Tal vez ahora la creación de CEL piratas es un poco más compleja, pero la intención es la misma. Como la generación de energía por medio de centrales de ciclo combinado es la que más energía aporta al sistema, pretenden que una parte de la energía de esas centrales, la que genera con vapor sin utilizar combustibles adicionales, pueda ser considerada energía limpia.
Con eso, la energía limpia del país pasaría de poco menos de 30 a casi 50 por ciento de un plumazo, sin necesidad de desarrollar un solo watt nuevo de capacidad de generación. De nuevo, burlar la ley e intentar burlar los tratados internacionales.
Esto no será útil en el ámbito internacional, donde los conceptos de energía limpia son claros y la simulación local no logrará algo, pues no hay reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, que es la intención de la transición energética.
El problema de fondo no son los CEL, sino que este gobierno decidió frenar la inversión privada en energía. No entiende la energía limpia, la transición energética ni el cambio climático, pero decidió apostar todo a lo que cree que entiende: los hidrocarburos.
Este nuevo fraude a la ley, ahora desde la CRE, busca –como casi todo en este gobierno– hacer la voluntad del presidente, quien ya dijo que el país cumplirá con sus obligaciones en materia de energía limpia, a plumazos y decretos, no con inversión y verdadera energía limpia, que es lo que se requiere.
Pero el mundo sabe que México está intentando engañar y solo se engaña a sí mismo, e intenta torcer la ley para simular. La realidad es que México y los mexicanos estaremos a miles de megawatts de energía limpia de cumplir con nuestro compromiso internacional. Aunque queramos jugar al tío Lolo.
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