Hace unas semanas se presentó al futuro director de PEMEX. En su discurso hubo una mezcla de asuntos ideológicos, defensa del presente sexenio y un par de puntos en los que manifestó un abierto disenso… O eso pareció. Me refiero a meter a PEMEX en la producción de renovables y a incrementar la producción de gas. Ahondaré sobre lo segundo.
La producción de gas natural en México tuvo un récord en 2008, año en el que superó los 7,000 millones de pies cúbicos diarios (MMpcd). En 2011, la producción cayó a unos 6,500 MMpcd y luego a unos 4,800 MMpcd en 2016 (con información histórica de la Comisión Nacional de Hidrocarburos). Desde entonces no se ha incrementado la producción de gas y, de hecho, se han llevado a cabo proyectos de construcción de gasoductos que aprovechan los costos bajísimos de gas en Texas para alimentar ciclos combinados que desplazaron el uso de combustóleo, con lo que se pretendía bajar emisiones y el precio de la energía eléctrica. El sistema eléctrico depende actualmente de gas natural importado, a partir del cual se genera alrededor de 50 por ciento de la energía que se produce en el país.
Hoy en día se importan poco más de 6,000 MMpcd, mientras que la producción de gas de PEMEX (4,500 MMpcd) alcanza solo para sus usos propios y un poco para otras industrias. La soberanía requeriría producir más de 10,000 MMpcd.
En este sexenio se desarrollaron desde CFE proyectos de centrales eléctricas de ciclo combinado que usan gas natural. Estos proyectos incrementarán el uso de gas natural importado en el país en un 15%. Al mismo tiempo, CFE promovió la exportación de gas natural, que fue a su vez importado de Estados Unidos, a través de una terminal de licuefacción de gas natural. Estas dos acciones claramente contrarias.
En el sexenio no se atendió la producción de gas. De hecho, como algunos legisladores denunciaron, campos como Quesqui e Ixachi quemaron su gas de forma irregular para acelerar la producción de crudo.
Pero en su primer discurso, el futuro director de PEMEX habló de retomar la producción de gas natural, en aras de lo que este gobierno y el siguiente entienden como soberanía.
¿Hay reservas? Sí, en el norte del país compartimos con Estados Unidos uno de los yacimientos más importante. Es curioso que importemos gas producido de ese yacimiento compartido, pero proveniente del otro lado de la frontera. La producción en México se detuvo entre otras razones por los altos costos y, posteriormente, por el freno presidencial al fracking.
Ahora, ¿qué modelos contractuales se usarán para la extracción de gas? Por el momento la ley tiene las asignaciones a empresas del Estado y los contratos ya sea de producción o de utilidad compartida con privados. Pero nada de esto se ha anunciado.
¿Qué modelos contractuales se usarán para la extracción de gas?
En las semanas recientes se dio a conocer la inversión de grupo Carso con PEMEX para una especie de farmout para extraer el gas natural en un yacimiento descubierto en la época de Calderón (Lakach), además de inversión del mismo grupo Carso en otros proyectos gasíferos. Lo curioso es que el mercado natural del gas de Lakach es el sureste de México, pero al mismo tiempo se prevé el desarrollo de un gasoducto que lleve gas importado justo a esa misma región. ¿Cuál de los dos será el bueno?
Entonces surgen las preguntas: ¿se quiere reavivar la producción de gas liberando el fracking en nuevos yacimientos? ¿Se rescatará la producción de gas en alianza con una empresa, sin licitaciones? ¿Cuánto gas pretenden producir y cuánto desplazar de lo importado? ¿Será competitivo el costo de esta producción ante la importación? En caso de que se lograran satisfacer las necesidades nacionales, ¿qué harán con los ductos a los que CFE les alargó el contrato en la renegociación? Son dudas que surgen de lo que se dejó leer entre líneas del discurso de presentación. Dudas cuyas respuestas son de miles de millones de dólares.
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