Las políticas públicas deben adaptarse al entorno cambiante y deben ser ágiles en momentos de crisis. En materia de gas natural estamos en medio de una verdadera encrucijada.
El gas natural ha sido un puente hacia un consumo energético menos contaminante que nos ha permitido ir satisfaciendo la demanda de una economía en crecimiento. Pero este puente no llegó a la otra orilla. Estamos a la mitad.
Actualmente tres grandes vectores son los que hacen que el gas natural se perfile como uno de los temas centrales de nuestra política energética: la emergencia climática, la vulnerabilidad del abasto y el reordenamiento geopolítico internacional.
Estamos frente a la urgente necesidad de reducir la emisión de metano a la atmósfera (90% del gas natural es metano): es uno de los gases de efecto invernadero más potentes y su reducción inmediata, que es viable y rentable, es una de las pocas avenidas que quedan para no rebasar un aumento peligroso de la temperatura global.
También estamos en una situación vulnerable para el abasto de gas: 70% de nuestro consumo se importa por ductos de EE. UU., nuestra producción doméstica no crece y la infraestructura de ductos está fragmentada.
Pero, sobre todo, estamos ante una oportunidad inédita, e irrepetible, para hacer crecer la economía y generar empleos gracias a la relocalización de empresas, cuya condición principal para instalarse en México es contar con la certeza del abasto de energía limpia de largo plazo.
¿Qué hacer? La política energética no puede ser un fin en sí mismo, tiene que ser una herramienta para habilitar las otras políticas públicas torales para el país. Una política energética habilitante tiene que servir a la política industrial, asegurando un suministro confiable y limpio para el nearshoring; tiene que servir al desarrollo económico sustentable, llevando energía a los polos de desarrollo del sureste; tiene que apuntalar las alud pública, eliminando los contaminantes de refinerías y centrales eléctricas que afectan a las ciudades circundantes; tiene que soportar la modernización del comercio y la movilidad, acompañando la descarbonización del sector transporte.
“La política energética no puede ser un fin en sí mismo, tiene que ser una herramienta para habilitar las otras políticas públicas torales para el país”.
Así, la política en materia de gas natural podría estructurarse en torno de tres grandes objetivos. El primero de ellos, de corto plazo y condición de los otros dos, debe ser la reducción de la huella climática del suministro. Es necesario internalizar, en todas nuestras decisiones, que la oferta de gas natural debe tener una huella cero de emisiones de metano en el corto plazo para ser compatible con las obligaciones climáticas de quienes lo consumen, con nuestra propia regulación y con nuestro obligado compromiso intergeneracional.
El segundo objetivo debe ser la confiabilidad del suministro. Ello implica incrementar la oferta doméstica, aprovechando los recursos prospectivos en apego al marco regulatorio ambiental que ya existe. También implica interconectar los grandes sistemas de ductos públicos y privados, complementarlos con una red de ductos de menor tamaño que lleguen más cerca del consumo, ampliar la capacidad de compresión y construir capacidad de almacenamiento, para reducir el riesgo de disrupción de importaciones por ducto desde EE. UU.
Finalmente, el tercer objetivo debe mirar al futuro, apuntando a la diversificación de los usos del gas para la transición energética, particularmente como insumo para apuntalar un arranque rápido de la industria del hidrógeno de baja huella de carbono, con tecnologías de conversión del gas natural a hidrógeno a altas temperaturas, asociadas con la captura, uso y aprovechamiento de los gases de efecto invernadero resultantes.
En suma, se trata de construir el resto del puente para llegar a la otra orilla: a la descarbonización de nuestra economía, a nuestra transformación en el hub de relocalización de inversiones globales y a proyectar a México como líder regional de las nuevas industrias de la transición energética.
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