La crisis energética desatada por la guerra de Rusia en Ucrania está teniendo implicaciones de largo plazo para los hogares, las empresas y en la totalidad de las economías, encontró la Agencia Internacional de Energía (AIE) en su más reciente informe sobre el panorama de la energía global.
Lo anterior, agregó, ha llevado a los gobiernos a dar respuestas de corto plazo y a tener un debate más profundo sobre cómo reducir los riesgos de futuras interrupciones en el abasto y promover la seguridad energética.
En su Panorama Mundial de la Energía 2022 (World Energy Outlook 2022), publicado apenas esta semana, el organismo internacional reconoció que la actual crisis es global y Europa es el “teatro principal” en el que se desarrolla, en cuyo centro se encuentra el gas natural especialmente en el invierno que ya se acerca en el hemisferio norte.
Entre las consecuencias, la Agencia planteó que alrededor de 75 millones de personas en el mundo que tuvieron acceso recientemente a la energía eléctrica, al parecer ya no podrán pagar por ella, mientras que cerca de 100 millones podrían regresar al uso de la biomasa para cocinar alimentos.
“Los altos precios de la energía están provocando una enorme transferencia de riqueza de los consumidores hacia los productores, a niveles similares a los que se vieron en 2014 en el caso del petróleo, pero esta vez es el gas natural, en una situación sin precedentes”, apuntó el documento.
Refirió que los altos precios de los combustibles representan 90 por ciento del alza en los costos promedio de la electricidad a nivel mundial y el gas natural por sí solo representa el 50 por ciento.
Por su parte, los costos de las energías renovables y del dióxido de carbono han tenido un papel apenas marginal, resaltando que esta sea una crisis en la que las transiciones energéticas son la solución, no el problema.
El Panorama maneja dos escenarios, el de Políticas Públicas Declaradas (STEPS, por sus siglas en inglés) y el de Compromisos Anunciados (APS, en inglés). El primero se refiere a acciones de gobierno planificadas por las economías y el segundo a los compromisos que han asumido países y empresas, principalmente en términos medioambientales.
En el escenario STEPS, el estudio consideró que el crecimiento de la demanda mundial de energía de alrededor del 1 por ciento anual hasta 2030 se cubrirá en conjunto casi en su totalidad con energías renovables.
“Las ventajas de costos de las tecnologías maduras de energía limpia y las perspectivas de otras nuevas, como el hidrógeno de bajas emisiones, se ven impulsadas por la Ley de Reducción de la Inflación en los Estados Unidos, el mayor impulso de Europa por la energía limpia y otras nuevas políticas importantes”, explicó al respecto.
La Agencia igualmente previó que la demanda de carbón alcanzará su punto máximo en los próximos años y la de gas natural llegará a un nivel plano a fines de la década. La demanda de petróleo alcanzará un punto alto a mediados de la década de 2030 antes de caer ligeramente, agregó.
Por otro lado, señaló que del 80 por ciento actual –un nivel que se ha mantenido constante durante décadas–, la proporción de combustibles fósiles en la mezcla energética global caerá a menos del 75 por ciento para 2030 y a poco más del 60 por ciento a mediados de siglo.
En el escenario APS, el impulso para cumplir los compromisos climáticos en su totalidad hará que la demanda de todos los combustibles fósiles disminuya para 2030, añadió.
Como consecuencia del conflicto, Rusia resentirá los efectos de las sanciones que Europa, Estados Unidos y otros países aliados han impuesto a su economía y, en particular, a sus exportaciones de energéticos.
“Con la pérdida de su mayor mercado de exportación en Europa, Rusia se enfrenta a la perspectiva de un papel muy reducido en los asuntos energéticos internacionales”, planteó la AIE.
Detalló que el año 2021 demostró ser un punto culminante para los flujos de exportación rusos. Su participación en el gas comercializado internacionalmente, que era del 30 por ciento en 2021, caerá 15 por ciento en 2030 en el escenario STEPS y a 10 por ciento en el APS.
Por el lado de China, los importadores de esa nación han estado contratando activamente gas natural licuado, sin dejar espacio en el balance de gas proyectado por ese país para otro gasoducto a gran escala desde Rusia.
La Agencia destacó la creciente participación de la electricidad en el consumo global de energía final en cada escenario.
Dijo que del 20 por ciento actual, que aumenta en cada escenario, llegará a más del 50 por ciento a mediados de siglo en un tercer escenario de Emisiones Cero Netas (NZE, en inglés).
“Esto está asociado con un enorme aumento general en la demanda mundial de electricidad, con la mayor parte de este crecimiento proveniente de los mercados emergentes y las economías en desarrollo y la necesidad de una vigilancia constante por parte de los hacedores de políticas a una variedad de riesgos para la seguridad de la electricidad, en particular el cada vez mayor necesidad de una operación flexible de los sistemas de energía”, expuso.
Por último, la Agencia encontró que en los últimos años el mundo no ha invertido lo suficiente en energía, hecho que lo pone en una situación vulnerable como la que se vive en este 2022.
Por ello, estimó que una transición energética suave y segura requerirá de un repunte principal de los flujos de inversión en energía limpia, sobre todo en las economías emergentes y en los países en desarrollo.