Hasta el año 2000 existió una dependencia relativamente chica, cuya única función era la planeación del sistema de transporte colectivo Metro.
Si bien la dependencia estaba en el organigrama del gobierno del entonces Distrito Federal y se llamaba Proyecto Metro, la planeación era más amplia y abarcaba también el tren ligero y su alcance geográfico incluía al Estado de México.
A partir del primer año de gobierno de Andrés Manuel López Obrador, Proyecto Metro desapareció. Ninguno de los gobiernos posteriores, emanados del mismo movimiento, lo revivieron.
Si usted busca documentos o referencia a esta oficina, encontrará que el plan era que, a más tardar en 2020, existieran mediante el Metro y el tren ligero conexiones en toda el área metropolitana de la Ciudad de México. En el norte llegaba hasta Ojo de Agua, una localidad que está a pocos kilómetros del Aeropuerto Felipe Ángeles y que en ese momento apenas estaba en planes de desarrollo. Puede consultar el proyecto en el portal de internet de la Facultad de Ingeniería de la UNAM.
De haber continuado la evolución de Proyecto Metro se habrían beneficiado miles de mexiquenses que ahora siguen siendo víctimas de asaltos en el transporte público para moverse de Ecatepec y otros municipios vecinos a la Ciudad de México.
En otras palabras, de no haber cancelado la planeación del sistema de transporte público eléctrico, el presidente tendría en el AIFA una obra muchísimo más eficiente en operación, al tener transporte público masivo cercano.
Pero el “hubiera” no existe.
¿Por qué toco este tema en un medio especializado en energía?
Porque parece que la historia del Proyecto Metro y del AIFA se repite con los nuevos proyectos eólicos y solares anunciados por el presidente.
“La historia del Proyecto Metro y del AIFA se repite con los nuevos proyectos eólicos y solares anunciados por el presidente”.
En los primeros meses del gobierno se cancelaron las licitaciones de dos líneas de transmisión cuya función sería transportar energía generada por plantas solares en la región noroeste del país, en Sonora, para llevarla a Mexicali y así conectar Baja California al Sistema Interconectado Nacional. Además, la línea permitiría aprovechar mejor el potencial solar de esa región y mitigar la deficiencia de energía que tiene Baja California, sobre todo en horas de máxima irradiación.
Y esa no fue la única línea cancelada. Se licitaba otra que conectaría Ixtepec, en Oaxaca, con Yautepec, en Morelos, para permitir la instalación de más centrales eólicas en el Istmo y transportar su energía para su consumo en el centro del país. Así se habría logrado mayor desarrollo en la zona de alto potencial de viento y se habría alimentado con energía de bajo costo y limpia al centro de la República, a su vez, deficitaria en energía.
No se construyó nada de eso y se mantuvo un límite a la instalación de centrales eléctricas renovables en esas dos regiones del país. Hoy están, esas zonas, saturadas.
Ahora el gobierno de la República pretende instalar 5 gigawatts de parques solares en Sonora y cuatro parques eólicos en el Istmo, que no tienen cómo desahogar su energía y, por lo tanto, se vuelven altamente costosos o de plano inviables financieramente.
Así como en el caso del AIFA, donde el presidente tiene infraestructura deficiente en buena medida producto de decisiones que tomó 20 años atrás, de haber seguido la planeación del sistema que se canceló al inicio de las administraciones de López Obrador, sus propios proyectos eólicos y solares tendrían en este momento viabilidad y costos razonables, lo que le daría viabilidad financiera.
A esto se suma que hay años de retraso (en el caso del Proyecto Metro, décadas) que no serán recuperados y que terminan por afectar la vida de los mexicanos. Las ideas del presidente y los proyectos que parecen sacados de la manga se han vuelto víctimas de sus propias acciones.
Por eso es bueno que cuando un nuevo gobierno llega, dé continuidad a las cosas que funcionan razonablemente bien. Si acaso mejorarlas, no destruirlas.
A menos que sus proyectos nuevos no sean más que una simulación y estén destinados al fracaso.
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