Es absurdo y desafortunado afirmar que en México la mayoría de las piezas tecnológicas son propiedad de una empresa mexicana. La proveeduría mexicana forma parte de la cadena de una empresa manufacturera extranjera que ensambla sus patentes y diseños tecnológicos, y que ha invertido para crear productos que los mercados de alto consumo requieren, como el de Estados Unidos.
Hoy, la guerra tecnológica entre Estados Unidos y China no se debe a un crecimiento propio del país asiático, sino a haber aprovechado la capacidad de comprender, crear, patentar, copiar, imitar y, sobre todo, aplicar lo aprendido en diversos mercados a nivel mundial, convirtiéndose en el principal exportador de tecnología como chips, computadoras, carros eléctricos, aparatos electrónicos y eléctricos, y avanzando en lo que el futuro necesita.
Hoy en día, China es una potencia mundial que produce tecnologías propias, mientras que Estados Unidos depende de otros países para poder hacer frente a la no invasión del poder asiático.
¿Qué opciones tiene México para negociar desde una perspectiva tecnológica y de innovación para su principal socio comercial? Los aguacates, verduras, frutas, animales vivos, productos del reino animal, las cervezas y otros productos alimentarios, que son cosechados, embotellados o empaquetados para su envío al mayor consumidor mundial y socio de México. Son sus armas de negociación. La realidad es que únicamente representan entre el 7 y el 9 % de la exportación efectuada a nuestro vecino del norte.
“¿Qué opciones tiene México para negociar desde una perspectiva tecnológica y de innovación para su principal socio comercial?”
Entre el 35 y el 40 % de las exportaciones se derivan de materiales eléctricos, máquinas y aparatos eléctricos, de los cuales la gran mayoría se encuentra bajo una patente extranjera. Entre el 28 y 32 % de los casos se refiere al material del transporte, donde están piezas y vehículos de empresas asiáticas, estadounidenses y europeas que mandan sus diseños para ser ensamblados bajo las normas que el mercado de nuestro principal socio de acuerdo con sus normas y leyes. México no puede negociar en este ámbito, ya que no cuenta con una idea original como parte integral de un diseño.
La detención de la migración no es una cláusula tecnológica, energética o que deba estar dentro de un tratado de libre comercio, y esto ha sido usado por México durante muchos años. Esto ha quedado obsoleto ante los amagos realizados por la nueva administración de los Estados Unidos de colocar porcentajes en aranceles a las importaciones de este país.
En el supuesto de que haya, pienso que se centrarían en lo que no afecte directamente al consumidor y que pueda ser sustituido por otro país de América Latina, ante las nuevas relaciones que algunos países en estos momentos tienen en pláticas.
Por cada dólar de importación proveniente de los Estados Unidos, México exporta aproximadamente dos dólares. Es decir, la nación tiene una balanza comercial positiva. Las que tienen que perder pueden ser las empresas mexicanas.
El aumento de aranceles podría ser beneficioso para aquellas empresas que instalen con nuestro socio comercial, por medio de una reducción de impuestos, ciertas ayudas que puedan equilibrar el costo final al consumidor y, de esta forma, aumentar en una mayor cantidad de tecnologías propias o de empresas de países aliados. El objetivo es que contribuya a una mejora de la economía, al haber una mayor cantidad de inversión extranjera directa del tipo nueva.
Las guerras causan daño a la población, con pérdidas de vidas, y las económicas causan un deterioro a las economías de la población; debido a la falta de desarrollo económico que tenga como consecuencias un crecimiento del país, para poder hacer frente a las diferentes formas de adaptación que las naciones deben tener en la actualidad.
México ha sido un país de conveniencia finita, esto se debe a una falta de perspectiva hacia el futuro, ya que solo establece políticas públicas en cada administración que llega pero no ofrece una continuidad real, sin política e ideologías, al ámbito económico.
El dinero no tiene ideologías, pero sí contribuye a países que saben cómo usarlo, no para distribuir en la población, sino para crear una fuente de crecimiento para cada uno de los individuos que forman parte del producto interno bruto.
Estados Unidos, en las últimas dos administraciones de México, ha tenido una participación de inversión extranjera directa de más de 173 mil millones de dólares. Creando 11,569 sociedades mexicanas, 24,028 fideicomisos y la presencia de 93 personas morales extranjeras que han instalado 3,162 empresas manufactureras, 1,668 servicios profesionales y 1,548 del tipo de comercio al por mayor.
En el total acumulado de inversiones, el 50 % de la inversión extranjera directa se refiere al sector de la reinversión de utilidades de las empresas que están en el mercado mexicano; 35 % se refiere a nuevas inversiones, las cuales han creado nuevos empleos, empresas y generan una mayor cantidad de ingresos a la nación mediante impuestos y flujo de efectivo circulando, y 15 % corresponde a las cuentas entre compañías.
México está teniendo una epifanía económica de 1998 en 2024, ante la gran incertidumbre de poder asegurar un crecimiento sostenible por arriba del 2 % en los próximos años. Para lograr esto, dependerá de la forma de convivencia que tenga con el mundo y con sus socios comerciales del actual tratado de libre comercio.
Hoy día, la situación mexicana se encuentra en un estado de desconocimiento e incapacidad para negociar. Nos encontramos, como en 1998 y 2020, cuando se iniciaron los tratados con Canadá y Estados Unidos, como un país carente de identidad propia en tecnología y, sobre todo, de saber cómo negociar. La industria manufacturera, en toda su expresión en México, es un negocio de ensamblar tecnologías de otros, pero lo único que hacen las empresas mexicanas es recibir las instrucciones de cómo hacerlo.
Los cuestionamientos que se deben realizar:
¿En realidad México tiene algo para negociar? No tiene propias tecnologías, se ajusta a ensamblar patentes con diseños de empresas de otros países y que aprovechan la cercanía con el mayor mercado consumidor.
Hoy la tecnología aplicada a la energía, transporte, informática, comunicaciones, espacial y de transición energética mueve al mundo. ¿Qué genera México de todo esto para el mundo?
Las empresas mexicanas se dirigen a otros países para invertir con el fin de conocer otros mercados y adaptarse al ámbito de México.
México, en una guerra comercial, tiene el cómo sin afectar a los exportadores mexicanos, a sabiendas que 82 % del total exportado va a los Estados Unidos.
¿México ha aprendido de nuevas tecnologías ensambladas y ha creado las propias? Sin embargo, esto último no será factible debido a que el nuevo acuerdo protege a las patentes de las empresas que se establecen en México.
Seamos realistas, somos un país del “mande usted” y no del cómo debemos ser valorados.
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