Petróleos Mexicanos ya no sabe por dónde le va brincar la liebre y mucho menos cuánto le va a costar. Con eso de que el pasado sábado se presentó un “conato de incendio” en el área de tuberías de la Plataforma Akal-B1, del Centro de Proceso Akal-B, en aguas de la Sonda de Campeche, seguramente tendrá que ajustar sus expectativas de producción que, por cierto, no han sido las mejores en los últimos meses.
Además de los trabajadores heridos y un lamentable deceso, según el último reporte de la petrolera, el Centro dejará de operar por un tiempo, en un momento en que la producción del campo va en franca declinación. En mayo de 2018, estaba produciendo 51 mil 775 barriles diarios promedio de aceite, más 1 mil 75 millones de pies cúbicos diarios de gas. Al primero de febrero de este año, el campo solo producía 16 mil barriles y 655 millones de pies cúbicos, respectivamente.
Además, de acuerdo con reportes locales, el accidente en Akal llega en muy, pero muy mal momento, porque se asegura que la empresa bajo el mando de Octavio Romero Oropeza no cuenta con suficiente equipo de emergencia, como lanchas y helicópteros, porque la austeridad republicana ha impedido el pago por estos servicios. Total, ¿cada cuándo podría haber un accidente en Pemex?
Solo en la parte de exploración y producción, apenas en el segundo semestre del año pasado, Pemex tuvo un importante derrame de crudo en el complejo Ek-Balam, frente a las costas de Tamaulipas, y a finales de marzo también de 2023 se presentó otra explosión en la Plataforma E-Ku-Alfa 2, en la Sonda de Campeche. Eso sin contar las explosiones en diferentes instalaciones de refinación.
Pemex, geotermia. Una carga más al burrito
Son cada vez más voces que se pronuncian por el involucramiento de Petróleos Mexicanos (Pemex) en áreas, digamos, poco ortodoxas de la industria de los hidrocarburos. Una de ellas es la geotermia, aprovechando la experiencia que la empresa estatal tiene en actividades de exploración y perforación de pozos, considerando todo el esfuerzo previo que hay en estudios, análisis de datos, proyecciones y, sobre todo, incertidumbre, como en los proyectos en materia de petróleo y gas.
En Energía a Debate le hemos ya contado en voz de los expertos que justo la exploración y perforación de pozos son el coco de los proyectos geotérmicos porque es donde se requiere la mayor inversión.
También hay quienes sugieren que Pemex podría incursionar en la exploración de litio. Ambas ideas no son malas, pero ¿qué hacer con una empresa cuyas finanzas para nada son sanas y cuya producción de petróleo crudo –su core business– va en franca declinación?
El burrito ya no puede con la carga que trae, pero queremos ponerle otro saco de maíz.
Eólica, como el cangrejo
Algo que ya debería empezar a preocupar es que México ha comenzado a dar pasos hacia atrás en materia de energía renovable, concretamente en energía eólica.
Mientras el mundo agregó en 2023 una capacidad adicional de 116 gigawatts (GW), nuestro país ha venido descendiendo en sus agregados de nueva capacidad, principalmente desde 2020.
La Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) reveló recientemente su reporte sobre energía limpia en el mundo. En el año se agregaron 473 GW de energías solar, hidro, eólica y otras. De ese total, 12.9 por ciento correspondió a la eólica.
Por contraste, el año pasado, las empresas del ramo apenas lograron colocar 96 megawatts (MW), apenas 8.3 por ciento con respecto a los 1 mil 148 MW nuevos instalados en 2019. Así, la participación de la energía a partir del viento en el Sistema Eléctrico Nacional pasó de 6.51 de 2021 a 5.98 por ciento a 2023.