Un sector energético (petróleo y gas, por un lado, y electricidad, por el otro) que sea dinámico y confiable constituye una condición indispensable para el crecimiento, desarrollo y fortaleza de cualquier Estado-Nación del mundo; es requisito sin el cual simplemente no se puede pensar en el bienestar de la población de un país. Así de trascendente, así de importante es la discusión que tendrá lugar próximamente en el Congreso de la Unión, respecto a una iniciativa de reformas a la Constitución en materia de energía.
“Sentar las bases constitucionales de un sector, el energético, que representa un área estratégica de México, no debiera ser un ejercicio que tenga lugar cada 6 años”.
Sentar las bases constitucionales de un sector, el energético, que representa un área estratégica de México, no debiera ser un ejercicio que tenga lugar cada 6 años. La energía que necesita México para insertarse, de manera competitiva, en el contexto económico mundial y para aportar lo que nos corresponde en el entorno internacional en materia de calentamiento global, descarbonización y reducción de gases de efecto invernadero, tampoco deberían ser materias que se revisen cada sexenio. Hoy tenemos compromisos internacionales exigibles, suscritos en diversos tratados internacionales.
Lo que se discutirá en el Congreso no debería ser el análisis de la manera en la que esta iniciativa, la recientemente presentada por la Administración del Presidente López Obrador, beneficia o no a la Comisión Federal de Electricidad y a Petróleos Mexicanos, o cómo se afecta o no a las demás empresas del sector privado. Insisto, la materia energética se relaciona directamente con el futuro de nuestro país, de nuestros jóvenes, y cómo cooperamos para evitar seguir sufriendo cada vez de manera más decisiva, los efectos del cambio climático.
Los comentarios que aquí se harán se centrarán en algunos temas del sector hidrocarburos, sector que también se encuentra decididamente implicado en la iniciativa referida, pues sobre el sector eléctrico se han ocupado prácticamente la totalidad de los espacios de análisis y discusión.
Hablar del sector hidrocarburos en México nos remite, casi de inmediato y casi irremediablemente, a Pemex. Petróleos Mexicanos fue y sigue siendo un jugador importantísimo en la historia moderna de nuestro país. Diría, y no creo que sea una exageración, que hoy México se explica y se entiende en buena medida gracias a lo que Pemex hizo en este pasado reciente.
Pemex –olvidémonos por un momento de su naturaleza jurídica– fue siempre la entidad responsable de las actividades de exploración y extracción de petróleo y gas, lo hacía en tierra, en aguas someras y en aguas profundas; es decir, Pemex abarcaba el amplísimo portafolio que México afortunadamente tiene de estos recursos naturales no renovables.
Ahora bien, ¿cuál fue el diagnóstico que motivó la Reforma Energética del 2013? Déjenme centrar la exposición en un par de datos:
1.- La plataforma de producción de petróleo venía consistentemente a la baja. Diciembre del año 2003 fue el mes en el que se alcanzó el pico de mayor producción histórica de barriles de petróleo por día en nuestro país. Durante ese mes se produjeron 3 millones 454 mil barriles por día. Para diciembre del 2011 (8 años después) la producción de barriles de petróleo por día era de 2 millones 560 mil barriles. Una disminución de 985 mil barriles diarios.
Esta es información del Tablero de Producción de Petróleo y Gas de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), que es la dependencia de la Administración Pública Federal que tiene, entre otras importantísimas tareas, ser la responsable del acopio, resguardo, uso, administración y actualización de toda esta información que, por disposición legal, pertence a la Nación.
2.- Un segundo elemento de análisis que motivó la Reforma Energética del 2013. México era prácticamente el último país del mundo que mantenía “cerrado” su sector energético a la participación con riesgo del capital privado, nacional y extranjero.
El diagnóstico, pues, era claro. La manera en la que se venían aprovechando los hidrocarburos en el subsuelo necesitaba incorporar al capital privado y, además, que fueran ellos, los privados y no únicamente Pemex, quienes asumieran los altos riesgos geológicos y financieros que estas actividades conllevan.
“Le estábamos pidiendo a Pemex que lo hiciera todo y que todo lo hiciera solo”.
Le estábamos exigiendo a Pemex lo que ninguna empresa en el mundo hacía ni hace sola. Le estábamos pidiendo a Pemex que lo hiciera todo y que todo lo hiciera solo.
Fue así que a finales del 2013 se introdujo por primera vez en un texto Constitucional lo que es “el corazón” de la Reforma Energética de aquel año. Se dijo con claridad para qué deben servir el petróleo y el gas: para que la Nación se haga de recursos que contribuyan a su desarrollo de largo plazo.
Por esa razón se creó el Fondo Mexicano del Petróleo para la Estabilización y el Desarrollo, un Fideicomiso que administra el Banco de México y en el que se depositan y manejan los recursos económicos, la renta petrolera, que se obtiene de las actividades que en dicho sector hoy tienen lugar en nuestro país.
En este contexto, la apertura del sector de los hidrocarburos se dio a través de dos figuras: las asignaciones que la Secretaría de Energía (Sener) otorga directamente a Pemex, con la opinión favorable de la CNH, y los Contratos para la exploración y extracción de hidrocarburos, que son adjudicados a través de procesos licitatorios convocados por Sener y conducidos por la CNH.
En la actualidad existen 413 Asignaciones de Pemex y 111 Contratos suscritos entre 76 empresas de 20 países con el Estado Mexicano, representado por la CNH. La empresa que más contratos tiene suscritos con México es Pemex, pues participa en el 20% de esos contratos (22 de los 111 que existen).
La Reforma Energética del 2013 no solo posibilitó esta apertura, también dotó a Pemex de otras herramientas que le permiten diversificar sus proyectos y compartir los riesgos. Hoy Pemex cuenta con tres asociaciones estratégicas (farmouts) que le significaron en su momento recursos frescos por más de 1,600 millones de dólares.
Otro aspecto fundamental de la Reforma Energética del 2013 fue el fortalecimiento de los Órganos Reguladores Coordinados en Materia Energética: Comisión Reguladora de Energía (CRE) y la ya mencionada CNH. Su fortalecimiento se dio básicamente mediante su transformación en dependencias del Ejecutivo federal con autonomía técnica, operativa y de gestión, mediante el incremento del número de personas que integran sus órganos de gobierno, que pasó de 5 a 7, y a través de la manera en la que estos servidores públicos son designados: a propuesta en terna por parte del Presidente de la República, son nombrados por las 2/3 partes de los miembros presentes de la Cámara de Senadores.
La intención fue entonces separar la regulación del sector energético precisamente de los vaivenes de la política. Un sector altamente especializado en lo técnico no debería obedecer a los intereses del gobierno en turno porque entonces la captura del regulador no proviene de los agentes económicos regulados, sino del gobierno que, naturalmente, tiene la mira puesta en el corto plazo.
Déjenme terminar destacando algunos aspectos que considero muy importantes de tomar en cuenta, ahora que se iniciará formalmente el análisis y discusión de esta iniciativa:
1.- El “corazón” de la Reforma Energética del 2013 se mantiene intacto en la iniciativa que ahora se comenta;
2.- No obstante, en los hechos, la Reforma Energética del 2013 fue suspendida en su implementación desde finales del 2018 y, de nueva cuenta, queremos exigirle a Pemex que lo haga todo y que todo lo haga solo. Este no es un escenario novedoso, de allá venimos. Y está probado, la producción nacional de petróleo bajó consistentemente a partir del año 2004. La producción de petróleo no bajó por la Reforma del 2013, en realidad, la Reforma se materializó, entre otras cosas, para detener esa caída;
3.- Pensar hoy en darle preeminencia a los hidrocarburos y obviar la utilización de energías renovables, pretender hacer a un lado la descarbonización que está teniendo lugar en las economías más importantes del mundo, asumir que se puede seguir quemando combustóleo sin buscar fuentes limpias para la generación de electricidad, es olvidar que formamos parte de una comunidad internacional que, está visto, se manifiesta y se preocupa. Pero más importante aún, esto es hacer a un lado a las generaciones más jóvenes que deberían tener en esta riqueza con la que contamos en el subsuelo una fuente de recursos para el desarrollo de largo plazo de la Nación. Eso se dijo en la Reforma Energética del 2013 y eso mismo se dice, paradójicamente, en esta Iniciativa.