En algunos pasillos de empresarios circula el rumor de que ya algunas empresas empezaron a negociar sus autoabastos en Palacio Nacional.
El rumor sin confirmar surge después de que el presidente aseguró que la Corte determinó que los autoabastos son ilegales, al considerar que la Ley de la Industria Eléctrica es constitucional, declaración que es totalmente falsa.
El tamaño de la mentira es tal que en la acción de inconstitucionalidad contra la LIE nunca estuvo a consideración la legalidad de los autoabastos.
El presidente y la secretaria Nahle enviaron mensajes por Twitter y en las mañaneras la semana pasada insistiendo en la ilegalidad de los autoabastos, así como en la disponibilidad de “negociar” con las empresas.
El único propósito de estas declaraciones es mantener la narrativa nacionalista, la política del terror y ver quiénes caen en las mentiras del Palacio Nacional.
Inauguración de papel
El 2 de julio se inaugurará la refinería de Dos Bocas, pero la inauguración será de juguete, porque la planta todavía no puede procesar petróleo y eso lo sabe la secretaría de Energía, Rocío Nahle.
La funcionaria ya reconoció públicamente que no saldrá una gota de gasolina de la refinería sino hasta diciembre de este año.
Todavía no está claro qué es todo lo que le falta a la refinería, pero es un hecho que no tiene lo necesario pera echarse a andar este año.
Lo que falta por ver es si será posible que haya gasolina hecha en Tabasco antes de que termine el sexenio en octubre de 2024.
Para que la cuña apriete…
Con 400 mil millones de pesos se cubre poco menos de la mitad del presupuesto de la Secretaría de Salud, dos terceras partes del presupuesto de Pemex, y un poco más de lo asignado este año para la SEP.
Es más, ese dinero alcanzaría para construir 12 parques solares como el que desarrollará la CFE en Puerto Peñasco y que, a diferencia de los combustibles, impulsa el combate al cambio climático y la transición energética.
De ese tamaño es el impacto que prevé el SAT por mantener los precios de la gasolina por debajo de la inflación, una promesa del presidente que se fue suavizando.
Cuando era candidato, dijo que iba a bajar los precios, cuando fue presidente, dijo que no iban a subir, y después dijo que no iban a subir más allá de la inflación.
Mantener esta última promesa en los primeros tres meses del año ya tuvo un costo de 45 mil millones de pesos, en un entorno de recuperación económica global en el que México se está quedando rezagado y en medio de una incertidumbre que nos puede llevar a que los precios sigan al alza.
En fin, sostener una promesa (de las muy pocas que le quedan) va a tener un costo muy alto para las finanzas públicas, pero todo sea por evitar el impacto político.