(Para Carmen e Iván)
Te lo pregunto porque nos descompusiste el refrigerador. Soy Carmela, soy esposa de Juan y madre de dos niños pequeños. Vivimos en un pueblito, no importa cuál, ni dónde, porque esto sucede en todos lados. A cada rato se nos va la luz, aunque siempre pagamos nuestro recibo a tiempo. Antes nos daba mucho coraje, pero ya nos acostumbramos y hasta decimos que es normal.
Lo que ya nos parece el colmo es que, después de muchos años, mi esposo y yo por fin nos animamos a comprar un refrigerador. La señora citadina para la que trabajamos en su rancho anduvo duro y dale con que “es un aparato electrodoméstico de primera necesidad”. Hay cosas con las que es más terca que la puerca que rescató. Desde que llegó aquí, no ha dejado de moler con que solo tengamos algunas luces prendidas; que no dejemos los frijoles en la lumbre todo el día; que podemos tener calentador de leña pero no estufa porque eso nos daña los pulmones. Además, siempre anda pendiente de los precios de la gasolina y se enoja cuando suben, pero se pone peor cuando el presidente promete que van a bajar. Y lo que más le molesta es cuando decimos que es normal que se vaya la luz. Dice que un mal servicio no es algo normal. Que nunca debemos aceptar lo malo como algo normal. Y luego prende un cigarro y se encierra a escribir.
“Y lo que más le molesta es cuando decimos que es normal que se vaya la luz”.
Una tarde, como a las seis, mientras arreábamos a las vacas al corral, la señora salió de su cabaña hecha un demonio porque la luz se había ido y vuelto como 6 veces en un minuto. Andaba escribiendo y, de repente, su computadora, que acababa de conectar, se quedó sin corriente. Nos dijo que ya no cargaba. Nosotros andábamos ocupados con los animales, así que no le hicimos mucho caso. Se quedó sola en su casa echando humo. Fue en la noche, cuando volvimos a nuestra casa, que nos dimos cuenta de que nuestro refrigerador nuevo, que apenas comenzábamos a pagar, se había descompuesto. Estaba bien calladito, igual como nosotros nos quedamos cada vez que la señora se enoja por esto de la luz o por otra cosa.
A la mañana siguiente, la señora salió de su casa para avisarnos que volvía a la Ciudad para llevar su computadora a reparar, que aquí no podía trabajar y menos entre apagones. Nosotros le contamos lo del refrigerador y solo con eso la poseyó el chamuco. ¿Cómo era posible que CFE, una empresa con misión social, le echara a perder su primer refrigerador que, con tanto sacrificio, compró una familia humilde? Y luego, luego, dijo que CFE nos lo tenía que pagar, que nos lo iba a pagar.
Convencida de ello, sacó su teléfono y se puso a buscar con quién quejarse. Eso le gusta mucho. Pero se le torció el gesto cuando vio lo que era necesario hacer para que CFE le hiciera justicia a nuestro refrigerador.
- Tener un contrato vigente para el suministro de energía. Bien hasta ahí.
- El servicio tiene que estar al corriente de pagos. Eso también.
- Presentar original y copia de la identificación del titular del servicio. Ahí empezaron los problemas porque la señora no ha hecho el cambio de titular.
- Presentar escrito libre por daños a aparatos electrodomésticos eléctricos u otros bienes. No estaría mal saber qué debe decir ese escrito.
- Acreditar la propiedad o, en caso de no ser el titular del servicio, acreditar el uso del inmueble con contrato de compraventa, arrendamiento, etcétera. Nosotros no tenemos ningún contrato con la señora porque vivimos en su rancho, ya que aquí trabajamos.
- Indicar la fecha y hora aproximada de la falla, describiéndola de forma general. La señora sí sabe a qué hora fueron los apagones en su casa, nosotros no sabemos qué pasó porque andábamos afuera con las vacas y vivimos en otra manzana.
- Llenar en el Centro de Atención a Clientes el “Formato de solicitud de reclamación por daños en aparatos eléctricos u otros bienes”. Lo malo es que en el pueblo no hay esa oficina y hay que viajar una hora para ir al lugar más cercano.
- El trámite tarda 10 días y es gratuito. Eso es lo bueno.
- Para dar seguimiento al trámite hay que marcar al 071 o al Centro de Atención a Clientes. ¿Pero cómo le hacemos si ni oficina hay?
- Y luego esperar una “resolución”.
La señora refunfuñó algo sobre los costos de la transacción. Luego, cuando le pregunté qué eran ésos, me aclaró que los “costos de transacción” es todo lo que hay que hacer para lograr, a lo mejor, muy poco. No valía la pena.
La señora decidió enviar su computadora a reparación. Nosotros hicimos lo mismo. Entonces, CFE, ¿realmente estás con nosotros?