Una figura destacada en el desarrollo del sector eléctrico mexicano de los años sesenta y setenta del siglo pasado fue sin duda el ingeniero Odón de Buen Lozano (1922 – 1982), quien no solo hizo contribuciones innovadoras para la electrificación y ampliación de la capacidad de generación nacional, sino que mostró un sentido social y nacionalista en la atención de las clases menos favorecidas del Centro de México.
Emigrado muy joven de la España convulsionada por la Guerra Civil, llegó a México en 1940. Posteriormente egresó de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para más adelante llegar a ser profesor de su alma mater, además de ocupar la Jefatura de la División de Ingeniería Mecánica Eléctrica y promover la creación de la Maestría en Ingeniería Energética.
Pero aun antes de culminar sus estudios universitarios, en los años cincuenta ya era el encargado de la electrificación de las zonas proletarias del entonces Distrito Federal y de sus alrededores, como el Municipio de Nezahualcóyotl del Estado de México, en una época en que la capital del país comenzaba a demandar más energía por la naciente industrialización y las inmigraciones desde las zonas rurales.
Grandes proyectos
Su paso por las empresas Compañía de Luz y Fuerza del Centro (CLFC) y Comisión Federal de Electricidad (CFE) estuvo marcado por los aportes tecnológicos y de capacidades del Ing. De Buen Lozano, quien tuvo bajo su liderazgo grandes proyectos eléctricos, como las obras de la mega presa de Chicoasén, en Chiapas, la más alta del continente americano y con la mayor capacidad de generación hidroeléctrica de México.
Previamente, se había encargado de las obras para la hidroeléctrica de El Salto, junto con la integración del sistema Necaxa, en el estado de Puebla, entre otros varios proyectos que permitirían avanzar en más y mejor energía para los mexicanos.
Destaca así mismo la introducción del uso de las computadoras, allá en la década de los años sesenta, una herramienta revolucionaria para ese entonces que permitió la gestión más eficiente de los proyectos y su administración en CLFC.
Esto último implicó un gran brinco a nuevos y modernizados métodos de trabajo apoyados en la informática y de alta productividad que hicieron posible enfrentar los grandes retos que representó la electrificación de las colonias proletarias, considerando que la empresa en aquel entonces era técnicamente conservadora.
Entre sus múltiples hitos se encuentra, a comienzos de la década de los setenta, la unificación de la frecuencia eléctrica de 50 a 60 ciclos por segundo para todo el sistema eléctrico nacional, un paso previo para la interconexión de plantas y sistemas a lo largo del país en lo que hoy se conoce como el Sistema Interconectado Nacional (SIN).
Laguna Verde y el IIE
Pero no se pueden dejar pasar sus habilidades negociadoras para los contratos de construcción de la central nucleoeléctrica de Laguna Verde, una obra fundamental para el sector eléctrico que para ese entonces se encontraba atorada y que, gracias a la intervención del Ing. De Buen Lozano, permitirán por fin que arrancaron los trabajos de construcción en 1976.
Del mismo modo, resalta su contribución y apoyo para la creación del Instituto de Investigaciones Eléctricas (IIE, ahora Instituto Nacional de Electricidad y Energías Limpias, INEEL), en diciembre de 1975, como el brazo tecnológico de la CFE.
“Muchos proyectos de CFE se vieron beneficiados con y por el dinamismo del Ing. Odón de Buen, como lo fueron la automatización del Centro Nacional de Carga del Cenace, el impulso al Centro de Investigaciones Eléctricas y la finalización del cambio de frecuencia en la zona central de la República”, recordó el Ing. Mardoqueo Staropolsky.
El pasado 30 de abril se llevó a cabo en la sede del Ateneo Español de México el acto conmemorativo para recordar el aporte del Ing. Odón de Buen Lozano al sector eléctrico mexicano, no solo en la parte de la ingeniería, sino como formador de generaciones de ingenieros y técnicos electricistas en México.
“He escrito algunas de las muchísimas participaciones técnicas de este inmigrado que llegó joven a México y que dio lo mejor de sí al país que lo recibió con su involucramiento, con su empeño, con sus aportes a la tecnología, y su enorme carisma que fue un parteaguas en las obras en las que participó”, agregó Staropolsky, quien compartió algunas de sus vivencias con De Buen Lozano.
Por su parte, el Ing. Gerardo Ferrando Bravo, se centró más en la vida académica del emigrante español.
“Odón de Buen Lozano es recordado como un profesor profundamente comprometido con sus estudiantes y con las causas sociales. Su influencia perdura en generaciones de ingenieros formados bajo su tutela”, afirmó.
“La vida y obra de Odón de Buen Lozano reflejan una dedicación inquebrantable a la ingeniería como herramienta de transformación social, dejando una huella imborrable en la educación y el desarrollo energético de México”, añadió.
El acto reunió a los cuatro hijos del Ing. De Buen, así como a ex colaboradores y ex alumnos que aún lo recuerdan.
En su oportunidad, el Ing. Odón de Buen Rodríguez, uno de los hijos del emigrado europeo, también habló de su tatarabuelo, Odón Demófilo de Buen y del Cos, un naturalista español, cuyo nombre dio identidad incluso a un barco de esa nación para fines de investigación oceanográfica.
Al respecto, De Buen Rodríguez comentó en el evento que la mayor contribución de su antepasado a México se vio reflejada en sus nietos, entre ellos, Odón de Buen Lozano.
“La principal contribución de Odón de Buen y del Cos en México fueron sus nietos”, expresó. “Están Néstor de Buen, Sadí de Buen y Óscar de Buen. Hay mujeres también en esta familia, las primeras alumnas en la Facultad de Química de la UNAM”, compartió del mismo modo.