En la construcción de un nuevo paradigma acorde al siglo XXI
El concepto de seguridad energética en Europa se ha transformado acorde al desarrollo tecnológico y geopolítico de los últimos dos siglos. Hasta hace treinta años, la seguridad energética se entendía en Europa como el suministro continuo, confiable y a un precio competitivo de la energía. A mediados de los noventa se agregó a dicha definición el concepto de energía renovable.
Durante los últimos doscientos años, Europa ha transformado en cuatro ocasiones los pilares en los que se sustenta su seguridad energética, si la analizamos bajo dos principios: 1) tipo de combustible y 2) proveedor confiable de energía.
En un primer momento, los países europeos centraron su estrategia energética del siglo XIX en el carbón, el cual es una materia abundante en dicho continente. En ese momento, la seguridad energética de Europa dependía de Europa misma.
En un segundo momento, con el crecimiento de la industria del petróleo al inicio del siglo XX, Europa migró del carbón al petróleo y tuvo inicialmente como proveedor clave a Norteamérica. Esto conllevó a que Europa buscara diversificar su fuente de suministro con países de Oriente Próximo y Oriente Medio.
Para segunda etapa, la seguridad energética de Europa ya no dependía de Europa misma, lo cual quedó de manifiesto en los setenta con el embargo petrolero de la OPEP. A raíz de ello, Europa inició una tercera etapa en su entendimiento de seguridad energética, vía la diversificación tanto de tipo de combustibles demandados como de proveedores de largo plazo. Francia se abocó a la construcción de reactores nucleares para la producción de energía eléctrica. Alemania profundizó un acuerdo de compra de gas ruso, adicionalmente incrementó su uso de energía nuclear e inició un programa de R&D en materia de energías renovables, como la solar y la eólica.
Otros países europeos como Reino Unido, Holanda y Noruega tuvieron la suerte de lograr importantes descubrimientos de yacimientos de petróleo y gas en el mar del Norte que les hizo depender en su seguridad energética de ellos mismos.
En Europa el uso de energías renovables para sustituir la energía de fuentes fósiles tomó auge con la política alemana de Energiewende de inicio de este siglo. Dicha política implica la sustitución paulatina en el uso del carbón y el petróleo para la producción de electricidad y para la movilidad, respectivamente. Dada la intermitencia de las energías renovables, se incrementó el uso del gas ruso como backup para la producción de electricidad.
Si bien la estrategia de descarbonización europea no solo busca ayudar al medio ambiente, sino también hacer que su seguridad energética dependa de ella misma, la guerra entre Rusia y Ucrania ha mostrado de golpe la vulnerabilidad del paradigma de seguridad energética europea durante el proceso de transición energética.
“…la guerra entre Rusia y Ucrania ha mostrado de golpe la vulnerabilidad del paradigma de seguridad energética europea…”
La estrategia de transición energética europea dependía en su totalidad del gas ruso. Alemania, en específico, no diversificó su fuente de proveeduría de energía primaria, es decir, no cuenta con proveedores relevantes y accesibles de gas natural que sustituyan al gas ruso en el corto plazo.
Estados Unidos, desde la administración de Trump, estuvo presionando a Alemania para que comprara volúmenes crecientes de LNG proveniente de la producción del shale gas. No obstante lo anterior, Alemania continuó con su política de no diversificación y, de hecho, continuaron los desencuentros diplomáticos con EUA por la terminación del gasoducto Nordstream 2 que corre por el Báltico de Rusia a Alemania.
Con el inicio de hostilidades por parte de Rusia y la estrategia de Europa y EUA de no comprar petróleo ruso, éste está siendo canalizado a descuento a China e India.
A raíz de todo lo anterior, actualmente se está gestando el quinto estadio de la política de seguridad energética en Europa que estará vigente por los siguientes 25 a 30 años. Aparentemente la seguridad energética europea se caracterizará por continuar apostando por una creciente independencia energética vía renovables y, de nueva cuenta, el uso de energía nuclear, soportado lo anterior con la diversificación de proveedores de gas natural y aceite. El carbón pareciera que será un combustible de transición que se use en el corto-mediano plazo en lo que se logran diversificar las fuentes de gas ruso y se reactivan o construyen nuevos reactores nucleares
La diversificación antes mencionada se está dando vía triples redundancias. En el verano Europa incorporó dentro de su catálogo de energías verdes a la energía nuclear. Por otro lado, el gas natural vía ductos será sustituido por el LNG, en lo cual EUA será un proveedor cada vez más relevante por el precio spot y Qatar se encuentra en negociaciones para establecer contratos de largo plazo. Incluso se escuchan iniciativas para financiar un gasoducto que corra a lo largo de África para proveer de energía a Europa. México ya está dando unos primeros pasos en la instrumentación de una política energética que se beneficie de los mayores precios del gas en Europa. Se están analizando múltiples estaciones de criogenización (i.e. exportación de LNG) a lo largo tanto del Golfo de México como del lado del Pacífico.
En materia de proveeduría de petróleo, la situación es un poco más compleja que la del gas. La OPEP, y Arabia Saudita en específico, han seguido una estrategia de recortes de producción para incrementar el precio del petróleo.
En el mediano plazo los únicos países que tienen la capacidad de incrementar significativamente sus niveles de producción para lidiar con lo anterior y con la sustitución de la producción rusa, son Venezuela, Irán, Guyana y EUA.
Para que los dos primeros países puedan aumentar sus producciones, se requieren de negociaciones diplomáticas de alto nivel con los EUA y con Europa. En el caso de Venezuela ya se ven los primeros resultados de estas negociaciones. Venezuela ya exportó algunos tanqueros de aceite a Europa en el verano y en EUA se avanza en el otorgamiento de licencias a diversas empresas internacionales para comercializar su producción venezolana. La apertura del sector venezolano a la inversión extranjera representa un reto estratégico para México, puesto que sus crudos pesados competirán por el mercado de refinación del Golfo de México.
En síntesis, la guerra en Ucrania ha provocado que Europa se replantee su concepto de seguridad energética, con lo cual la transición hacia energías renovables se desacelerará mas no se detendrá. La electrificación de la movilidad y de los procesos industriales implica contar con fuentes de energía continuas, aspecto que las renovables por el momento no proveen.
Lo anterior ha hecho más vigente la resolución de dos interrogantes clave en materia energética:
- ¿En qué momento convergerá la producción barata de fuentes renovables de energía eléctrica con una capacidad de almacenamiento a gran escala confiable y competitiva en costo?
- ¿Cómo financiar fuentes fósiles que sustituyan a las de proveedores tradicionales (i.e. rusa) y al mismo tiempo sean explotables rentablemente en el corto plazo en lo que se logra el almacenamiento masivo de energía renovable?
Con respecto a la primera interrogante, en la actualidad los altos precios de los energéticos han provocado que soluciones integrales de baja escala que combinen renovables más baterías o hidrógeno ya sean competitivas. No obstante lo anterior, esto aún no es el caso para soluciones de alta escala en materia de almacenamiento masivo. Posiblemente en un horizonte de 10 a 15 años sí lo sea.
En materia de financiamiento, la situación pudiera ser incluso más complicada de resolver puesto que los proyectos petroleros tendrán que cumplir con ciertas características clave para ser financiables, como por ejemplo contar con reservas probadas listas para extracción y ser yacimientos maginados u olvidados que tengan un costo de extracción bajo. Adicionalmente, dichos yacimientos deberán tener la característica de poder ser desarrollados en un lapso mínimo e idealmente tener la capacidad de arrancarse y frenarse con celeridad (i.e. como los recursos de shale). Si Venezuela e Irán “juegan con inteligencia sus cartas” podrían ser unos de los grandes ganadores (en conjunto con los EUA) de esta redefinición de la estrategia de seguridad energética de Europa.
*/ José Pablo Rinkenbach es graduado de administración por el ITAM, MBA por Rochester y Master en Energy Business por Tulsa. Actualmente es Director de Ainda.
Las opiniones vertidas en la sección «Plumas al Debate» son responsabilidad exclusiva de quienes las emiten y no representan necesariamente la posición de Energía a Debate, su línea editorial ni la del Consejo Editorial, así como tampoco de Perceptia21 Energía. Energía a Debate es un espacio informativo y de opinión plural sobre los temas relativos al sector energético, abarcando sus distintos subsectores, políticas públicas, regulación, transparencia y rendición de cuentas, con la finalidad de contribuir a la construcción de una ciudadanía informada en asuntos energéticos.