A finales de enero del año pasado el Centro Nacional de Control de Energía (Cenace) desconectó una central eléctrica en Nuevo León. Eso complicó la situación de esa zona en verano y, por algunos días, el riesgo de apagones por no contar con reservas de energía suficientes estuvo a su máximo. Los 550 megawatts de capacidad de generación desconectados habrían permitido estabilidad en esa región del sistema, de sobra.
Adicionalmente, Nuevo León está al lado de Tamaulipas, el estado energético por excelencia, con alrededor de 2 mil megawatts de generadores eólicos operando pero con algunas centrales también eólicas paradas que podrían aportar energía limpia hacia la entidad neolonesa. En resumen, la zona noreste del país es superavitaria en energía, genera más de lo que consume, de manera que parte de su electricidad se exporta a la región central. Si bien se requerirían inversiones en distribución o transmisión para instalar un centro de consumo grande, digamos que energía hay.
Por otro lado, la región central del sistema eléctrico del país es altamente deficitaria en términos eléctricos. Alrededor de la mitad de la energía que se consume se recibe por la red nacional de transmisión desde las zonas norte, noreste y oriental. Parar incrementar la disponibilidad de energía en el centro se necesita más generación local o incrementar la capacidad de transmisión desde las zonas que le aportan.
Varias empresas han intentado instalar centrales de generación de energía eléctrica en el centro del país. Particularmente en el estado de Hidalgo, en lo que va del sexenio, tanto la Secretaría de Energía como la Comisión Reguladora de Energía han negado trámites y permisos para la instalación de más de mil megawatts de capacidad de generación tan solo de parques solares.
¿De qué tamaño son esos mil megawatts que no permitieron instalar? Más o menos es lo que pretende instalar el gobierno federal en Puerto Peñasco de aquí a 2028.
El déficit de energía de la región centro ronda los tres mil megawatts, por lo que en horas de insolación, estos parques bloqueados por el gobierno hubieran aportado el 30 por ciento del déficit energético actual, pero el gobierno federal decidió no otorgar los permisos. Al hacerlo, argumentó pretextos que muchas veces escapaban a sus facultades.
Esa capacidad de generación era, además, de proyectos de energía limpia, esos que ahora demandan las empresas trasnacionales debido a sus compromisos corporativos de mitigación de emisiones.
¿Por qué traigo esta información?
Porque hay un debate sobre la ubicación de la fábrica de Tesla, conocida como gigafactory. Y hay que ver qué es lo que requiere esta fábrica.
Una fábrica de este tipo requiere agua, vías de comunicación y energía. Mucha energía.
Y hay que recordar que una empresa como Tesla no solo quiere energía, sino que la necesita renovable, cosa que en este momento no tiene el centro del país en cantidad suficiente.
“Hay que recordar que una empresa como Tesla no solo quiere energía, sino que la necesita renovable”.
Ahora, una fábrica de ese tamaño podría instalar tal vez unos 30 MW de paneles solares en su techo, pero eso solo aportaría un 10 por ciento del consumo de la fábrica. Y agreguemos que para ello requiere que el gobierno le dé permisos, aunque los permisos de parques solares en este sexenio ascienden a cero, excepto por los de CFE y sus aliados.
La falta de permisos, la falta de inversión en transmisión y el freno a las renovables son acciones derivadas de la política energética.
Pero esas acciones ahora le juegan las contras a las intenciones del presidente de colocar la gigafactory de Tesla. Si bien la inversión podría darse en Hidalgo aún, tiene muchas más complicaciones (y los costos derivados) que hacerlo en el norte.
La falta de permisos e inversión en transmisión hacen menos posible la instalación de la fábrica al lado del AIFA, como pretende el presidente. Su política energética termina siendo un balazo en el pie pues complica, encarece o de plano frena las inversiones, que en este caso tendrían una connotación política.
Las intenciones políticas del presidente podrían ser víctimas de sus acciones.
Las opiniones vertidas en la sección «Plumas al Debate» son responsabilidad exclusiva de quienes las emiten y no representan necesariamente la posición de Energía a Debate, su línea editorial ni la del Consejo Editorial, así como tampoco de Perceptia21 Energía. Energía a Debate es un espacio informativo y de opinión plural sobre los temas relativos al sector energético, abarcando sus distintos subsectores, políticas públicas, regulación, transparencia y rendición de cuentas, con la finalidad de contribuir a la construcción de una ciudadanía informada en asuntos energéticos.