Será complicado que Petróleos Mexicanos (Pemex) sea parte del grupo de petroleras estatales que sobrevivan a la transición energética hasta el final, o que sea de las últimas que queden en pie, advierte un estudio de Natural Resource Governance Institute (NRGI).
“La transición energética requiere respuestas oportunas y efectivas para garantizar un futuro sostenible para todos”, añade el documento titulado Pemex y la transición energética: respuestas oportunas a retos crecientes.
El análisis, elaborado por Fernanda Ballesteros, Andrea Furnaro, David Manley, señala que para evitar una catástrofe climática, es necesario implementar una transición energética que dé salida progresiva a los combustibles fósiles, algo en lo que las economías principales ya están avanzando.
Los avances en este sentido representan un riesgo para los países productores de petróleo y sus empresas estatales, señaló el documento.
En el caso de México y Pemex, precisan los analistas, aproximadamente 10 mil millones de dólares en activos de la empresa no alcanzarían el punto de equilibrio en el Escenario de Compromisos Declarados (APS) de la Agencia Internacional de Energía (IEA) —supuesto en el que todos los gobiernos del mundo cumplen con sus políticas climáticas actuales—.
“La afectación será particularmente severa en comunidades con vínculos económicos, sociales y culturales más fuertes con la industria petrolera, como ocurre en los estados de Campeche y Tabasco. Sin embargo, el riesgo para la sociedad mexicana en su conjunto también es significativo, dado que los ingresos públicos procedentes de la industria petrolera disminuirán”, advierte.
Además, señalaron que el mercado interno de México no será suficiente para mantener la actividad de Pemex, por lo que quedará desprotegido ante el riesgo que representa la transición energética.
A esto se suma una complicada situación financiera que la transición energética podría agravar.
NRGI recuerda que Pemex es la petrolera más endeudada del mundo, a lo que se suman los altos costos de refinación, el pasivo laboral y los proyectos petroleros que tiene en el tintero.
“Estos desafíos no hacen más que empeorar la posición de la empresa frente a los impactos de la transición energética. Por lo tanto, es difícil que Pemex pueda ser parte del grupo de empresas petroleras estatales que sobrevivan la transición energética hasta el final, o que sea de las últimas que queden en pie”, advierte.
Pemex tiene el problema de una caída en la producción y altos costos en sus proyectos productivos.
“Aun con apoyos financieros sustanciales por parte del Gobierno, Pemex no ha podido revertir de forma significativa la producción a la baja, y es poco probable que esta situación cambie radicalmente”, vaticinan.
“Sin ganancias suficientes, el endeudamiento de Pemex aumentará. Por su parte, los acreedores se han mostrado dispuestos a seguir prestándole dinero a Pemex, dada la expectativa de que el respaldo gubernamental continuará. Sin embargo, en la medida en que más acreedores tomen en serio el riesgo de la transición energética y la necesidad de descarbonizar sus inversiones, este apoyo será crecientemente cuestionado y aumentarán las tasas de interés para Pemex y/o el Gobierno mexicano”.
El estudio abunda que esto podría hacer prohibitivo el costo de endeudamiento de la empresa y provocar una espiral de problemas financieros que a su vez provoquen que el apoyo gubernamental resulte demasiado costoso.