La electricidad enfrenta crecientes necesidades de flexibilidad a corto plazo que pueden satisfacerse mediante la respuesta de la demanda y el almacenamiento, y crecientes necesidades de flexibilidad estacional que pueden satisfacerse mediante fuentes hidroeléctricas y térmicas, todo ello posible gracias a la expansión y modernización de las redes, señala la Agencia Internacional de Energía.
De acuerdo con el World Energy Outlook, las transiciones energéticas también conllevan riesgos para la seguridad energética.
“Un conjunto de riesgos se relaciona con las cadenas de suministro de tecnologías de energía limpia y de minerales críticos. Las cadenas de suministro de ambos están muy concentradas geográficamente. La inversión diversificada para satisfacer la creciente demanda puede ayudar, pero también serán necesarias asociaciones internacionales”, señala el organismo.
Además, hay otro conjunto de riesgos relacionados con los aspectos de las transiciones energéticas centrados en las personas, incluido lo que significan para el acceso, la asequibilidad y el empleo.
De acuerdo con el estudio, el número de personas sin acceso a cocinas limpias asciende a dos mil 300 millones, mientras que en el apartado de electricidad asciende a 760 millones. En el mejor escenario, este último apartado caerá 15 por ciento en 2030.
Además, las facturas de energía de los hogares en las economías avanzadas caen casi un 20 por ciento en el mejor escenario, a medida que disminuye el uso de combustibles fósiles y se acumulan ganancias en eficiencia energética.
“En las economías de mercados emergentes y en desarrollo, los subsidios a los combustibles fósiles deben eliminarse gradualmente para limitar los impactos en los presupuestos de los hogares”, detalla el organismo.
Además, se generarán entre siete y 30 millones de empleos nuevos en energías limpias, lo que compensará la pérdida de empleo en energías fósiles o industrias relacionadas.