Es hora que de una vez los países del Cono Sur se pongan de acuerdo y entiendan que es imprescindible utilizar el gas existente en la región y la extensa infraestructura de gasoductos construida entre los países (Argentina, Bolivia, Brasil, Uruguay y Chile). De esa manera evitaríamos costosas importaciones de GNL del imperio y de varios otros países en el futuro.
“No podemos ser tan nostálgicos de seguir importando costoso GNL cuando el gas natural existe y gran parte de la infraestructura esta básicamente construida en todo el Cono Sur”.
El conflicto en Ucrania ha agravado esta situación y las importaciones de GNL de Brasil, Chile y Argentina están pasando factura a los Estados, empresas y usuarios finales. Todo indica que la problemática europea de gas natural continuará en los años que vienen y, por lo tanto, la situación es estructural. No podemos ser tan nostálgicos de seguir importando costoso GNL cuando el gas natural existe y gran parte de la infraestructura esta básicamente construida en todo el Cono Sur.
Empecemos por Bolivia. Los escasos proyectos exploratorios no han dado el resultado deseado y las reservas y producción del país seguirán declinando a ritmo acelerado. Cualquier nueva labor o campaña exploratoria tomará bastante tiempo y está sujeta a que se descubra y, por lo tanto, no tiene certeza de ser realidad. Lo anterior deja a Bolivia con cada vez menos capacidad exportadora y con ductos con capacidad ociosa para transportar gas natural hasta el mercado de Brasil, que es el importante en la región.
El mercado de gas natural en Brasil sigue reformándose, aunque a paso lento. Es difícil dejar atrás el secante monopolio que ejercía Petrobras en toda la cadena que resultó devastador en la competencia y en los precios para los usuarios finales. Brasil es el mercado más prometedor en materia de demanda en el Cono Sur, por lo cual necesita oferta confiable diversificada y competitiva.
Las empresas brasileras demandantes, bajo el nuevo esquema, deben salir a buscar proveedores y contratos de gas natural en el corto, mediano y largo plazos. Las opciones que tiene están en la producción de Petrobras, en el producido por privados en Brasil, en el gas de Bolivia (cada vez más escaso), en el costoso GNL y en el gas de Argentina, como veremos a continuación.
Como todos sabemos, la disponibilidad de gas de Argentina es inmensa. Es gas que está disponible (por sus características de esquisto) y se puede levantar producción muy rápidamente, como lo demostró Tecpetrol en Fortín de Piedra. En cierta manera está ya descubierto y lo que se necesita es masiva perforación de pozos para producirlo e infraestructura para evacuarlo al mercado interno y a los países vecinos. Y, por qué no, exportarlo vía GNL al mundo.
Mientras escribimos la presente entrega, Argentina ha avanzado en la compra de tubos para así concretar la primera fase de construcción de infraestructura de gas natural, destinada principalmente a abastecer su mercado interno y bajar importaciones de GNL hasta avanzada la primera mitad de 2023. Gran y bendecido avance para los dólares que habrá de ahorrar.
Creemos sinceramente que Argentina, sus instituciones y empresas deben hacer todos los esfuerzos para concretar la segunda fase hacia el 2024, lo que le permitirá llegar hasta el norte del país. De esta manera liberará a Bolivia para que pueda enviar los escasos volúmenes que tiene al mercado de Brasil. Además, podrá acceder al mercado del norte de Chile que continuará importando GNL.
Esta segunda fase es imprescindible para que IEASA e YPFB dejen las tediosas negociaciones que están sosteniendo desde hace dos años. Una pelea insulsa en la cual Bolivia no tiene ni puede enviar los volúmenes que Argentina necesita en el norte del país. Por el otro lado, es una pelea de pobres, donde Argentina quiere pagar precios bajos a Bolivia, pero paga sin regatear 40 USD/MMBTU por el GNL a las empresas del imperio.
La infraestructura de gas en Argentina para las dos fases tiene un costo de aproximadamente 3,500 MMUSD. A los precios actuales, las inversiones se pagarían inmediatamente y generarían ingresos billonarios al sustituir importaciones de GNL y de Bolivia. Además, generaría dólares adicionales al exportar al mercado del norte de Chile y finalmente dólares al exportar al mercado de Brasil, llegando mediante los ductos que van quedando vacíos en Bolivia.
Usar gas regional es una importante fuente de generación de impuestos, regalías, empleo e ingresos por transporte de gas por gasoductos ya construidos con alto grado de depreciación en toda la región. Mantenerlos vacíos es la opción que no debería ocurrir. ¿Seguiremos siendo nostálgicos?
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