Administrativamente hablando, en términos prácticos hay dos formas de operar un sistema eléctrico como el mexicano: en monopolio o en mercado.
Desde 2013, la Constitución contempla la libre concurrencia de los generadores y los comercializadores de energía, lo que constituye el mercado eléctrico, entonces se debe operar como tal. Para lograr esto, el sector eléctrico fue dividido en varias partes desde la misma Carta Magna. Los sistemas públicos de conducción eléctrica (Transmisión y Distribución) se quedaron en el Estado al ser monopolios naturales. Aunque el control del sistema lo lleva un ente externo, el Centro Nacional de Control de Energía o CENACE, se permitió que la misma empresa que era dueña de las generadoras del gobierno fuera la que se encargara de las actividades de transmisión y distribución. Además, el operador no realiza la planeación del sistema, a pesar de que es quien trabaja el sistema todos los días y, por lo tanto, quien conoce más sus necesidades. Esta actividad la realiza la SENER. Cabe decir que el CENACE elabora programas de ampliación y modernización, pero éstos se encuentran sujetos a la aprobación de la Secretaría.
Sin embargo, en los hechos la cosa no funciona así, pues en CFE Transmisión y Distribución sucedió lo que comentábamos en la entrega anterior: a pesar de tener una tarifa que solventa su operación, mantenimiento y crecimiento, la administración decidió no usar esos recursos en lo que dice la Ley, que tienen que ser usados, sino que, mediante la misma tarifa de garantía (pirata), su dinero se fue a subsidiar otras partes de CFE que operan generadoras ineficientes, caras y contaminantes.
Por si fuera poco, al inicio del sexenio se cancelaron proyectos de transmisión que hubieran evitado los apagones en la Península de Yucatán, las restricciones de consumo en Baja California y habrían agregado energía renovable al centro del país, que es altamente deficitario. Como consecuencia, el Sistema Eléctrico Nacional sigue enfrentando los problemas de bajos márgenes de reserva y mayor probabilidad de cortes de suministro mientras se desvía una parte del dinero y se guarda otra.
En buena medida este problema se debe a que, si bien el marco jurídico de 2014 ordenó la separación del sector, en los hechos el actual gobierno ha burlado la ley, sometiendo y politizando al operador del sistema como si fuera una oficina más del grupo de empresas, entre las que están seis generadoras en competencia.
Así, en lugar de asegurar la neutralidad de la red, el operador se dedicó a buscar cómo beneficiar a una sola empresa, obstaculizando al sector privado y finalmente actuando en perjuicio de los consumidores.
Por todo esto vale la pena replantear el modelo, o simplemente reforzarlo.
Una opción viable es que el operador se encargue completamente de los aspectos técnicos del sistema eléctrico en transmisión y que realice y/o supervise los contratos de distribución que comentaba en este mismo espacio la semana pasada. Esto mientras realiza la operación del sistema y del mercado. El operador también debería llevar a cabo la planeación del sistema, actividad en la que deberá tomar en cuenta las necesidades de todos los participantes y el cumplimiento de las metas de integración de energías limpias.
Lo más importante es que sea un ente totalmente independiente de cualquier generador y de cualquier comercializador.
Hay que reconocer que el equipo de CFE Transmisión es de lo mejor que hay en el mundo, a pesar de las restricciones presupuestales ilegales, como las que le han hecho en esta administración. Entonces tiene lógica corregir estas restricciones y mantener su buen desempeño.
La idea sería integrar al CENACE, CFE Transmisión y los distribuidores, o la administración de contratos de distribución, en un solo ente: el Centro (o Comisión) Nacional de Redes Eléctricas (CNRE). Entonces dejarle a cargo la planeación del sistema eléctrico, aunque si darle a la SENER poder de opinión vinculante, y que la CFE se encargue de generar y comercializar, como el resto de las empresas privadas que operan en México, pero ya sin meter mano en la conducción.
“La idea sería integrar al CENACE, CFE Transmisión y los distribuidores, o la administración de contratos de distribución, en un solo ente”.
El costo de hacer todo este cambio sería menor, pues el presupuesto operativo de cada uno de estos sectores ya está en las tarifas y se evitarían los desvíos de recursos, como sucede ahora.
El propio CNRE podría también llevar a cabo licitaciones para ampliar, generar redundancia o interconectar el sistema, o simplemente hacerlo por sí mismo con los recursos con que contaría a partir de las tarifas.
Algo importante es ¿quién va a supervisar todo esto?
Para eso se debe fortalecer la figura del regulador y del monitor independiente del mercado, que podría ser ya no un ente externo, sino un participante constante del regulador, que además sea dirigido por un consejo con representación de usuarios, generadores, comercializadores y presidida por el propio regulador.
Con esto, al final logras un operador físico y financiero independiente, sin que metan mano indebidamente los participantes de sistema. También se fortalecen las capacidades de dos empresas que ya funcionan con eficiencia, para ahora darles recursos y que se encarguen de esto que es fundamental en la transición energética y en lograr los costos más bajos de energía: la expansión y fortalecimiento de las redes eléctricas y el despacho neutral del mercado.
¿Qué se necesita para esto? En realidad es un cambio muy sustantivo a la Ley de la Comisión Federal de Electricidad y algunos cambios a la Ley de la Industria Eléctrica, porque esta nueva estructura sería completamente respetuosa, e incluso más congruente, con la Constitución.
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