La Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés) presentó el primer Outlook de energía para América Latina y el Caribe, documento en el que estimó que la región produce 60 por ciento de sus necesidades energéticas con fuentes renovables.
De acuerdo con el documento, el primero en su tipo, este dato representa el doble de otras regiones en el mundo, lo que contribuye a los objetivos climáticos globales, y tiene el potencial de aumentar las exportaciones de energía.
El organismo que dirige Fatih Birol mencionó que aunque actualmente los combustibles fósiles siguen siendo una parte significativa de la matriz energética en América Latina, es necesario un cambio en las políticas energéticas para impulsar las energías renovables.
En la presentación, Birol dijo que América Latina y el Caribe pueden desempeñar un papel importante en la transición hacia una economía más limpia, debido a sus vastos recursos naturales y su creciente participación en energías renovables.
El directivo mencionó que aprovechar estos activos impulsaría el crecimiento económico local y fortalecería la seguridad energética a nivel mundial, pero es necesario desarrollar políticas de apoyo y cooperación internacional.
Sin embargo, el documento advierte que uno de los mayores desafíos para la transición energética en América Latina es duplicar la inversión en proyectos de energías limpias para 2030 y quintuplicarla para 2050, un objetivo que buscan varios países de la región.
Impulso regulatorio
La región requiere cambios en las políticas públicas de manera urgente.
El documento calcula que la participación de combustibles fósiles en la matriz energética de América Latina disminuirá lentamente, pasando del 67 por ciento actual, 63 por ciento en 2030 y al 54 por ciento en 2050, mientras que las energías renovables aumentarán del 28 por ciento en 2022 a 40 por ciento en 2050.
Sin embargo, si los países cumplen con sus compromisos de transición energética, el consumo de combustibles fósiles alcanzaría su punto máximo antes de 2030, lo que llevaría a una reducción de más de 50 por ciento en el consumo de petróleo para 2050.
Esto tendría importantes implicaciones para la exportación de petróleo en la región, lo que podría proporcionar ingresos adicionales y aumentar la seguridad y flexibilidad en el suministro energético global.
El informe también destaca que América Latina cuenta con un sistema eléctrico en el que las energías renovables representan 60 por ciento de la generación de electricidad, el doble de la media mundial.
El documento reconoce que la hidroelectricidad tiene poco potencial de crecimiento, pero mantendrá su valor a medida que crezca la energía eólica y solar.
Además, en el escenario más optimista, la transición hacia una matriz energética más limpia sería más rápida. Las energías renovables podrían representar más de 70 por ciento de la generación de electricidad en 2030 y más de 90 por ciento en 2050.
La demanda de electricidad también crecería significativamente, lo que reduciría la dependencia de los combustibles fósiles en sectores como la producción de hidrógeno, la climatización de edificios, el transporte eléctrico y la industria.
Además, América Latina podría desempeñar un papel importante en la transición energética global como proveedor de minerales estratégicos, lo que podría duplicar los ingresos de la región y compensar la disminución de los ingresos por la venta de combustibles fósiles.