La región se ve perjudicada por los altos precios del petróleo.
Alvaro RÍos Roca*
Los países de América Central y del Caribe son los más afectados por los elevados precios del petróleo y de todos los energéticos en general. Los países de estas dos subregiones demandan mucho más energía de la que producen (con excepción de Trinidad y Tobago, por supuesto) y por lo tanto son perjudicados en su balanza comercial. Varios países tratan de subsanar esta coyuntura de precios con subsidios, que en el largo plazo suelen implicar desabasto o crisis energéticas.
Mucho se habla de que es imprescindible diversificar la matriz energética para combatir seriamente los altos precios del petróleo. Es una teoría no muy valedera en vista que el petróleo es un referente de precios para los demás energéticos en diferentes proporciones. Así vemos que las cotizaciones del carbón, del gas natural y otros energéticos, incluyendo los biocombustibles (a los que apuestan varios países de Centroamérica y el Caribe), son muy buenos acompañantes de los impredecibles y oscilantes precios del petróleo, independientemente de sus costos de producción.
Es muy poco lo que se puede hacer para forzar precios más bajos de la energía en estos países en el corto a mediano plazo. La apuesta de un cambio en la matriz energética es, por lo tanto, una medida de largo plazo, que traerá dos beneficios: mayor seguridad de abastecimiento y menor dependencia del petróleo y sus derivados, que muy bien puede reflejarse en mayor competitividad y mejores precios en el largo plazo.
América Central, debido a su potencial, debe apostar a los proyectos hidroeléctricos. Existe una muy amplia oposición ambiental y social a estos proyectos, a la cual hay que vencer con el argumento de que los proyectos son necesarios y que van a ser ejecutados con tecnología y responsabilidad social y ambiental.
Se debe arriesgar a importar gas natural para complementar a los proyectos hidroeléctricos, preferentemente de los vecinos países del sur. Inclusión e integración del gas natural en esta subregión es un paso muy necesario.
El proyecto de integración eléctrica, denominado SIEPAC, en el cual los centroamericanos avanzan lentamente, pero avanzan (y esto debe servir de paradigma a Sudamérica), debe apoyarse en la hidroelectricidad y el gas natural en el largo plazo.
El Caribe debe apostar y competir fuertemente por el gas natural, particularmente el LNG ?tal cual lo está haciendo, por ejemplo, la República Dominicana? y empeñarse en optar por proveedores que se encuentren cerca como Trinidad y Tobago, que por la distancia puede ser de beneficio mutuo para un suministro continuo y de largo plazo.
Gas natural a un precio de 8 ó 10 dólares por millón de BTU será siempre mejor que diesel a 14 ó 16 dólares por millón de BTU o contaminante e ineficiente fuel oil a 8 ó 9 dólares por millón de BTU para la generación térmica. Consideramos que el gas natural siempre tendrá mejor precio que el petróleo y sus derivados y es más limpio y eficiente en su combustión y es complemento ideal para la hidroelectricidad. Eso sí, requiere de más estabilidad jurídica y compromiso. El petróleo ha subido ocho veces, de 12 dólares el barril a casi 100 dólares el barril, en siete años, mientras que el LNG ha subido de dos a tres veces, de 3.5 dólares a 8 ó 9 dólares por millón de BTU en el mismo lapso.
La apuesta a los biocombustibles en América Central y el Caribe, primordialmente con la caña de azúcar para la producción de etanol, es otra alternativa que corresponde impulsar, más por el lado del empleo, la balanza comercial y el fortalecimiento del aparato productivo y agrícola que por mejores precios de energía. El fomento del uso de estos productos renovables en el mercado interno en competencia con los derivados de petróleo es un complemento en el segmento transporte.
Existe cabida para una gran refinería (o tal vez dos) en América Central, que puede ser un proyecto clave para esta región en materia de inversiones y generación de empleos, aunque no brinde mejores precios. La producción no sólo abastecería la demanda de esta subregión, sino también a Sudamérica, México y Estados Unidos, que son deficitarios en gasolina y otros petrolíferos. Los países centroamericanos están rivalizando insulsamente por estas refinerías y apoyándose en proyectos mucho más políticos que reales, como es la refinería del Proyecto de Integración Mesoamericana (PIEM) propuesto por México, y las que plantea Venezuela. Hasta la fecha, estos proyectos sólo han quedado en el discurso.
Sería más práctico que se deje a los inversionistas (públicos o privados) seleccionar el mejor lugar para la(s) refinería(s) y lanzar una licitación abierta conjunta entre todos los países centro-americanos, sin necesidad de ponerse la piedra en el zapato.
* Fue Secretario ejecutivo de la Organización Latinoamericana de la Energía (OLADE) y ministro de Hidrocarburos de Bolivia. alvaro.rios@prosertec-srl.com