David Shields
En una primera lectura, la compra de las acciones de Shell en la refinería de Deer Park, Texas, donde Pemex ahora tendrá el 100 por ciento de la propiedad, podría tener sentido económico y estratégico, si bien no es fácil cuadrar esa operación con el discurso de la soberanía nacional y de la autosuficiencia enarbolado por el Presidente López Obrador. Pero ahí la tenemos, Salinas de Gortari compró la mitad de Deer Park para Pemex, ahora López Obrador adquiere la otra mitad. Ambos con la misma visión, imagínense.
Deer Park, a diferencia de las seis refinerías de Pemex en suelo nacional, opera con eficiencia y de acuerdo a las mejores prácticas de la industria. También con utilidades normalmente, si bien ha registrado pérdidas a últimas fechas, al parecer por factores atípicos causados por la pandemia. La gran duda: ¿Pemex la operará eficientemente? ¿Y lo hará con todo y su sindicato?
¿Y es una mejor inversión, peso por peso, que las energías limpias o la ampliación de la Red 5G? Seguramente no lo es. Más aún, el precio tentativo de compra de Deer Park –596 millones de dólares– exhibe la irracionalidad de construir una refinería nueva en Dos Bocas por cerca de 10 mil millones de dólares.
Aun así, puede verse como una compra estratégica, porque Deer Park está diseñada para procesar crudos extrapesados como el Maya reconfigurado que produce Pemex, un crudo de pésima calidad lleno de metales, azufre, asfaltenos y sal, obtenido de los yacimientos Ku-Maloob-Zaap. Ese crudo también se envía a las seis refinerías nacionales, sólo que éstas están diseñadas para procesar crudos ligeros, que ya no se extraen en el país. El Maya reconfigurado ensucia y daña los equipos de esas refinerías, formando compuestos que se incrustan en ellos. En consecuencia, operan a sólo 30 por ciento de su capacidad y producen más residuo (combustóleo) que gasolina.
Es difícil entender a este gobierno. López Obrador ha dicho que México debe ser autosuficiente, no exportar crudo y no importar gasolinas. Pero ahora ratifica la estrategia histórica, neoliberal, de producir gasolinas con crudo mexicano en Deer Park, Texas, y traerlas a México. Al parecer, su idea es que esas gasolinas ya no contarán como importaciones, porque la refinería texana será de Pemex.
La regla de oro para operar refinerías es buscar el máximo rendimiento. Esta regla implica, necesariamente, procesar un tipo de petróleo crudo acorde con las especificaciones de las plantas. Esto se logra en Deer Park, pero no en las refinerías nacionales. Éstas necesitarían procesar principalmente crudo ligero para dar óptimos resultados y no cuentan con él.
¿Acaso López Obrador y Pemex aceptarían ahora exportar casi todo el crudo pesado e importar un volumen importante de crudo ligero para las refinerías en el país? Esto puede parecer una herejía en términos de defensa de la soberanía nacional, pero en términos de negocio sería una estrategia razonable.
Por lo pronto, las refinerías del país operan sin el crudo adecuado y sin criterios técnicos apropiados. Registran accidentes frecuentes y enormes pérdidas económicas. Hay equipos obsoletos, escasa rehabilitación, huachicoleo en ductos y plantas. Casi no hay modernización tecnológica, ni instrumentación –por lo mismo, hay excesivo gasto de combustibles– ni medición confiable. Esto propicia el robo de combustibles dentro de las propias instalaciones de Pemex.
No se realiza mantenimiento predictivo, ni monitoreo de emisiones fugitivas en bridas y tuberías, y el mantenimiento correctivo es deficiente por falta de recursos. De ahí las explosiones y accidentes. Se utilizan catalizadores baratos, no aptos para el tipo de crudo que se procesa. Todo eso genera ineficiencias y contaminación ambiental. Una calamidad, pues.
¿Lo de Deer Park podría acaso ser el comienzo de una política de refinación sensata? Aún no sabemos. Como sea, Pemex y sus refinerías siguen siendo un símbolo de ideología nacionalista, un mito de desarrollo nacional que no deja de obsesionar al Presidente de la República.
Artículo publicado hoy en el periódico Reforma.
David Shields es analista de la industria energética. Su e-mail: david.shields@energiaadebate.com