La Asociación Internacional de Energías Renovables (Irena, por sus siglas en inglés), señaló que la inversión mundial en tecnologías relacionadas con la transición energética, incluyendo la eficiencia, cerró 2022 con un nuevo récord al alcanzar 1.3 billones de dólares en la escala global.
Sin embargo, de acuerdo con el estudio Panorama global de la financiación de las energías renovables, elaborado por el organismo internacional, este monto debe ser cuatro veces más grande para mantenerse en el camino que permita alcanzar el escenario donde la temperatura global no aumente más de 1.5 ºC, establecido en la Perspectiva de las transiciones energéticas mundiales 2022.
El mundo atraviesa por distintas crisis, mismas que incluyen la energética. En este sentido, el organismo que dirige Francisco La Camera detalló que el espacio fiscal más reducido y las perspectivas macroeconómicas inciertas están afectando negativamente los flujos de inversión hacia las energías renovables, mientras que la actual crisis energética está obligando a los países a desplegar con urgencia fuentes alternativas de energía que sean sostenibles, confiables y asequibles.
Gasto disparejo
El estudio señala que en 2020, 733 millones de humanos no tuvieron acceso a la electricidad a lo que se suma que casi dos mil 400 millones de habitantes dependen de tecnologías y combustibles tradicionales para cocinar alimentos.
Específicamente, la inversión global en energía renovable se ubicó en 0.5 billones de dólares el año pasado, lo que si bien fue un máximo histórico, representó menos de 40 por ciento de la inversión promedio necesaria entre 2021 y 2030 para alcanzar las metas establecidas por Irena.
Ejemplificó que en 2021 las inversiones en soluciones de energía renovable sin conexión a la red alcanzaron un monto de 500 millones de dólares, cuando se necesitan cada año dos mil 300 millones de dólares entre 2021 y 2030 para garantizar el acceso universal a la energía.
Por otra parte, las inversiones se concentran en tecnologías y usos específicos, a lo que se suma un número reducido de países y regiones.
En 2020, la tecnología fotovoltaica atrajo 43 por ciento de la inversión total en energías renovables,a lo que se suma la eólica terrestre y marina, con 35 por ciento y 12 por ciento, respectivamente.
En total, estas tres tecnologías representaron 90 por ciento de la inversión en renovables.
“Para apoyar mejor la transición energética, es necesario que fluyan más fondos a tecnologías menos maduras y a sectores más allá de la electricidad, como la calefacción y refrigeración, transporte, eficiencia energética e integración de sistemas.
Además, los países en desarrollo y emergentes, que concentran 70 por ciento de la población mundial, sólo recibieron 15 por ciento de las inversiones globales en 2020.
Entre estos, América Latina y el Caribe atrajo 6.1 por ciento del total en 2019 y 4.9 por ciento al año siguiente en lo relativo a las inversiones globales, seguido por el sur de Asia, Medio Oriente y África del Norte, Eurasia y África subsahariana.
En estas regiones, la mayor parte de las inversiones en energía renovable es captada por solo un puñado de países: Brasil, Chile e India.
“Este informe subraya la necesidad de dirigir fondos públicos a regiones y países que tienen un potencial considerable sin explotar pero que tienen dificultades para atraer inversiones”, dice el director general de Irena.
Los fondos, añade, deben dirigirse a apoyar el desarrollo de infraestructura de transición energética y habilitar marcos de políticas para impulsar la inversión y abordar las brechas socioeconómicas persistentes.
Subsidios… a la energía fósil
El estudio añade que la inversión en energías fósiles sigue al alza, a lo que se suma un apoyo considerable a través de subsidios aplicados por los gobiernos de todo el mundo.
Para lograr una transición energética en línea con el Escenario 1.5ºC, es necesario redireccionar el equivalente a 0.7 billones de dólares cada año de las inversiones que se realizan en combustibles fósiles, a tecnologías relacionadas con la transición energética.
La eliminación gradual de las inversiones en activos de combustibles fósiles debe ir acompañada de la eliminación de los subsidios para nivelar el campo de juego con las energías renovables.