En los últimos días, producto de la onda de calor que vive el país, el sistema eléctrico ha tenido al menos dos veces el récord histórico de demanda y ha llegado a un peligroso 6 por ciento de reserva. Afortunadamente estamos aún sin grandes incidentes en el Sistema Eléctrico Nacional, pero la demanda amenaza con crecer y la oferta no promete mucho.
Se reportan decenas de apagones diarios en ciudades a lo largo y ancho de todo el territorio nacional, pero eso más bien se debe a la insuficiente capacidad de los circuitos de Distribución que se vieron rebasados al tener que incrementar la cantidad de energía que entregan. Esto por el uso creciente de sistemas de aire acondicionado.
El problema es que ambas causas –habernos acercado a condiciones de muy baja reserva y los problemas de distribución– eran previsibles y, por lo tanto, pudieron evitarse. Y se decidió no trabajar para evitarlos.
De lo primero daré algunos datos. Según Rocío Nahle, antes de la presente administración había más de cien mil megawatts de capacidad de generación acumulada en permisos. Eso significa que solo en permisos hay más de 10,000 MW que pudieron haberse desarrollado y ofrecer reserva en los días pasados. Dentro de esto, están los más de 2,000 MW de capacidad de generación que está terminada de construir pero sin el permiso para entrar en operación, o que simplemente sacaron de operación con pretextos técnicos que en realidad son razones políticas. Sumemos además que hubo en un momento dado más de 90 permisos de generación parados en la Comisión Reguladora de Energía sin resolverse y que ahora la CRE ha ido rechazando con razones absurdas. Con pretextos, para ser claros. Pero la cosa no acaba ahí, pues muchos desarrolladores de proyectos decidieron dejar de solicitar permisos y frenaron sus inversiones ante la realidad de que la CRE, SENER y SEMARNAT pararon todos los proyectos que no eran del gobierno o de sus contratistas.
Entonces, tener una reserva por debajo de lo que marca la norma es producto de una decisión de política pública.
De nuevo, los problemas se pudieron prever.
Por ejemplo, la tarifa de Distribución que pagamos todos los mexicanos incluye una fracción dedicada al desarrollo de infraestructura de distribución. Las inversiones no han sido las requeridas y las consecuencias son esas incapacidades de transformadores, porque el incremento de demanda se sabía que existiría.
¿Cuál pudo ser la solución a estos problemas que afectan al sistema eléctrico y, por lo tanto, a los ciudadanos?
Era simple: respetar la ley.
Eso significa dar continuidad a los proyectos de generación, pero también invertir en transmisión y distribución. El problema es que la política energética se centró en otras cosas, terminó por frenar la inversión privada y no hacer la inversión pública que tiene que hacer el monopolio.
“El problema es que la política energética se centró en otras cosas, terminó por frenar la inversión privada”.
Y entonces, el bienestar de los ciudadanos se convirtió solo en narrativa o promesa.
Tan solo por poner un ejemplo, se preveía que para este año se hubiera duplicado la capacidad instalada de generación eólica. Eso habría significado unos 7,000 MW adicionales de energía por la tarde-noche del pasado martes, lo que habría alejado al sistema eléctrico el martes pasado del 6 de reserva, para dar tranquilidad a los operadores eléctricos.
Pero el habría no existe y llevamos una alerta, un mes antes de que venga lo que se supone que será la máxima demanda.
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