Desde el inicio de la pandemia se ha acelerado el proceso global de reacomodo de acuerdos entre los países, como si fuera un inmenso movimiento tectónico que con los años formará nuevas cadenas productivas, rizomas industria-comercio, interdependencias alimentarias, avances tecnocientíficos, alianzas geopolíticas, proyectos para la estabilización climática del planeta y más.
En el gran contexto, el nearshoring busca propiciar la cercanía y la diversificación geográfica de los eslabones de las cadenas productivas, transfiriendo al proveedor la operación comercial para facilitar la integración de los productos. Este reacomodo industrial y comercial es solo uno de los aspectos que remplazará a la globalización de los últimos 30 años. China, por su parte, será un contendiente al liderazgo mundial e intentará mejorar la competitividad de sus exportaciones, pero pudiendo perder espacios comerciales.
En cuáles países se localizará el nearshoring dependerá de los costos, la afinidad cultural, la menor distancia física y de uso horario, pero también de la certidumbre en el abasto, desde los minerales y energéticos hasta su procesamiento, ensamblaje y la confianza de que quien lo produzca no use su poder para especular, embargar o incumplir sus entregas. Países con faltas a los derechos humanos, a las prácticas democráticas o a los límites de contaminación perderán en la preferencia de los inversionistas.
La alta dependencia de energéticos de Rusia o de componentes chinos muestra que la facilidad de las compras o su bajo precio conllevan riesgos de desestabilización para el comprador. EE. UU. depende en 29% de insumos de importación para cubrir su consumo. Cada 1% de autosuficiencia adicional agregaría US$20 mil millones a su PIB, además de otros beneficios, por ejemplo, en el uso de energías limpias. Por ello, las empresas buscan la integración vertical, incorporando tecnologías de punta para reducir costos, riesgos ambientales o políticos.
“México debería ser uno de los mayores beneficiarios del nearshoring”.
México debería ser uno de los mayores beneficiarios del nearshoring, generando más de US$ 35 mil millones en exportaciones anuales adicionales, de acuerdo con el BID. Todos los estados del país pueden atraer inversiones para materias primas, componentes y productos. Desde el TLC en 1992, la integración con EE. UU. y Canadá ha requerido de inversiones públicas y privadas que nos dan ventaja frente a países interesados como Brasil, Turquía, India, Vietnam o Taiwán. Reforzar nuestro posicionamiento implicará una continua adaptación en las prácticas comerciales, inversiones, estado de Derecho, estabilidad política, transición energética y cero emisiones de GEI.
Nuestro sector energía deberá evolucionar rápidamente, no solo con la competitividad en los productos, costos, calidad y variedad que requiera el nearshoring, sino también en innovaciones, seguridad de abasto, mantenimiento y contenido local. La transición a energías limpias y la reducción a cero emisiones necesitarán de nuevas tecnologías y de mercados energéticos ágiles. Harán falta inversiones públicas y privadas multimillonarias, con un marco regulatorio confiable.
¿Estamos listos para ofrecer el volumen y tipo de energía que requerirá la expansión industrial, o la oportunidad se nos irá mientras vemos cómo otros países la aprovechan?
La ventana de oportunidad se abre más por la débil situación económica que desde 2020 atraviesan las empresas de múltiples países, mientras que la demanda por manufactura con base en energías limpias crece rápidamente. Las fusiones y adquisiciones de empresas se han frenado y el tamaño de las transacciones que aún se hacen ha disminuido[1]. La incertidumbre sobre el PIB global continuará al menos durante 2023. Pero eso mismo acelerará el proceso de reubicación global de las cadenas productivas y el establecimiento de objetivos geopolíticos más claros.
Debemos prepararnos para alojar en México industrias de componentes y artículos de alta tecnología para cadenas como la automotriz, textil, medicinas, productos agrícolas y digitales. Las empresas buscarán implantarse en el procesamiento de datos, electrodomésticos, automóviles y camiones, partes y accesorios de vehículos incluyendo semiconductores.
La energía con sus modalidades de producción, procesamiento, generación, distribución y comercialización deberá expandirse a los municipios que califiquen para el nearshoring. ¿Qué se necesitará en la localidad? Comunicaciones y transportes; Parques industriales con todos los servicios y energéticos; Disponibilidad de insumos clave como el aluminio; Centros locales de conocimiento; Servicios financieros; Oficinas gubernamentales, y Desarrollo de la población local.
China ha disminuido el costo de los módulos solares, turbinas eólicas marinas, baterías de litio y electrolizadores gracias a su mercado nacional, subsidios e integración de cadenas de valor, con lo que domina el mercado global. Pero la expansión de dicha capacidad alcanza límites en las fallas, accidentes, inversiones, innovación y gobernanza. A esos retos también nos enfrentaremos en México, particularmente en las baterías o el hidrógeno. Mientras tanto, EE. UU. refuerza su disponibilidad de recursos para desarrollar estos productos y ofrece financiamiento a países como México para que invierta en este futuro.
Nuestra tradicional industria de hidrocarburos ha avanzado en los refinados, pero hay rezago en la exploración y producción, particularmente de gas natural y su cadena de valor. En la electricidad, la generación y la transmisión crecen lentamente, las renovables se han encontrado con obstáculos, la nuclear envejece y los pagos a proveedores de bienes y servicios del sector energía los llevan a la precariedad económica. Esas deficiencias nos debilitarán en la carrera por el nearshoring. Es importante reaccionar ya para aprovechar las ventajas que ofrece México. Esperar evaporará la oportunidad.
Nota:
[1] S&P Global Market Intelligence: “Global M&A by the Numbers:Q3 2022”. spglobal.com/marketintelligence
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