La administración de la petrolera, liderada por Octavio Romero Oropeza, fue incapaz de cumplir las metas de producción de crudo y refinados, así como la construcción en presupuesto, tiempo y forma de la planta de Dos Bocas.
A cinco años de la Cuarta Transformación en Pemex, la realidad dista mucho de los compromisos hechos por el presidente de México, mismos que al inicio de la gestión incluyeron promesas como una producción de crudo de 2.6 millones de barriles diarios o el costo del litro de gasolina a 10 pesos.
Una de las banderas que enarboló Andrés Manuel López Obrador fue la presunta falla de la Reforma Energética de 2013, cuando se abrió al sector privado la posibilidad de participar en toda la cadena de los hidrocarburos.
Esto incluía la producción de petróleo, gasolina, el transporte y almacenamiento de petrolíferos, entre otras áreas.
En distintas ocasiones, López Obrador argumentó que la reforma impulsada por la administración anterior tenía el propósito de desaparecer a Petróleos Mexicanos, e hizo de sí el objetivo de “rescatar” la soberanía energética.
El 10 de septiembre de 2018, el presidente de México se comprometió a que la producción de petróleo para el cierre de sexenio se ubicaría en 2.6 millones de barriles diarios (mbd).
“Ya se tiene una proyección, nosotros lo que queremos es llegar a finales del sexenio a una producción de cuando menos dos millones 600 mil barriles, es decir, aumentar 800 mil barriles la producción actual, a finales del sexenio.
“En el 2004 se llegó a producir hasta tres millones 400 mil barriles; nosotros estamos planteando dos millones 600 mil ¿por qué?, porque también vamos a invertir en energías renovables, y no queremos extraer petróleo de más, porque es la herencia que debemos dejar a las nuevas generaciones. Pero sí necesitamos esta cantidad de petróleo, porque si no, no podríamos ser autosuficientes en producción de gasolina; es un plan de manejo racional de este recurso”, aseguró en esa fecha, en la que presentó el Plan Nacional de Refinación ya como mandatario en funciones.
Sin embargo, la realidad es distinta, pues al cierre del año pasado, la producción de petróleo de Pemex ni siquiera es comparable con la del último año del sexenio anterior.
En promedio, durante 2023 se produjeron 1.588 millones de barriles, mientras que en 2018 la extracción se ubicó en 1.813 millones de barriles.
“No había absolutamente ningún sustento para las promesas del presidente y lo sabíamos. La primerísima prioridad de la administración debió ser detener la declinación”, dijo en entrevista Gonzalo Monroy, de la consultora GMEC.
Uno de los pilares propuestos por Octavio Romero para detener la declinación en la producción de crudo, recordó, fue la estrategia de campos prioritarios.
Este plan consistía en que Pemex pusiera a funcionar 40 campos nuevos cada año.
“Eso no lo hace nadie: ni Aramco ni Shell. Ya desde ahí, la estrategia no era sostenible y tiene esa estrategia demuestra que nunca fue real su promesa de los 2.6 millones de barriles”, dijo el especialista.
Para Ana Lilia Moreno, coordinadora del Programa de Competencia y Regulación de México Evalúa, el cambio de modelo de negocios de un sexenio a otro ocasionó un estrés al sistema energético que lo ha llevado a forzar en ocasiones a sus activos.
La diferencia entre la realidad y la percepción también son evidentes en el director general de Pemex, quien en la última conferencia con inversionistas para presentar los resultados financieros de 2023 dijo que ya se habían sembrado los cimientos para aprovechar la riqueza petrolera del país.
“No solo se ha frenado el deterioro operativo y financiero, sino que se ha iniciado una inercia de crecimiento para aprovechar la riqueza petrolera”, dijo el funcionario.
Decepción en el midstream
El sector de la refinación también implicó un racimo de promesas del mandatario mexicano.
Una de las más populares del presidente fue bajar el precio de la gasolina a 10 pesos por litro; sin embargo, la realidad fue contraria. Datos de Petróleos Mexicanos muestran que el precio de la Magna, lejos de bajar, tocó máximos históricos en 2023.
Al considerar el promedio del precio de la gasolina reportado por la empresa productiva del Estado, el año pasado el valor al público del combustible de bajo octanaje se ubicó en 22.17 pesos por litro, una diferencia de más del doble del precio prometido y un incremento de 17.1 por ciento en comparación con el precio promedio del último año del sexenio anterior.
(Fuentes: Pemex y Agencia de Información Energética de EE.UU.)
También en diciembre de 2018, en Paraíso, Tabasco, donde se sigue construyendo la refinería “Olmeca”, López Obrador se comprometió a que, al final del sexenio, las seis plantas existentes en el país procesarían 1.54 millones de barriles diarios, es decir, que funcionarían por encima del 100 por ciento de su capacidad, pues la capacidad máxima de acuerdo con Pemex es de 1.46 millones de barriles diarios.
En 2023, el segundo año con mayor producción del sexenio, el procesamiento del Sistema Nacional de Refinación alcanzó 896.6 mil barriles diarios, lo que si bien supera el cierre del sexenio anterior, se quedó 44 por ciento por debajo de las promesas.
Ana Lilia Moreno mencionó que esto se debe en gran medida a que la calidad del crudo con el que cuenta el país no es la ideal para la configuración actual de las refinerías de Pemex.
“La mala calidad del crudo que Pemex Exploración y Producción le transfiere a Pemex Transformación Industrial demuestra que existen pocas posibilidades de que se entregue gasolina de calidad”, mencionó.
(*Datos hasta septiembre de 2023. Fuentes: Pemex y Sistema de Información Energética de la Sener.)
La especialista de México Evalúa añadió que esto se refleja en las emisiones alcance tres de Pemex, correspondientes a las emisiones de los automovilistas que usan el combustible producido por la empresa, son cinco veces más grandes que las emisiones de la compañía en sus actividades de exploración y producción.
“Tenemos un grave problema de sistema en Pemex que se traduce en las pérdidas de Transformación Industrial, que coinciden en un margen bruto de operación, es decir, ventas menos costos. Si pierde a nivel bruto, por el simple hecho de refinar estás perdiendo dinero, o sea que no es negocio”, advirtió.
En este sentido, Ana Lilia Moreno mencionó que, si bien se tiene la esperanza de la reconfiguración de las refinerías, será muy complicado que se concluya en este sexenio, debido a que esta reconfiguración implicaría, además de la inversión de miles de millones de dólares, el despido de personal, lo cual resulta complicado en un entorno electoral pues puede generar incomodidades en el sindicato petrolero.
Por su parte, Gonzalo Monroy mencionó que otro gran problema que enfrentó la reconfiguración del Sistema Nacional de Refinación fue la falta de recursos.
De acuerdo con cálculos del especialista, solo la refinería de Madero, en Tamaulipas, una de las más antiguas y problemáticas del país, requería una inversión estimada de cuatro mil millones de dólares para funcionar a 80 por ciento de su capacidad.
Sin embargo, el promedio de inversión en el sexenio por cada refinería fue de 320 millones de dólares.
El fracaso de Dos Bocas y la petroquímica
Durante ese mismo evento de diciembre de 2018, el presidente se comprometió a construir la Refinería Olmeca en tres años y con un presupuesto de ocho mil millones de dólares.
Ninguna de las megaobras del Gobierno Federal se han construido en tiempo, forma y presupuesto, al tiempo que las tres se han caracterizado por ser proyectos accidentados y con una planeación que ha sido señalada en diferentes momentos tanto por especialistas externos, como por empresas consultoras contratadas por el mismo Pemex.
Gonzalo Monroy expuso que el gran problema de la refinería fue “una absoluta y total falta de planeación”, situación que generó los grandes sobrecostos.
Hasta el momento, la refinería sigue sin funcionar, a prácticamente ocho meses de que concluya el sexenio y el costo final se ha estimado entre los 16 mil y los 24 mil millones de dólares, es decir, entre el doble y el triple de lo prometido por el mandatario mexicano.
Durante la última conferencia ante inversionistas, celebrada el 27 de febrero, el director de Pemex dijo que la planta empezaría a funcionar “en las próximas semanas”, sin que haya dado una fecha exacta para el arranque.
“Hay todavía muchísimos vicios ocultos dentro de la refinería que conforme se acerca su entrada en operación comercial y el periodo de pruebas nos vamos a dar cuenta que todavía están extremadamente lejos de de lo que se está prometiendo. Entonces, (la entrada en funcionamiento) no va a ser en las próximas semanas como lo dijeron; todavía ni siquiera han empezado pruebas de proceso”, consideró.
Por otra parte, pese a que en los inicios de la administración, tanto el mandatario como la ex secretaria de Energía, Rocío Nahle, se comprometieron a rescatar la industria petroquímica, la realidad de los datos muestra un escenario que va en sentido contrario.
Al cierre del sexenio pasado, en 2018, la producción total de petroquímicos se ubicó en tres millones 748.5 mil toneladas. En ese año, destacó la producción de amoniaco y metanol, básicos para los fertilizantes y la petroquímica, respectivamente, al producir de forma combinada 877.7 mil toneladas.
A diciembre de 2023, la producción se desplomó a dos millones 129.3 mil toneladas, una caída de 43.19 por ciento.
Resultados financieros
La caída en la producción de petróleo y los altos costos de refinación han causado que los resultados financieros de Pemex no sean los ideales en este sexenio, situación que se ha visto reflejada en las duras bajas que ha recibido la empresa en su calificación crediticia.
Si bien la pérdida acumulada de la empresa es moderada en relación a los primeros cinco años de la administración anterior, la deuda financiera de Petróleos Mexicanos se ha mantenido al alza en relación con el cierre de 2018, pues el reporte financiero de hace cinco años ubica la deuda financiera en 105.8 mil millones de dólares.
Mientras tanto, al cierre del año anterior, la deuda se ubica en 106.1 mil millones de dólares, un incremento de 0.28%.
El presidente de México se comprometió a que no existiría un incremento en la deuda de la empresa productiva del Estado, propósito que no logró cumplir en cuatro de los cinco años que acumula en la administración.
Además, las consecuencias de la gestión de la deuda han dejado como consecuencia una dura baja a las calificaciones internacionales de la compañía, que en el peor de los casos se encuentra apenas un escalón por arriba del default.
Las principales calificadoras internacionales, S&P, Moody’s y Fitch, advirtieron de los riesgos que estaba asumiendo el país al decantar su estrategia petrolera en la refinación, un proceso que deja pérdidas a nivel internacional, y que además representaba retirar recursos de la exploración y producción, el verdadero negocio de Petróleos Mexicanos.
A lo largo del sexenio, el presidente de México y el director de Pemex han tenido duros enfrentamientos con las agencias ante sus decisiones de calificación. Uno de los puntos más fuertes de la confrontación fue cuando el mandatario mexicano anunció que ya no le iban a renovar el contrato a Fitch Ratings para que evaluara a Pemex; sin embargo, la empresa mantiene su trabajo como parte de sus compromisos con el público inversionista.
En los cinco años del sexenio, S&P realizó una baja a la calificación de la empresa productiva del Estado; sin embargo Fitch y Moody’s tomaron acciones más severas.
Al inicio del sexenio, Pemex sostenía el grado de inversión en todas las agencias, pero actualmente en dos de ellas está apenas un escalón por encima del “riesgo considerable” de incumplir con sus pagos.
La última agencia en reducir la calificación a Pemex, fue Moody’s, pues ubicó la nota internacional en “B3”, al considerar que la compañía “enfrentará mayores riesgos de negocio al continuar ampliando su capacidad de refinación y al tratar de incrementar su producción”.
Al revisar de nueva cuenta los datos, Pemex no ha podido incrementar en todo el sexenio la extracción de petróleo y la producción de refinados se ha quedado corta en relación con lo comprometido por el mandatario.
En respuesta, Octavio Romero acusó a Moody’s de carecer de seriedad al implementar sus criterios de evaluación y dijo que la reducción “se trata de una vulgar pretensión” para incrementar la tasa de interés que paga la compañía que dirige por los préstamos que obtiene en el mercado internacional.
“Pemex no entiende de dónde obtuvo Moody’s la información de que vamos a realizar operaciones de manejo de pasivos que puedan ser consideradas como canjes forzosos y por tanto incumplimientos de pago conforme a su metodología”, añadió.
Sin embargo, Ana Lilia Moreno dijo que existen voces oficialistas que afirman que la soberanía energética no tiene por qué ser rentable.
“El problema de esa premisa es que al ser los activos de propiedad estatal, es importante considerar que el Estado como propietario también es responsable de la degradación de estos activos, tanto de PEP como de Pemex TRI”, mencionó.
México Evalúa advierte que la velocidad de la depreciación de los activos va mucho más rápida que la velocidad que la velocidad de los pasivos, incluso cuando estos últimos ya representan el doble de los pasivos.
“Son dos factores que están generando que Pemex sea una máquina de destrucción de valor”, sentenció la especialista.