Existe una notoria diferencia entre las necesidades de inversión en infraestructura de transmisión eléctrica estimada por la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y los presupuestos asignados anualmente para este rubro, encontró el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).
Al analizar el desarrollo de los presupuestos programados para transmisión eléctrica y lo ejercido en el periodo 2013-2023, el Instituto encontró que existe una diferencia que se ha incrementado principalmente desde 2020.
Indicó que en 2023, los recursos aprobados en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) de ese año fueron 42.9 por ciento de lo estimado en el mecanismo de planeación de la CFE, mientras que la inversión ejercida ascendió a solo 21.7 por ciento de la propuesta en la planeación.
Inversiones ejercidas en transmisión eléctrica
(Fuente: IMCO)
Para 2024 el organismo consideró que se puede esperar un comportamiento similar, dado que en el PEF se contemplan 9.6 mil millones de pesos en inversión, únicamente 39.2 por ciento de lo estimado en el mecanismo de planeación.
“Al analizar las inversiones ejercidas en la década anterior en infraestructura de transmisión (2013-2023), se observa que, en primer lugar, que la subinversión en infraestructura de transmisión eléctrica ha sido una constante y, en segundo, que los montos ejercidos distan mucho de los objetivos de inversión del mecanismo de planeación para 2023-2028”, planteó.
Inversiones estimadas en transmisión eléctrica por año
(Fuente: IMCO)
El Instituto bajo la dirección de Valeria Moy subrayó en que el crecimiento de la demanda eléctrica, que fue de 3.4 por ciento en 2022 y de 3.5 por ciento en 2023, y la transición energética tienen como condición indispensable contar con redes eléctricas robustas que no pongan en riesgo la seguridad del sistema.
Al respecto, también destacó la incorporación de fuentes de generación solar fotovoltaica y eólica, las cuales no están en condiciones de producir electricidad en todo momento.
Propuestas para modernizar y expandir las redes
- Utilizar todos los mecanismos plasmados en la ley para financiar las expansiones de las redes eléctricas. En un contexto de finanzas públicas presionadas, el próximo gobierno tiene a su disposición instrumentos bursátiles como los CKD, Cerpi y Fibra E, así como la posibilidad de llevar a cabo asociaciones público-privadas que permiten diversificar las fuentes de financiamiento para proyectos de redes eléctricas. En 2018 la Fibra E de la CFE recaudó 16.2 mil millones de pesos comprometiendo ingresos de activos de transmisión. Originalmente pensada para expandir la infraestructura de transmisión, los recursos se destinaron a la construcción de nuevas centrales eléctricas.
- Garantizar los recursos para ejecutar las obras de infraestructura de redes eléctricas instruidas por la Secretaría de Energía. Sin recursos etiquetados específicamente para las obras instruidas, no existirá el incentivo para llevar a cabo estos proyectos.
- Retomar el Programa de Redes Eléctricas Inteligentes. La Secretaría de Energía define una red eléctrica inteligente como una red capaz de reestructurarse y de recopilar información para conocer cuáles fueron las fallas que se dieron en el sistema y solucionarlas para mejorar el sistema eléctrico nacional a través de ser eficiente, seguro, flexible, resiliente, de calidad, confiable y sustentable. Una red eléctrica inteligente permite gestionar de forma más eficiente los flujos de energía, esto es especialmente relevante en un contexto de incorporación acelerada de energías renovables variables.
- Promover el desarrollo de microrredes. La demanda de energía, el desarrollo tecnológico que permite la descentralización y la insuficiente infraestructura de redes eléctricas han promovido que las microrredes -que pueden estar o no conectadas al sistema principal de energía- surjan como una alternativa ante un sistema eléctrico presionado. Las posibilidades de generación en sitio y abasto aislado, acompañado de la evolución en las tecnologías de almacenamiento eléctrico (baterías) han acelerado este tipo de infraestructura. Desde un ángulo de transición energética, las microrredes facilitan incorporar tecnologías limpias -acompañadas de almacenamiento- y reducir la huella de carbono de los usuarios. A nivel mundial existen ejemplos de microrredes con la escala suficiente para suministrar la energía de infraestructura crítica como aeropuertos (Pittsburgh), universidades (Princeton) o pequeñas islas (Block Island, Rhode Island).