La fecha del 18 de Marzo obliga a reflexionar sobre el futuro de Pemex, un reto urgente cuyo análisis exige honestidad intelectual sin que interfieran razones políticas, ideológicas o de grupo.
Pemex es la petrolera más endeudada del mundo (105 mil millones de dólares) con un inmenso pasivo laboral (70 mil millones de dólares), que acaba de arrojar una pérdida trimestral sin precedentes (18 mil millones de dólares). Aunado a ello, hay una nueva deuda con sus proveedores y socios, con quienes no ha sabido llevar una relación de respeto y beneficio mutuo en los últimos tiempos. Sus grandes yacimientos han declinado y no hay otros con qué sustituirlos, menos aun cuando no hay dinero para la exploración en nuevas áreas.
Su situación se ha agravado con la guerra de precios recién declarada por Arabia Saudita, que ya hundió la mezcla mexicana a poco más de 20 dólares por barril. A ese precio, Pemex no puede ni producir ni refinar con utilidades y todavía se le agrega un pesado lastre fiscal. Su nivel de producción de crudo se ha estabilizado, pero sus costos operativos y administrativos se siguen disparando.
Pemex rescató a México de una crisis financiera en los años noventa, pero hoy se ha convertido en un grave problema para un país que tiene pocas opciones para rescatar a Pemex. No es realista pensar en rescatar a Pemex con recursos públicos, pero tampoco es razonable plantear que la inversión privada o internacional lo haga en medio de la crisis actual en los mercados. Pemex está en quiebra técnica desde hace tiempo, sus bonos son especulativos. Hoy, su situación financiera está a punto de hundir la economía del país.
Los sauditas recurren a la guerra de precios para sacar del mercado petrolero a los competidores más débiles ante la caída prevista en la demanda mundial de petróleo. Pemex es uno de ellos. No cuenta con fortalezas para competir, pero aún en medio de la incertidumbre global actual, que durará algún tiempo, se puede identificar acciones internas, difíciles y siempre postergadas, que Pemex debe aplicar ahora.
El Presidente López Obrador sostiene que Pemex debe fortalecerse, pero eso tiene que significar ganar dinero y no sólo alcanzar metas volumétricas. Pemex debe racionalizar sus costos y cerrar sus operaciones menos productivas y más perdedoras. Lo urgente es aplicar austeridad en todo y eliminar absolutamente todo lo que no es esencial para el negocio petrolero y que es una sangría para sus finanzas.
Pemex debe asumir la tarea de reestructurarse a fondo, adelgazar y/o eliminar filiales y subsidiarias, reducir el número de empleados de manera significativa, replantear sus dispendiosas políticas de pensiones, prestaciones y aportaciones sindicales, renegociar bonos, eliminar donativos y donaciones a gobiernos estatales y locales, vender activos no prioritarios, sobre todo los no petroleros, como inmuebles y terrenos. Prioritariamente, los hospitales y clínicas de Pemex deberían desincorporarse, integrando sus empleados al servicio médico del ISSSTE. Todo eso puede impactar positivamente en sus operaciones y en sus finanzas.
Se debe reordenar el negocio petrolero bajo estrictos criterios de rentabilidad y productividad, profesionalizar la administración y, una vez que los precios del petróleo se recuperen, buscar asociaciones con capital privado y así capitalizar proyectos rentables con perspectiva de largo plazo. En cuanto a las refinerías, se requiere promover alianzas para operarlas y modernizarlas y al menos replantear la de Dos Bocas.
Habrá quiénes digan que nada de esto es políticamente viable. Sin duda, no se percibe voluntad del Presidente y de su gobierno para recapacitar respecto de su política petrolera. Pero, es al revés, Pemex es totalmente inviable como está el día de hoy. Los tiempos han cambiado. Ya no se puede vivir en el engaño de que la producción petrolera va a servir para financiar gastos futuros de desarrollo social, sin aumentar impuestos. Lo realmente inviable sería no realizar cambios de fondo en Pemex y así propiciar que quiebre el país.
Artículo publicado hoy en el Periódico Reforma. Léalo en el diario en esta liga.
*Analista de la industria energética. Su e-mail: david.shields@energiaadebate.com