Las exportaciones de México podrían aumentar su valor en unos 155 mil millones de dólares en los próximos años, al beneficiarse del llamado nearshoring, de cuyo monto unos 22 mil millones podrían corresponder al sector de las baterías y de los autos eléctricos.
Sin embargo, la falta de infraestructura eléctrica y los recientes cambios a las leyes locales que están llevando hacia disputas con sus socios comerciales del TMEC podrían evitar que México aproveche la llamada “segunda ola” del nearshoring, consideró la firma de servicios financieros e inversiones Morgan Stanley.
“Nuestro equipo de economía de México estima que las exportaciones mexicanas podrían aumentar en un mercado total potencial direccionable de 155 mil millones de dólares (o más del 10 por ciento del PIB) durante un periodo de cinco años”, expuso la firma.
Esto incluye, detalló, ganancias en sectores bien establecidos que podrían alcanzar los 94 mil millones, los asociados con las tendencias “intra-TMEC”, con valor de 38 mil millones, y los específicamente relacionados con la consolidación de hardware de telecomunicaciones e informática (TI) y nuevos clústeres de baterías, así como de vehículos eléctricos y repuestos con valor de otros 22 mil millones.
Esto, dijo, es “lo que hemos denominado, la segunda ola, durante un período de cinco años”.
Lo anterior se desprende del estudio “Los retos y las oportunidades de Nearshoring de México en medio de una nueva era de geopolítica” (Mexico’s Nearshoring Opportunity & Challenges Amid a New Era of Geopolitics), publicado la semana pasada.
El nearshoring se entiende como el traslado de las operaciones de un negocio a un país cercano para aprovechar las ventajas económicas, regulatorias y de otra índole, por sobre otras naciones.
En el caso de las exportaciones de baterías, vehículos eléctricos y otros productos de TI contemplados en los capítulos y acuerdos del tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (productos intra-TMEC, como los llama el estudio), Morgan Stanley encontró que las ganancias de exportación impulsadas por el nearshoring podrían llegar a 94 mil millones en los próximos cinco años.
El estudio, elaborado por 29 especialistas de la firma, dedica un capítulo en el que plantea las ventajas competitivas que tiene México por sobre otras naciones que pueden tener el mismo nivel de atracción para las inversiones y convertirse en exportadoras de manufacturas, incluyendo a China y Taiwán.
El documento reconoce asimismo a Estados Unidos, en específico, y a la región de América del Norte, en general, como uno de los mayores mercados en donde se puede colocar los productos elaborados en México, por su cercanía.
Pero el equipo de expertos también encontró las trabas que evitarían que el país pueda aprovechar dichas ventajas competitivas, de tipo económico, regulatorio, político y de seguridad pública, entre otros.
“México no está preparado para esta próxima ola, ya que no ha invertido lo suficiente en el sector eléctrico, y las empresas estadounidenses que no tienen presencia en México se están resistiendo. La disputa actual del TMEC entre México y EEUU/Canadá es un testimonio de algunas de las preocupaciones expresadas por los inversionistas internacionales de IED en México”, asentó.
En este sentido, expresó que todo ello depende de “varias señales”, como el progreso que exista en las disputas del TMEC; el resultado o los problemas de campaña planteados para las elecciones presidenciales de 2024; las perspectivas de seguridad, y el espacio energético.
También incluyó la transición a los vehículos eléctricos y el impacto de la Ley de Reducción de la Inflación en la industria automotriz de Estados Unidos; las inversiones de capital en la industria del acero; las elecciones al Congreso norteamericano y la posible aparición de nuevas políticas que impidan que las empresas operar en “países de interés”; los mercados laborales en la Unión americana, eventos geopolíticos, y la automatización, por mencionar algunos.
Subrayó la preocupación de los inversionistas de distintas partes del mundo sobre la fuerza que ha adquirido en los últimos años el Estado mexicano que incide en el Estado de Derecho en el país.
“Encontramos que una preocupación clave de los altos ejecutivos de las corporaciones globales está vinculada a la fortaleza del Estado mexicano: la calidad de la infraestructura (agua, carreteras, electricidad), la corrupción, la educación y la seguridad”, manifestó la firma, también reconociendo que estos factores impactan en la seguridad de las inversiones.
“Si bien el marco legal constitucional de la Reforma Energética de 2014 permanece en gran medida intacto, la mayoría de los factores que limitan las inversiones en energía se relacionan con leyes específicas, que a menudo se disputan en tribunales federales nacionales, tribunales internacionales o mecanismos de resolución de disputas, como paneles comerciales y tribunales dentro del país. T-MEC”, añadió.
China
En su exposición, Morgan Stanley recordó que alrededor de 90 por ciento de las exportaciones de México van hacia los Estados Unidos y actualmente México y China “se superponen” en varias de las categorías de exportación a la Unión americana, como son los bienes intermedios para manufactura.
“Creemos que la superposición en categorías como bienes de capital, hardware y equipos tecnológicos, equipos eléctricos, automóviles y transporte e incluso plásticos y metales, podría ayudar a México a beneficiarse de un cambio potencial en las cadenas de suministro, puesto que el país ya disfruta de un ecosistema integrado en estos segmentos”, vislumbró.
Energía frenada
Como muchos otros analistas, Morgan Stanley también prevé que en los próximos años las inversiones en materia de electricidad seguirán canalizándose para la generación, incluso más allá del 2024, lo que ha quedado evidenciado en el Plan de Negocios de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para el periodo 2021-2026.
“Si bien la CRE (regulador) había otorgado permisos por más de 37 GW para la capacidad de generación privada, la mayoría de estos nunca llegaron a concretarse y no se han construido hasta el día de hoy debido a los intentos de cambios en la regulación y las instituciones en el espacio que finalmente han frenado participación privada y sentimiento de inversión en el espacio de la electricidad”, reveló el estudio.