Uno de los errores de la Constitución en materia energética quedó de manifiesto apenas entrada la presente administración: el mecanismo de designación de los integrantes del órgano de gobierno del regulador fue bastante deficiente, pues le permitió al presidente imponer personas con desconocimiento total de la importante labor que deben desempeñar, ajenas a los conceptos básicos de la ley que iban a aplicar (recordemos el bochornoso momento del “CEL”, donde un aspirante no sabía que era un certificado de energía limpia), personas ajenas a las actividades del regulador (recordemos al ingeniero Celestinos, propuesto por ser experto en refinación cuando la CRE no tiene qué ver con esa actividad) y un largo etcétera.
La única razón real por la cual los actuales comisionados están ahí no es su trayectoria ni conocimientos, sino haber sido recomendados por el presidente, gracias a conocerlo a él o a alguien cercano, como la secretaria de Energía, tener su “bendición” y demostrar lealtad a una ideología obsoleta que ha sido destructiva para el sector energético.
Por otro lado, las actividades del regulador energético son muy diversas. Lo mismo regula un mercado de gas LP que interviene en los detalles de interconexión de centrales eléctricas o en el diseño de una estación de servicio para venta de gasolina al público.
Considerando estas condiciones y la creciente evolución del sistema eléctrico, es necesario modificar la forma de selección de los comisionados y eventualmente ajustar la estructura del regulador, analizando si conviene contar con un organismo especializado y meramente eléctrico, que además coordine la elaboración de normas oficiales que se involucren en el sector eléctrico –parte de las cuales está actualmente en la Secretaría de Energía y Secretaría de Economía– y ahora que el presidente quiere eliminar la CONUEE se podría pensar en incluir asuntos de eficiencia energética en este nuevo regulador.
En cuanto a lo necesario, el modelo de selección de los nuevos comisionados debe permitir que solo los profesionales con las habilidades y conocimientos suficientes puedan formar parte del regulador, sin necesidad de simpatía política de ningún tipo. Para eso, sería ideal contar con perfiles previamente descritos de los comisionados.
Para llegar a ser comisionado, cuando haya una vacante o entre en vigor una nueva reforma que crearía una nueva Comisión Reguladora de Energía Eléctrica, sería conveniente que cualquier ciudadano mexicano se pueda postular. Se debería hacer una valoración de los años de experiencia en el sector y de los proyectos, ya sea desde la función de Estado o como privado, en los que haya participado, incluyendo su nivel de aportación en ellos.
En un segundo momento, todos los aspirantes que hayan pasado por el filtro deberían someterse a exámenes de conocimientos sobre la vacante que intentan cubrir y que solo quienes obtengan los veinte mejores puntajes puedan pasar a una tercera fase.
Esta tercera fase sería de comparecencia ante senadores en Comisiones, donde expongan sus ideas y planes a seguir en caso de ser seleccionados. Este proceso puede tener una fase previa de presentación de un escrito de donde parta la comparecencia. Entonces, los legisladores podrían escoger a los tres finalistas que pasarían al pleno del Senado. De esta terna, el Pleno del propio Senado podría elegir uno. El Comisionado presidente podría elegirse, como hace la Corte, de forma interna y rotar cada cierta cantidad de años.
En caso de que haya parálisis legislativa, y solo en esas condiciones, el presidente podría elegir al nuevo comisionado de la terna presentada al pleno del Senado.
El solo hecho de que el presidente no pueda proponer a los comisionados limita la influencia política en la selección, con lo que evitaríamos postulaciones o comisionados con el nivel tan lamentable como el actual.
“El solo hecho de que el presidente no pueda proponer a los comisionados limita la influencia política en la selección”.
Además, el examen teórico limita la posibilidad de que gente sin conocimientos del sector que se pretende regular puedan llegar al regulador.
Un punto importante es que los servidores públicos del staff de la CRE con más experiencia podrían aspirar a ser parte del órgano de gobierno, sin necesidad de una recomendación, lo que nos permitiría a los mexicanos aprovechar la experiencia que el mismo servicio público les ha dado.
El staff debe tener, además, su propio servicio civil de carrera.
Finalmente, hay que hacer a estos reguladores constitucionalmente autónomos. Que su presupuesto, decisiones y nombramientos no dependan del Ejecutivo federal. Con esto se busca una creación de reguladores sólidos, pero también evita la politización del sector, que es tal vez lo más grave que le ha pasado al regulador en este sexenio.
Hay que reconocer que ningún método de selección será infalible. Resulta prácticamente imposible detectar a gente que se postule en aras de burlar la ley, como ha sucedido con la actual CRE, y sus reglas para considerar limpias algunas turbinas de ciclos combinados, contrarios al espíritu de la propia ley, por poner un ejemplo.
Sin embargo, se van estableciendo mecanismos que pueden mejorar el actuar en general del regulador, en beneficio de los mexicanos.
(Lea la tercera parte de esta entrega aquí)
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