La región latinoamericana debe desarrollar planes transparentes, justos y equitativos para acelerar la salida de los combustibles fósiles de la generación de energía, incluyendo al gas natural, para alcanzar colaborar en la meta global de una reducción de 40 por ciento de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero en 2030, asegura el Hub de América Latina y el Caribe.
De acuerdo con el Balance regional independiente de cambio climático para América Latina y el Caribe, elaborado por independent Global Stocktake (iGST), en la zona las emisiones proveniente del sector energía representan 31 por ciento del total, por lo que es importante considerar de “forma inmediata”, la sustitución de combustibles fósiles, es decir, el petróleo el carbón y el gas.
En el documento, los especialistas advierten que “hacer transiciones hacia gas natural no basta para mitigar emisiones”.
Los expertos señalan que si bien el gas natural tiene menos emisiones de dióxido de carbono por unidad de energía, en comparación con el carbón o el petróleo, el metano, que es el principal componente del gas natural, tiene un potencial de calentamiento 80 veces mayor que el CO2.
Por ello, advierten que impulsar el uso generalizado de este combustible en la región aleja a los países de alcanzar la meta global de disminuir en 40 por ciento las emisiones GEI al año 2030 a fin de limitar el incremento promedio de la temperatura de la tierra en 1.5°C.
La ruta a seguir
El documento detalla que la transición hacia economías bajas en carbono implica una reconversión tecnológica que transformará la infraestructura del gas en activos diversos, es decir, que pierden su valor antes de que termine su vida útil.
Por otra parte, las reservas probadas de gas natural en América Latina y el Caribe, sólo representan cuatro por ciento del total mundial, donde destacan países como Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, México, Perú, Trinidad y Tobago, y Venezuela.
Argentina alberga la segunda reserva probada más grande del mundo en Vaca Muerta, pero en la zona se identifican serios impactos ambientales como contaminación del aire, suelo y agua, así como afectaciones a la salud causadas por la degradación ambiental y otros impactos sociales a los pueblos originarios afectados.
En cuanto a las reservas globales de otros combustibles fósiles, los países de ALC poseen aproximadamente 19 por ciento de las reservas de petróleo y solamente uno por ciento de las reservas de carbón.
“La región no tiene una presencia dominante a nivel mundial en este campo, incluso si son consideradas las reservas de hidrocarburos no convencionales”, señala el estudio.
Sin embargo, esta situación debe ser enfocada como una “valiosa oportunidad” para que los países de la zona se descarbonicen.
“Es posible dejar atrás la dependencia del carbón en aquellos países donde se extrae o se quema, como Chile, Colombia, México y Brasil, y promover la diversificación de fuentes de energía para el resto de países”, señaló el estudio.
Sin embargo, el balance regional señala que en América Latina y el Caribe no existen objetivos claros de la eliminación progresiva de combustibles fósiles e introducción progresiva de renovables.
“Ello da lugar a ejercicios de modelación que no permiten un progreso significativo y pueden mostrar signos de ralentización de la transición energética al permitir que continúe la inercia en torno al uso de combustibles fósiles”, advierten.
En este sentido, el documento señala que un elemento pendiente para la región es la definición de metas ambiciosas que permitan acelerar la salida de los combustibles fósiles, incluido el gas natural, mientras se garantizan las condiciones para incrementar la participación de renovables bajo un enfoque de justicia, equidad y transparencia.