Luis Vielma Lobo* / Energía a Debate
Recientemente, la Escuela de Economía de la Universidad de Barcelona realizó un evento cuyo objetivo fue evaluar qué ha pasado en el sistema económico mundial después de la gran recesión del año 2008. Este evento, al cual acudieron los más prestigiosos economistas del planeta, dejó una experiencia, un modelo que bien puede ser utilizado en México para evaluar el avance de este gobierno, no sólo en el tema de la economía del país, sino en el relacionado específicamente con el sector energético y el de los hidrocarburos en especial.
El evento fue un análisis intelectual del tema y fueron muy interesantes las diferentes opiniones de los expertos en relación con las paradojas que ha vivido la economía global en los pasados 10 años, como, por ejemplo, el incremento de la deuda mundial después de una gran crisis de deuda en el 2007 y la sobrevaloración de activos después de una crisis de inflación de activos en la bolsa de Estados Unidos en ese mismo año, así como las emisiones de bonos sintéticos, CDO, que superaron las emisiones anteriores tras la crisis de excesos financieros del año 2008. Todo lo anterior permite concluir que los economistas parecieran desconocer, o al menos no entender plenamente, el fenómeno financiero a nivel global.
Esta interesante experiencia del evento en la Universidad de Barcelona acerca de la lectura que pueden dar los estudiosos de un tema –en ese caso, económico– a las crisis que viven las sociedades y el mundo globalizado en general, nos permite recordar unas sabias palabras del Presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, durante la crisis de misiles que involucraron a Cuba y Rusia en el año 1961; “Los chinos usan dos pinceladas para escribir la palabra crisis, una pincelada significa peligro y la otra oportunidad”. El Presidente Kennedy concluía con esta importante reflexión: “En las crisis, toma conciencia del peligro, pero no pierdas de vista la oportunidad”.
Después de casi medio año de este gobierno encontramos una sociedad con visos de gran incertidumbre. Independientemente de lo que las encuestas puedan señalar, una gran parte de la población o sociedad vive con aprehensión y angustia. Esa parte de la población que tenía una vida disciplinada, programada y una visión de futuro con gran confianza en el país, ha visto de pronto interrumpida sus aspiraciones y sueños por un cambio en la rutina gubernamental y en la manera de conducirse del propio Presidente del país, sus instituciones principales y el Congreso de la Unión.
Un sentido de crisis se respira en muchos círculos de la sociedad mexicana, como son los empresarios, académicos, maestros, estudiantes, pero también a nivel de gremios profesionales y sindicatos. La pregunta que busca una o varias respuestas es ¿qué ha cambiado con la llegada del nuevo gobierno?; pregunta similar a la planteada a los economistas en el evento de la Universidad de Barcelona de finales de marzo de este año.
Si buscamos respuestas entre representantes de los diferentes estratos de la sociedad mexicana, podemos encontrar diferentes respuestas, muchas de ellas asociadas al estilo de gobierno, a la manera de comunicar del Presidente, a la actuación de los legisladores del partido con gran mayoría en el Congreso, al comportamiento de partidarios en redes sociales, al discurso polarizante del primer mandatario, entre muchos otros temas.
No obstante, pareciera ser que sólo estamos viendo la pincelada china asociada al peligro y no estamos observando la pincelada asociada a la oportunidad, parafraseando lo mencionado por el Presidente Kennedy. Es un hecho que existe un cambio en la manera de ver al país, de la lectura a las realidades y entorno del mismo, de los protagonistas del acontecer político diario y de la manera de comunicar del Presidente con el país. También es un hecho que este gobierno ha ido anunciando su visión y programas de gobierno en las diferentes áreas que soportan la economía de México.
En el tema de la energía en general y de los hidrocarburos en particular se ha venido implementando lo que se había anunciado desde la campaña electoral: una urgente necesidad de rescatar a las dos empresas nacionales relacionadas con la energía: Pemex y la CFE. Se ha enfatizado la recuperación del sector aguas abajo del negocio petrolero, mediante la rehabilitación y reparación de las seis refinerías existentes y la construcción de una nueva refinería en el sector de Dos Bocas en el estado de Tabasco, la revisión de los contratos otorgados por el Estado a las empresas que ganaron bloques o campos en las licitaciones internacionales realizadas por la Secretaría de Energía ya la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), así como la implementación de una política de reducción de plazas y austeridad, incluyendo ajustes salariales en las diferentes instituciones del gobierno.
Las lecturas a esta estrategia de disciplinar muchas áreas y sectores del país que pudieran haberse liberado en exceso en gobiernos anteriores –propiciando situaciones de corrupción y tráfico de influencias, con sus consecuentes impactos en los programas y presupuestos de las diferentes instituciones gubernamentales– han sido de peligro. No obstante, hay un importante sector del país que está viendo la pincelada china de la oportunidad, utilizando de nuevo la famosa frase del Presidente Kennedy, ya mencionada.
Las empresas, tanto operadoras como de servicios del sector de hidrocarburos, deben ver esta segunda pincelada de la oportunidad y vencer esos fantasmas de la pincelada del peligro. La demanda del señor Presidente de acelerar las actividades de las empresas privadas para que inicien el aporte de producción de una manera consistente, y asegurar un crecimiento continuo, es una oportunidad para esas empresas. Es la razón de ser de las mismas y la AMEHXI debe convertirse en el organismo rector que impulse esta oportunidad, más que el gremio colector de reclamos y peticiones al gobierno.
Las empresas de servicios nacionales deben aprovechar el propósito del gobierno de fortalecer Pemex y apoyar en la recuperación de los sectores aguas arriba y aguas abajo del negocio petrolero. Para esas empresas es imperativo prepararse con las competencias y capacidades necesarias para competir en las diferentes licitaciones o invitaciones que Pemex realizará a lo largo del año. Buscar las alianzas o socios que les puedan complementar capacidades es una obligación, a fin de poder ofrecer a Pemex lo mejor de sus servicios y así poder ayudarle en la optimización de sus operaciones, pero también en la reducción de sus costos.
Las empresas deben darle la adecuada lectura de la oportunidad a esta realidad que estamos viviendo, para seguir impulsando el crecimiento que necesita el país y que demanda el nuevo gobierno. Si entendemos este tema, podemos cambiar actitudes conductas y acciones y así contribuir para que los nuevos protagonistas que dirigen las instituciones del sector, hagan su mejor trabajo, sintiendo el apoyo de quienes han venido siendo el sostén del desarrollo de los hidrocarburos y la energía en general en el país.
Finalmente, a esas autoridades del sector les pedimos una mayor apertura con las empresas del sector, y una dirección adecuada del mismo, pues sin ello, se corre el riesgo de no llegar a ninguna parte.
(*) Director General de CBM Ingeniería Exploración y Producción y presidente de la Fundación Chapopote, miembro del Colegio de Ingenieros de México, Vicepresidente de Relaciones Internacionales de la Asociación Mexicana de Empresas de Servicio AMESPAC, colaborador de opinión en varios medios especializados en energía, conferencista invitado en eventos nacionales e internacionales del sector energético y autor de las novelas “Chapopote, Ficción histórica del petróleo en México” (2016) y “Argentum, Balas de plata: vida y muerte tras las minas” (2019).