Este año, la demanda de petróleo tendrá un crecimiento de 3.2 millones de barriles, su alza más grande desde 2010, debido principalmente a la reanudación de los viajes aéreos y la reapertura económica de China, pronosticó la Agencia Internacional de Energía (EIA, por sus siglas en inglés).
En su Informe Petrolero Mensual, el organismo que dirige Fatih Birol detalló que el crecimiento de la demanda mundial del hidrocarburo empezó el año a un ritmo lento, pero hacia el final de 2023, pronosticó una “explosión” en el crecimiento.
Para el cierre de este año, la demanda total de petróleo se ubicará en un promedio de 102 millones de barriles diarios, según el organismo internacional.
La demanda, que hasta el momento se mantiene con un lento crecimiento, se equilibrará a mediados de año, donde China y los países en desarrollo serán los principales impulsores.
Esto se debe a que los indicadores en tiempo real de la movilidad en China se estabilizaron después del notable repunte de enero, liderados por el tráfico aéreo, con los vuelos nacionales que superaron por mucho los niveles anteriores a la pandemia.
Riesgos para la demanda
El organismo internacional advirtió que los inversionistas están preocupados por la elevada inflación, desatada el año pasado, así como por las altas tasas de interés referencial en todo el mundo, lo que representa un riesgo para la demanda de combustible.
En este sentido, la EIA añadió que otro factor que podría limitar la compra del hidrocarburo es la inquietud por la salud del sistema bancario estadounidense, a partir de la quiebra del Silicon Valley Bank.
Una señal de la posible disminución en la demanda son las reservas comerciales de los países desarrollados que pertenecen a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que alcanzaron su nivel más alto en el último año y medio, debido a una baja en la demanda y al incremento en el almacenamiento europeo, antes de que se prohibieran las importaciones rusas de crudo y productos refinados.
Además, la producción de petróleo ruso se mantuvo en febrero cerca de los niveles anteriores a la guerra, incluso con las sanciones impuestas al Kremlin.
En sentido contrario, las exportaciones petroleras bajaron 500 mil barriles por día, mientras que la nueva prohibición de la Unión Europea a sus productos marítimos y el tope internacional de precios impuesto por Estados Unidos, que entraron en vigor el 5 de febrero, redujeron las exportaciones de productos rusos en 650 mil barriles diarios.