El año que concluye supondrá un incremento de nueve por ciento anual a nivel mundial en la generación de energía a través del carbón, por lo que alcanzará 10 mil 350 TW/h, estimó la Agencia Internacional de Energía (AIE).
De acuerdo con el reporte Carbón, análisis y pronóstico al 2024, elaborado por el organismo que integra a casi 40 países, este monto representará un máximo histórico y amenaza los objetivos de combate al cambio climático.
El reporte añade que el incremento en la generación de carbón es consecuencia de la rápida recuperación económica de este año, situación que aceleró la demanda de electricidad a una velocidad mayor a la anticipada, por lo que no se pudieron mantener los suministros bajos en carbono.
Otro factor que jugó a favor del mineral fue un aumento en los precios internacionales del gas natural, lo que obligó a algunos países a optar por el carbón para cubrir la demanda de energía a nivel local.
En Europa, los precios de los contratos de carbón ICE presentan aumentos superiores a 500 por ciento en relación con el año anterior.
Asimismo, el pronóstico de la agencia para el cierre de año apunta a un incremento en la demanda general de carbón de seis por ciento en este año, aunque no se espera que supere los niveles de 2013 y 2014, cuando hubo un récord de crecimiento.
Sin embargo, la agencia espera un nuevo máximo histórico en la demanda general de carbón para el año entrante, un nivel que se podría mantener en los próximos dos años.
El repunte ocurre después de que el año pasado la demanda mundial cayó 4.4 por ciento, la mayor caída en décadas, aunque menor a la que se esperaba al inicio de la pandemia.
Por regiones, los pedidos de carbón muestran contrastes, pues mientras China, el mayor consumidor y productor mundial del mineral presentó un incremento de uno por ciento el año pasado, en Estados Unidos y Europa hubo una baja de 20 por ciento.
Ante este escenario, la IEA detalla en el estudio que los precios del carbón también presentan un alza consistente.
Durante el segundo trimestre del año pasado, la tonelada de carbón bajó hasta 50 dólares, sin embargo, a partir de ese momento comenzaron un repunte.
Esto ocurrió pese a las medidas de contención del Covid-19 y la baja de inversión en la minería en los últimos años.
“Además, no esperamos que el consumo y la producción (sin cesar) de carbón estén en la ruta Net Zero 2050 para 2024”, añade.
La previsión responde a que el suministro de carbón de expandirá al menos hasta 2024, debido a que China e India planean invertir especialmente en su capacidad minera nacional para aumentar la seguridad de su suministro de energía, mientras que Indonesia y Rusia destinarán recursos a una nueva capacidad de exportación para impulsar su crecimiento económico a la luz de las expectativas de demanda de carbón.
“En resumen, toda la evidencia indica una brecha cada vez mayor entre las ambiciones y objetivos políticos por un lado y las realidades del sistema energético actual por el otro. Esta desconexión tiene dos implicaciones claras: los objetivos climáticos se están alejando cada vez más y la seguridad energética está en riesgo porque, si bien las inversiones en combustibles fósiles se están reduciendo, la financiación para tecnologías y energías limpias no se expande con la suficiente rapidez. Esto debería preocupar no solo a los responsables políticos y la industria, sino también a todas las partes interesadas”, advierte la Agencia Internacional de Energía.