Política energética de Trump: Desafío para las energías renovables
La postura de Donald Trump hacia las energías renovables ha sido marcadamente escéptica. En su visión, revitalizar la competitividad económica de Estados Unidos parece sinónimo de priorizar la extracción de combustibles fósiles, desmantelar regulaciones ambientales y desacreditar cualquier plan de producción energética o manufacturera más allá de sus fronteras. En poco más de 100 días desde el comienzo de su segunda administración, se ha visto un renovado impulso hacia las perforaciones petroleras, la revisión regresiva de normas sobre eficiencia energética y vehículos eléctricos, e incluso un nuevo retiro del Acuerdo de París. La cuarta de sus veinte promesas de campaña fue ser uno de los productores de energía dominantes en el mundo. La elección de palabras no es menor, pues se busca concretar su dominio bajo amenaza de imposición arancelaria como principal fuente de “negociación”. Más allá de las políticas específicas del gobierno de Trump, lo más preocupante yace en el debilitamiento del liderazgo global en materia ambiental. Esto retrasa el cumplimiento de compromisos climáticos, principalmente los de países con los que EE.UU. avanza en acuerdos comerciales, como Reino Unido o China. También se han intensificado las fricciones con potencias que promueven políticas energéticas y ambientales más estrictas, como la ...